Alfonso Mata
Fue una confirmación de lo ya sabido. La lista “pulgarcito” del gobierno norteamericano, viene a confirmar lo que de décadas se habla: los países poderosos, utilizan una política de denuncia que fluctúa entre luz y oscuridad, silencio y ruido, escogiendo entre esos extremos lo que les conviene mostrar y señalar y ocultan como “forma de sujetar poder”, de “mantener control” de “defender intereses propios”. Esa actitud a su vez, resulta una advertencia para el “usurpador”: ¡Cuídate, te tengo en la mira! Y para otros constituye un ¡harás….! De esa forma las “vacas sagradas” del bandidaje, siguen pastando y exprimiendo los campos.
Pero esa lista, comprobación de lo sabido, no se acompaña de un proceso, aviso, que revele o muestre un camino de cambio, eso sí que ¡no hay! Verifica pero no cambia, ni provoca esperanza. Por supuesto que la embajada y el embajador conocen por su nombre a muchos más ignorados en la lista ¡claro! también nosotros. Las campanadas de los mensajes americanos dan la hora y luego viene el silencio, pues no se sabe con claridad para que repican y por que dan la hora. Preparado con habilidad informática, el mensaje que conocimos lleva advertencia pero carece de ejecución y lo neutralizan otros nacidos a la par en tierra nacional (Sale libre Otto Pérez Molina en caso de corrupción; y juzgado de turno envía a Solórzano Foppa a la cárcel) Acaso para el guatemalteco no son claros esos mensajes y lo ubica en quién es el que manda y tiene la sartén por el mango. El Norte está lejos.
De tal manera que el mensaje americano no deja de ser más que una emoción grosera de que algo anda mal y ahí se muere. Las noticias nacionales por su lado, hablan de una ejecución, de una justicia que da validez a un delito y eso con una ininterrumpida frecuencia. Por consiguiente, la lista americana no viene a ser más que una gotita de agua en medio de un círculo de montón de leña, que provoca una llama, en medio de la cual también arden intereses ajenos a la patria mal llamados trasnacionales, que detienen el actuar con total honestidad de parte de las denuncias y que a la larga, en poco tiempo transforman esperanzas en frustración. Es por ello que esa gotita, no logra ablandar la conciencia cívica nacional.
Qué queda hacer ante el acto de buena voluntad de la Vicepresidenta de los Estados Unidos: Agradecer, pero creo que a más de ello, al gobierno norteamericano le falta más responsabilidad e ir más allá de mostrar a seis ladrones cuando son cuarenta. Debe ir más allá de revelar una fotografía, cuando lo que tiene entre manos es una película. La población necesita que se le tome en cuenta, pero para ello, debe mostrársele un enfoque diferente en todos los sentidos de la palabra y eso, insisto, necesita de una película y no de una fotografía. A la corrupción no se le asusta ya con el petate del muerto. Hablar poco y actuar más, no es una demanda escandalosa en nuestra situación.