Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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Alfonso Mata

Al analizar la situación nacional e internacional actual o de los últimos años, no cabe la menor duda que lo que está en juego y va de la mano es la opción política y económica de las naciones y el mundo y esto no puede juzgarse únicamente desde un punto de vista ideológico, ni religioso o filosófico, sino de y esencialmente hechos de equidad; llámese ésta guerra, trabajo, salud, educación, distribución de riqueza, estilo de vida; aquí, en la China, Europa, Norteamérica, es la inequidad el saldo rojo que tiene a gobiernos y sociedad en jaque.

Por consiguiente este mal universal, debe ser entendido no como un problema dentro y entre naciones. Es una situación de siglos propia de la evolución humana, cuajada de hechos innecesarios (producto en parte del desequilibrio entre razón, entendimiento y deseos), injustos y evitables; aunque en la realidad, ella es producto de consecuencias de las acciones de unos (gobernantes, funcionarios, comerciantes, científicos, religiosos) sobre una muchedumbre denominada otros. Si lanzamos una mirada sobre el conflicto Rusia-Ucrania, rápido cabe ver que la intervención de otros en el conflicto no es preocupación por libertad igualdad o fraternidad; lo que estremece su conciencia es sacar provecho propio de las acciones que se vayan a dar (control de recursos naturales, venta de armas, destrucción-reconstrucción) pero no pequemos de ingenuos, de pensar que todo ello se hace por la democracia o la justicia y la libertad.

Está muy claro que, las naciones conquistadas y colonizadas de los siglos XVI-XVII, y las que en los dos últimos siglos, diz que han sido para liberarlas (dé qué me pregunto), en ninguna de ellas, funciona un sistema democrático, al menos similar al de sus conquistadores o liberadores, no digamos mejor. La razón: ninguna conquista colonización o liberación se ha realizado motivado por un gran principio ético encausado a la equidad interna y externa.

Pero la inequidad en concreto es plural. La hay de etnia, género, cultura, política, tecnológica, económica, comercial, natural, dirigidas no solo a individuos y grupos sociales sino contra naciones. Algunas tienen que ver con el desarrollo potencial humano de grupos e individuos, otras con robos y atrocidades. Ahí están las que se producen dentro de cada nación, y a la par las que vienen de afuera; estas últimas no solo manejadas por gobiernos sino cada vez más por compañías trasnacionales.

Así que para mi entender, toda la problemática nacional e internacional que ahoga a pueblos y humanidad, descansa en un contexto de inequidades, cuyo lecho es una forma de gobernarse y una socialización débil e ineficiente, que no pasa de evitar que las cosas empeoren. Dicha actitud, no aporta al cambio y mejor coordinación de esas numerosos estructuras sociales, con diversos intereses, fruto de la diversidad humana, que ha creado una complejidad de derechos y deberes obligando a una constante creación de estructura comunitaria y jurisprudencia a la par de política, que en la actualidad se han quedado cortas y ha dado espacio a la usurpación, aprovechamiento, ambición y acaparamiento a costa de millones de vida anuales. Estamos más cerca que siglos anteriores, de autoextinguirnos. Nuestras democracias carecen de fuerza y sin ideal que oponer a las fuerzas del acaparamiento y concentración del poder en pocas manos y beneficiados.

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