Adolfo Mazariegos

Politólogo y escritor, con estudios de posgrado en Gestión Pública. Actualmente catedrático en la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala y consultor independiente en temas de formación política y ciudadana, problemática social y migrantes. Autor de varias obras, tanto en el género de la narrativa como en el marco de las ciencias sociales.

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Hace algunos años leí un texto muy interesante acerca de la cantidad de libros que son publicados anualmente en Islandia. Según dicho texto, (escrito por Rosie Goldsmith y publicado por BBC Mundo, creo que en 2013), en Islandia una de cada diez personas publica un libro, lo cual es un dato sumamente interesante y revelador, sobre todo, si tomamos en consideración que actualmente dicho país cuenta con una población que ronda los 350,000 habitantes (348,449 para ser más precisos, según el censo más reciente del que se dispone). No obstante, lo que llama la atención en ello y que a mí particularmente no deja de parecerme altamente gratificante, es saber que Islandia promueve, con incentivos económicos del Estado inclusive, la tarea de escribir, editar y publicar libros; promueve la traducción a otros idiomas de obras de sus autores; apoya las ferias de libros y tiene, además, programas relacionados a la literatura en los centros de enseñanza en distintos niveles […] ¡Interesante! ¿cierto? Y traigo a colación el texto en esta ocasión, en virtud de la proximidad de la nueva edición de la Feria Internacional del Libro en Guatemala, Filgua, que este año se realizará del 6 al 16 de julio en Forum Majadas, una fiesta donde convergerá un cúmulo de experiencias e historias de esas que crean mundos y permiten que el ser humano se sumerja en mares ignotos y maravillosos que transportan y transforman. Ciertamente el ámbito de los libros y de las letras continúa experimentando turbulencias en todas partes, sin embargo, a pesar de todo, ha crecido considerablemente durante los últimos años (lo cual es bueno y por supuesto alegra muchísimo). Escribir, publicar y promover un libro sigue siendo una labor ardua y en muchos casos titánica, pero no hay nada como el gusto de ver un libro en las manos de un lector o lectora ávidos de transitar por esas imágenes escritas como fotografías que dicen tanto, que pueden significar tanto, que pueden cambiar tanto… La lectura cambia vidas, sin duda, aunque decirlo parezca una aseveración cargada de romanticismo y de añoranza inusitada… La verdad es que ni siquiera nos damos cuenta de lo mucho que aprendemos leyendo… Por lo tanto, sirvan, pues, estas sencillas palabras, como una invitación a descubrir letras nuevas, historias nuevas, vidas nuevas a través de los libros. Y, si les es posible, dense una vuelta por la Feria Internacional del Libro en Guatemala este año, a lo mejor descubren una historia que había estado esperando allí por ustedes, quién sabe.

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