Un agente migratorio mexicano les da instrucciones a migrantes que están solicitando asilo en Estados Unidos mientras aguardan en el Puente Internacional 1 en Nuevo Laredo, México. FOTO LA HORA/FERNANDO LLANO, ARCHIVO/AP

POR CEDAR ATTANSIO Y ASTRID GALVAN /AP
CIUDAD JUÁREZ, MÉXICO

Lizbeth García atendía a su hijo de 3 años afuera de una carpa montada sobre una acera, que es su vivienda temporal mientras aguardan a que las convoquen para solicitar asilo en Estados Unidos.

La mujer de 33 años huyó del estado de Michoacán, en el occidente de México, hace una semana con su esposo y cinco hijos _de 3 a 12 años_ luego de que su marido, chofer de camiones, ya no pudo pagar las cuotas que los grupos delictivos exigían por cada cargamento. La familia decidió que era hora de irse cuando las bandas acudieron a su casa a cobrar.

“Me gustaría decir que no es usual, pero es muy común”, declaró García el jueves en Ciudad Juárez, donde los solicitantes de asilo se reúnen para aguardar su turno de solicitar protección en un cruce fronterizo hacia El Paso, Texas.

Los mexicanos se han convertido en el rostro del asilo en Estados Unidos, al superar en número a los centroamericanos que eran mayoría en la caravana de migrantes del año pasado y que provocaron que los arrestos en la frontera llegaran en mayo a su nivel más alto en 13 años.

Desde entonces las detenciones fronterizas han disminuido a causa de las nuevas políticas de Estados Unidos contra el asilo, pero los mexicanos están excluidos de dichas políticas dado que se trata de un país colindante.

Un principio legal que impide que los países devuelvan a refugiados a países donde probablemente enfrentarán persecución ha exentado a los mexicanos de una política que entró en vigencia en enero para hacer que los solicitantes de asilo aguarden en México mientras las cortes de inmigración de Estados Unidos analizan sus peticiones. También están exentos de una política implementada el mes pasado que niega asilo a cualquiera que viaje por otro país para llegar a la frontera estadounidense sin haberlo solicitado allí primero.

México recuperó en agosto el primer lugar de los países de los cuales proviene más gente que cruza la frontera ilegalmente o es detenida en los cruces oficiales, sobrepasando a Honduras, y seguido por Guatemala y El Salvador. Casi todos los cruces ilegales eran efectuados por mexicanos hasta la última década, cuando más personas de los países del llamado Triángulo Norte de Centroamérica decidieron escapar de la violencia y la pobreza.

Menos mexicanos están cruzando en comparación con las elevadas cifras alcanzadas en mayo, pero la reducción en el número de centroamericanos es mucho más aguda, por lo que los mexicanos son ahora la mayoría, según cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés). La cantidad de mexicanos arrestados o detenidos en la frontera disminuyó 8 por ciento de mayo a agosto, mientras que el número de guatemaltecos que la cruzaron se redujo un 80 por ciento, de hondureños bajó 63 por ciento y de salvadoreños descendió 62 por ciento durante el mismo período.

No queda claro con exactitud qué es lo que ha originado el cambio, pero se presume que las nuevas políticas de Estados Unidos y la violencia en México han sido factores. La retirada del gobierno mexicano tras intentar capturar a uno de los hijos del capo encarcelado Joaquín “El Chapo” Guzmán el jueves se dio tras un encarnizado tiroteo con narcotraficantes en el que murieron al menos ocho personas.

“Dado el deterioro en la situación de seguridad en muchas partes de México, con niveles de homicidios que están superando incluso los elevados niveles récord de 2018, parece probable que más mexicanos estén abandonando sus poblaciones por temor y por la creciente sensación de que el gobierno mexicano, en todos los niveles, es incapaz o no está dispuesto a protegerlos”, dijo Maureen Meyer, directora para México y derechos de los inmigrantes en la Washington Office on Latin America, un grupo de investigación en derechos humanos.

Personas hacen fila para cruzar la frontera hacia los Estados Unidos en el Puente Internacional 1, en Nuevo Laredo, México.
FOTO LA HORA/ MARCO UGARTE, ARCHIVO/AP

Los grupos que viajan como familias representaron el 23 por ciento de todos los mexicanos arrestados o detenidos en la frontera en agosto, un cambio importante en comparación con oleadas migratorias previas en las que casi todos los mexicanos eran hombres solos, según cifras de la CBP. Otro cambio importante es que 36 por ciento de los mexicanos se presentaron en los cruces fronterizos oficiales _la forma en que Estados Unidos pide actuar cuando se desea solicitar asilo_ a diferencia de épocas pasadas, en que casi todos intentaban cruzar ilegalmente.
El gobierno estadounidense tiene espacio limitado para detener a familias y, según un acuerdo judicial, debe liberarlas a más tardar en 20 días. En general, las familias que desean asilo han sido liberadas en Estados Unidos con un monitor electrónico de tobillo para el jefe de familia y una orden de presentarse en las cortes de inmigración, las cuales tienen un enorme número de casos atrasados y pueden tardar años en resolverlos. Eso cambió para todos, salvo los mexicanos, con los nuevos límites estadounidenses al asilo y su política de hacer que los que desean obtenerlo aguarden en México, llamada oficialmente “Protocolos de protección al migrante” y coloquialmente “Permanecer en México”.

“Es un cambio bastante drástico de lo que hemos estado observando en el último par de años”, dijo Guadalupe Correa Cabrera, profesora asociada en la Escuela Schar de Políticas y Gobierno en la Universidad George Mason. “Ahora se ha corrido la voz, y actualmente los mexicanos son los únicos que pueden solicitar asilo”.

En Phoenix, sólo entre 40 y 50 personas están siendo puestas en libertad en Estados Unidos cada día, aproximadamente la mitad de las que eran liberadas cuando estaba llegando el mayor número de personas. Uno de los sitios a donde las familias son enviadas es a The Welcome Center, una escuela primaria abandonada convertida en albergue y operada por el Comité Internacional de Rescate (IRC, por sus siglas en inglés), donde se pueden albergar unas 70 personas, pero está incrementando su capacidad casi al cuádruple.

Desde que abrió sus puertas el 27 de julio, el Welcome Center ha recibido a 567 personas, dijo Stanford Prescott, portavoz del IRC. Casi 64 por ciento eran mexicanos, y casi 7 por ciento guatemaltecos. En marzo y junio, antes de que el Welcome Center abriera pero cuando el IRC y otros ya estaban apoyando a las familias migrantes, aproximadamente el 76 por ciento de las familias que recibían servicios eran guatemaltecas.

En un centro de detención de familias en Dilley, Texas, cerca del 30 por ciento de las familias a las que da servicio el Dilley Pro Bono Project _una institución de apoyo a los migrantes_ son mexicanas, en comparación con sólo 1 por ciento antes de este mes.

Aun así, los mexicanos, al igual que los de otras nacionalidades, deben esperar en México, usualmente durante meses, para hacer sus solicitudes iniciales con sistemas de turnos creados el año pasado porque Estados Unidos procesa un número limitado de solicitudes cada día.

En Ciudad Juárez, unas 100 familias integran el campamento de carpas alineadas a ambos lados de una calle que conduce a la avenida principal de la urbe y al cruce fronterizo Paso del Norte, donde se procesan las solicitudes de asilo. Algunos en el campamento dijeron que habían llegado debido a la falta de empleo en el sur de México.

Un hombre que no quiso proporcionar su nombre indicó que se fue de Michoacán porque una pandilla le avisó que obligaría a su hijo de 18 años a unírseles. Él y otros que viven en un campamento de carpas dijeron que hubo dos balaceras cerca de allí, una el miércoles y otra el martes. Luego del primer tiroteo decidió trasladar a su familia a un cuarto de hotel, aunque dejó su carpa en la acera.

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