Adolfo Mazariegos

Politólogo y escritor, con estudios de posgrado en Gestión Pública. Actualmente catedrático en la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala y consultor independiente en temas de formación política y ciudadana, problemática social y migrantes. Autor de varias obras, tanto en el género de la narrativa como en el marco de las ciencias sociales.

post author

 

Adolfo Mazariegos

Hace dos o tres años vi una grabación en la que se apreciaba un robot con apariencia humana dando las noticias en un canal de televisión chino. Un autómata creado con base en los adelantos de la Inteligencia Artificial y de otras tecnologías de frontera (como les han denominado). Si alguien hubiera dicho, hace tan sólo cincuenta años, que las creaciones de ficción de autores como Asimov, Wells o Verne se harían realidad en menos de lo que podríamos darnos cuenta, seguramente lo habríamos considerado un disparate, quizá no lo habríamos creído o lo habríamos considerado algo aún muy lejano (o quién sabe). No obstante, resulta interesante (y preocupante en algunos casos) darnos cuenta de que, quienes habitamos este planeta hoy, estamos asistiendo a una etapa de la vida humana que, nos guste o no, sin duda está cambiando de forma radical en muy poco tiempo. Esos procesos son sencillamente imparables. Sin embargo, existen algunos puntos o cuestiones (al menos tres, por ahora) que bien vale la pena poner sobre el tapete a manera de reflexión, sin llegar, por supuesto, a extremos que podrían ser considerados como teorías conspiranoicas o disparates propios de pensamientos poco formados. La primera de estas cuestiones es el hecho de que aquello que llegamos a conocer porque de alguna manera se hace público, es tan sólo una parte de todo lo que realmente ocurre en el marco del desarrollo tecnológico de las grandes potencias, lo cual, hasta cierto punto, es normal, y no cambiará, dado que esa no es una dinámica nueva y usualmente va aparejada del ejercicio de poder. Esa es la historia de la vida humana. La segunda cuestión, que tampoco es algo nuevo, está relacionada con la forma de convivencia social a la que seguramente iremos acostumbrándonos sin que siquiera lo percibamos: si un autómata puede dar las noticias en un canal de televisión sin que podamos (casi) distinguir si es robot o humano, es uno de los signos que adelantan desde ya esa realidad. La tercera cuestión (que ciertamente no es la última en términos reales) se refiere a esa suerte de panóptico (digital) mediante el cual se ejerce control social haciendo uso de las tecnologías de frontera aludidas y de la Inteligencia Artificial, que, en muchos casos, asumimos como libertad en tanto que permiten ciertas posibilidades de las cuales se puede elegir, pero que en realidad están diseñadas en función de obtener determinados comportamientos y fines, convirtiéndonos así en el producto y no en los verdaderos usuarios de tales tecnologías. En términos generales, valga decir que, nos demos cuenta o no, lo aceptemos o no, tarde o temprano el futuro nos alcanza.

Artículo anteriorYa que son salsa los partidos, que sus Diputados bajen la carestía de la canasta básica y otros
Artículo siguienteCandidatos ¿ignorantes o sabelotodo?