Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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Alfonso Mata

Cuentan que en la antigua Roma, habiendo Nerón dilapidado 2,200 millones de sestercios en dádivas y prebendas, asesinado que fuera éste, la principal preocupación de la nueva autoridad era el poco tesoro de las arcas. Examinadas todas las posibilidades, pareció lo más justo conseguirlo sacándolo de donde se había originado la situación de penuria. Aprobada que fue la moción, se mandó a llamar a cada uno de los privilegiados para que devolviera el dinero, dejándoles exenta una décima parte. Narra también la historia los lloriqueos y suicidios que a muchos de ellos les aconteció, pues apenas les quedaba la décima parte de la cantidad recibida, ya que habían despilfarrado el dinero de los demás de la misma forma que sus bienes, no quedándoles a aquellos perdularios y consumados ladrones ni un solo campo o hacienda, sino únicamente como instrumentos de trabajo sus propios vicios. Por todos lados se montaron públicas subastas y fielatos y muchos funcionarios fueron depuestos de sus cargos. Se había empezado a actuar con audacia, aprovechando las circunstancias favorables, sin dar lugar a la vacilación, cuando era más perjudicial la inanición que la temeridad.

Argumentan los historiadores que al poco tiempo, todo era de nuevo igual y luego vino el derrumbe del imperio seguido de mil años de incertidumbre.

Resulta indudable en nuestro caso y actualidad, que para tomar las medidas adecuadas contra el avance de la desfachatez y la corrupción estatal, pública y privada, se hace necesario conocer las causas de esa evolución, sopesarlas, poner en claro sus variaciones y sus consecuencias derivadas. ¿Pero quiénes son los que deben conocer y concientizar eso? eso ya se sabe: los pueblos y ¿es eso posible? el filósofo Max Scheler lo expresó con claridad: “el hombre es un callejón sin salida de la naturaleza y es también su única salida” Descubrir un camino, trazarlo, es una acción humana que debe ser social y desde hace siglos, el médico Ambroise Paré expresó esa posibilidad “el hombre no ha nacido para sí solo, ni tampoco para su propio provecho. La naturaleza le concedió un instinto y una inclinación innata a amar al prójimo y a ayudarle, por lo tanto, a sus cosas. Esta mutua inclinación, ha grabado profundamente en nuestro corazón dicha ley táctica del comportamiento”. Pese a esos dotes y gracias de que estamos dotados, el ir y venir sin resultados positivos, ha sido el agitar de nuestra República, así hemos pasado un par de siglos tropezando una y otra vez con los mismos obstáculos, hasta que hoy pareciera que se están actualizando en nuestros cerebros y corazones todas esas malas experiencias y una voz parlante a todos nos dice: “Así no es posible seguir”. La precepción de lo negativo, de lo imposible de la situación, se empieza a volver acción social y está a punto de estallar, como estalló en la antigua Roma ¿pasaremos del pensamiento a la acción?, ¿Será que ya nos llegó el instante de iluminación? Y que esta vez podremos despejar el horizonte con sabiduría suficiente o seguiremos creyendo que: “Un fermento originado en la camisa y transformado por el olor de los granos, convierte el maíz mismo en ratones”.

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