Claudia Santizo ha podido encontrar espacios para no olvidar sus raíces y forma parte de grupos de danza guatemalteca en donde comparte su amor por Guatemala con otros chapines. FOTO CORTESÍA

Por Margarita Girón
jgiron@lahor.com.gt

Adicional al hecho de haber migrado hacia Estados Unidos en busca de una vida mejor, las mujeres migrantes guatemaltecas enfrentan retos en su vida laboral, además de las responsabilidades del hogar.

A decir de guatemaltecas entrevistadas por La Hora Voz del Migrante, el papel de la mujer dentro de las comunidades migrantes, debe ser valorado para impulsar a otras a sobresalir en los espacios que se desempeñan.

Claudia Santizo, Feve Aguilón y Letty Barán, representan a las miles de mujeres guatemaltecas que además de aportar a la economía estadounidense con su fuerza de trabajo, emprendimientos y obras humanitarias, deben conjugar su papel de trabajadoras con el de madres, esposas y en algunos casos como único pilar económico en el hogar.

“LAS MUJERES MIGRANTES SON LUCHADORAS”

Desde Stamford, Claudia Santizo, una migrante guatemalteca relató que aunque los motivos que la hicieron migrar no fueron los que impulsan a miles de guatemaltecos, decidir quedarse en Estados Unidos y no volver a Guatemala, le hizo enfrentarse sola al reto de ser el sostén económico para sus dos hijos por más de 20 años.

“Yo vine a este país cuando tenía 18 años, al principio fue suave porque aquí estaban mis hermanos y no me faltaba nada, pero lo difícil fue cuando ellos decidieron regresar a Guatemala y yo me quedé sola en un país que no era el mío, sin saber inglés y sin tener papeles”, relató Claudia.

La entrevistada recordó que aunque al inicio no fue complicado, después de terminar su matrimonio y quedarse sola con dos hijos, la situación empezó a complicarse, pues era una madre joven y convertirse en el único sostén para sus hijos, que demandaban educación, alimentación y tiempo de calidad, fue un desafío difícil de enfrentar.

Claudia describió que por más de 16 años, trabajó como niñera de dos niños y gracias a ese trabajo pudo sacar adelante a sus hijos, quienes han destacado por sus habilidades académicas y a decir de la guatemalteca, es algo que le llena de orgullo y satisfacción, pues sabe que aunque lo hizo sola, trabajar por ellos y ver los resultados es una de sus mayores satisfacciones.

“Yo trabajaba y al volver me aseguraba de que ellos hicieran sus tareas, cocinaba, preparaba su ropa y todo eso que hacemos las madres, pero a veces la situación me superaba y tenía que ocultarme en el baño a llorar para que ellos no me vieran mal porque me sentía desesperada por momentos, me sentía sola y sentía que no iba a poder”, dijo Claudia.

Aunque para la guatemalteca, la vida ha estado acompañada de momentos difíciles, ahora que sus hijos crecieron, ha podido encontrar espacios para no olvidar sus raíces y forma parte de grupos de danza guatemalteca en donde comparte su amor por Guatemala con otros chapines que practican bailes folclóricos en Connecticut y además colaboran con causas humanitarias tanto en ese lugar como de ayuda para Guatemala.

Claudia relató que uno de los momentos más emotivos que ha vivido recientemente, fue el año pasado, cuando después de 23 años pudo volver a Guatemala y al bajar del avión la emoción la invadió pues a decir de la guatemalteca, no hay nada como su país.

De acuerdo con Claudia, ser mujer migrante es sinónimo de fortaleza, entrega y mucha responsabilidad, porque además de tener que sostener un hogar, las mujeres que migran y que además, tienen la responsabilidad de mantener a una familia se convierten en luchadoras incansables que dan todo por los suyos.

“Dios nunca me soltó de su mano y bendito sea Dios pude salir adelante con mis hijos y aunque no fue fácil, lo hice bien, no me arrepiento y si lo tuviera que volver a hacer lo haría mil veces más”, destacó Claudia.

“Yo trabajaba y al volver me aseguraba de que ellos hicieran sus tareas, cocinaba, preparaba su ropa y todo eso que hacemos las madres, pero a veces la situación me superaba y tenía que ocultarme en el baño a llorar”.

“SER MADRE SOLTERA EN ESTADOS UNIDOS FUE UN RETO”

Feve Aguilón, originaria del departamento de Petén, migró a Estados Unidos cuando tenía 19 años, aunque para llegar a su destino final debió permanecer dos años en México y trabajar para completar el pago de su viaje y el de su hija que en ese momento tenía casi 3 años.

“Uno llega sin nada acá y salir a buscar trabajo es bastante difícil porque uno no conoce a nadie aquí y la primera vez que fui a buscarlo mi hermano me hizo un mapa para que no me perdiera y así aprendí a utilizar el bus porque tampoco sabía cómo movilizarme”, dijo.

De acuerdo con la guatemalteca, pasaron cinco meses y no lograba encontrar trabajo y decidió empezar a preparar tamales guatemaltecos para vender y así poder generar ingresos para ella y su hija.

“Lo que hice para salir adelante con mi chiquita fue empezar a vender tamales a las casas y apartamentos de mi alrededor y gracias a Dios me fue muy bien porque los vecinos me compraban y cada semana me encargaban más, hasta que lograba vender 200 tamales en un solo día y así logré empezar a ganar dinero con mi trabajo”, destacó Feve.

La entrevistada describió que aunque era difícil la rutina, pues debía llevar a su hija con ella en la carreta que utilizaba para transportar los tamales, también le entusiasmaba estar junto a su hija sin tener que dejarla sola en casa.

Feve relató que luego de unos meses pudo conseguir un trabajo en una joyería y aunque eso significó tener que dejar a su hija al cuidado de una niñera, su amor y preocupación no cesaban pues al llegar del trabajo, pasaba por ella y luego se ocupaba de atenderla y compartir el tiempo que la rutina se lo permitía.

“Yo llegaba a las 8 de la noche a mi casa y cuando uno recién acaba de llegar tiene miedo de estar en la calle y sobre todo con una niña pequeña en los brazos, en ese tiempo yo era madre soltera y llegar a la casa para descansar y estar con ella”, destacó Feve.

La guatemalteca relató que fueron años difíciles porque debía trabajar doble turno y luego a pesar del cansancio de la jornada, debía continuar con las tareas en casa incluso los días domingos.
“Mi hija estaba resintiendo mi ausencia porque casi no pasaba tiempo con ella y por eso decidí dejar un trabajo para poder compartir más y estar más cerca de ella y ver lo que ella necesitaba en esa etapa de su niñez”, acotó Feve.

Aunque Feve formó un hogar tiempo después, recordó que su etapa como madre soltera fue uno de los retos más difíciles en Estados Unidos pero logró salir adelante.

“Yo debía trabajar para pagar la renta, los servicios, el colegio, el combustible para poder movilizarme y la comida para mis hijas y para mí, yo era todo, porque era papá y mamá y eso fue un reto en mi vida porque ni siquiera estaba en mi país”, describió la entrevistada.

Aunque ahora, casi 15 años después de haber migrado, Feve ya cuenta con un permiso de trabajo en Estados Unidos y con ello pudo optar a obtener un trabajo mejor remunerado para sostener económicamente a sus dos hijas; una de ellas con discapacidad, la responsabilidad de estar cerca de ella le llevó a decidir entre cuidarla y tener un medio económico fuera de casa para poder solventar los gastos.

“Continuamos en la lucha cada día pero lo importante es no perder la fe ni la esperanza y tratando de educar lo mejor que podamos a nuestros hijos y es una de las cosas que más me gustan de mi trabajo, porque puedo estar cerca de ellas”, resaltó Feve, quien pudo continuar en casa al cuidado de su hija.

Además de inculcar en sus hijas el amor por sus raíces, Feve manifestó que cada fin de semana, le acompañan a compartir almuerzos con los migrantes que recién llegan a Estados Unidos en busca de una oportunidad y permanecen por horas afuera de las fábricas con la esperanza de conseguir un empleo.

“A veces las personas que migran piensan que acá todo es fácil pero no es así, aquí cuesta encontrar trabajo y salir adelante y hay muchos migrantes que van a buscar trabajo y a veces no encuentran y nosotros tratamos de compartir con ellos porque todos hemos tenido necesidad en algún momento”, enfatizó.
Feve manifestó que uno de sus deseos es poder volver a Guatemala para que sus hijas puedan conocer el lugar en donde nació ella y su hija mayor, “quiero que volvamos para que ella pueda conocer su tierra”, dijo la entrevistada.

Feve Aguilón manifestó que cada fin de semana, le acompañan a compartir almuerzos con los migrantes que recién llegan a Estados Unidos en busca de una oportunidad.
FOTO CORTESÍA

“Lo que hice para salir adelante con mi chiquita fue empezar a vender tamales a las casas y apartamentos de mi alrededor y así logré empezar a ganar dinero con mi trabajo”.

“PORQUE EL DÍA TIENE SOLO 24 HORAS, ES QUE NO TRABAJAMOS MÁS”

Letty Baran, originaria de Quetzaltenango, líder migrante guatemalteca reconocida por su labor con la comunidad en Estados Unidos, destacó que el papel de las mujeres migrantes debe resaltarse y valorarse, porque representa un reto doble, pues como en su caso, además de hacerse cargo de la crianza de sus hijos, existen otras responsabilidades que no pueden dejarse de lado y combinarlas es un reto para cualquier mujer, madre y trabajadora que decida migrar.

“Porque el día tiene solo 24 horas, es que no trabajamos más. Yo decidí iniciar mi propio negocio porque no tenía con quien dejar a mis hijas y eso me ha permitido llevarlas conmigo a todas las actividades que realizo”, dijo la líder migrante, ahora presidenta de Asociación Primaveral, una organización de migrantes guatemaltecos en Estados Unidos.

Baran destacó que su rutina empieza muy temprano, pues antes de salir a trabajar, debe dejar preparado el desayuno para sus hijos que luego de ir a la escuela, se reúnen con ella después las 14:00 horas en donde luego de pasar por ellas, continúa trabajando en casa administrando los emprendimientos que con mucho trabajo ha logrado establecer.

“Por la misma necesidad me propuse trabajar sola porque si lo hiciera para alguien más no podría tomar el tiempo para dedicárselo a mis hijas”, enfatizó Baran.

Actualmente Letty, impulsa una pequeña agencia de viajes, una tienda en línea de artículos típicos y servicios de asesoría legal, que le han permitido trabajar en horarios flexibles.

De acuerdo con Baran, de las nueve organizaciones que conforman Asociación Primaveral Inc, ella es la única guatemalteca que lidera una organización y ser nombrada como presidenta es una acción positiva y ahora busca involucrar a más mujeres para que visibilicen y se creen más oportunidades para destacar y abrir espacios para las guatemaltecas que trabajan por sus familias en Estados Unidos y en Guatemala.
“Aquí nosotras trabajamos de sol a sol y lo hacemos para mantener tanto a nuestras familias en Guatemala, sino también para nuestros hogares aquí (EE. UU.), una mujer trabaja y aparte vuelve a su casa a ver que todo esté bien, a cocinar, a limpiar y atender a nuestras familias, es un papel muy importante el rol de la mujer migrante y debe valorarse”, puntualizó la guatemalteca.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 51.2 por ciento de la población guatemalteca está representado por el género femenino y aunque se estima que quienes migran hacia Estados Unidos, son en gran porcentaje hombres, la tendencia durante el año fiscal 2019 según datos de la CBP reflejó que el número de unidades familiares guatemaltecas que migraron hacia Estados Unidos incrementó y hasta superó los números de 2019.

Durante el 2018, según datos del Instituto Guatemalteco de Migración (IGM), 5 mil 168 mujeres fueron deportadas de Estados Unidos, mientras que hasta el 11 de septiembre de este año, la cifra se sitúa en 4 mil 229, un 81 por ciento del total registrado en 2018, faltando aún más de 3 meses para que finalice el año.

Letty Baran: Por la misma necesidad me propuse trabajar sola porque si lo hiciera para alguien más no podría tomar el tiempo para dedicárselo a mis hijas. FOTO CORTESÍA

“Porque el día tiene solo 24 horas, es que no trabajamos más. Yo decidí iniciar mi propio negocio porque no tenía con quien dejar a mis hijas y eso me ha permitido llevarlas conmigo a todas las actividades que realizo”.

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