POR ELLIOT SPAGAT /AP
SAN DIEGO

Un retrato detallado de la ola reciente de familias en busca de asilo en la frontera con México da una idea de cómo los trataron al entrar a Estados Unidos y dónde se asentaron.

Houston fue el destino de 432 de las 7 mil 358 familias alojadas brevemente en un refugio en San Diego desde fines de octubre hasta junio, 100 más que el segundo lugar más concurrido, Los Ángeles. La cifra confirma que Houston se ha convertido en el puerto de entrada principal para los inmigrantes, los centroamericanos en particular.

En otro reflejo de los cambios demográficos, Chicago, otrora un polo de atracción para los inmigrantes mexicanos, fue el destino de apenas 76 familias, quedando en el 21er lugar con menos de la mitad del número de familias que fueron a Nashville, Tennessee, y prácticamente a la par de Fort Myers, Florida.

Dumas, una población de 15 mil habitantes en el norte de Texas que es mitad latina y tiene una gran planta empacadora de carne, fue el destino de 56 familias, más que Denver, Phoenix o Seattle. Otras ciudades pequeñas que atrajeron a muchas familias fueron Huntsville y Gadsden en Alabama y Chattanooga, Tennessee.

Las ciudades fueron tomadas de una base de datos compilada por Tom Wong, profesor adjunto de ciencias políticas en la Universidad de California, San Diego, basada en formularios de registro en un refugio asociado con la Red de Respuesta Rápida de San Diego, una coalición de abogados, activistas y grupos cívicos.

La coalición abrió su refugio a fines de octubre, cuando las autoridades estadounidenses empezaron a liberar a familias solicitantes de asilo antes de que pudieran organizar sus viajes. Al quedar en libertad, se colocaba a los jefes de familia una tobillera electrónica para poder rastrearlo y se les daba órdenes de presentarse a las autoridades en las ciudades de destino mientras sus casos siguen el lento proceso judicial.

Las autoridades arrestaron o detuvieron a casi 800 mil personas entre octubre y junio, con lo cual el sondeo de San Diego de más de 17 mil 100 adultos y niños es una muestra parcial pero significativa de una ola que abrumó a las autoridades, al tiempo que muchos migrantes quedaron encerrados en condiciones a veces sórdidas.

Entre las familias solicitantes de asilo en San Diego, el 31% denunció problemas con las condiciones de detención, de acuerdo con un estudio que el Centro de Políticas de Inmigración de Wong publicó el miércoles. La detención de las familias duró en promedio 3 y 4 días.

Las quejas más frecuentes se referían al agua sucia, los alimentos en mal estado y la escasez de fórmula para bebés. Otros denunciaron la falta de artículos de higiene dental y de instalaciones para bañarse. Casi la mitad denunció problemas como la dificultad para dormir, la sobrepoblación y el frío.

El estudio halló que uno de cada cinco jefes de hogar tenía una lengua principal distinta del español, pero casi el 90% recibió instrucciones legales en español. Otros idiomas comunes incluyen las lenguas mayas k’iche’, q’eqchi y mam, el vietnamita y el creole.

De las familias atendidas en San Diego, el 48% eran guatemaltecas, el 30% hondureñas, el 8% salvadoreñas y el 5% haitianas.

“Estas conclusiones provocan graves dudas sobre el proceso legal”, dijo Kate Clark, directora de servicios de inmigración en el Servicio Familiar Judío de San Diego. “Si las familias solicitantes de asilo no reciben instrucciones cruciales en un idioma que puedan leer o comprender, ¿cómo podemos pretender que se manejen en un proceso legal de por sí complejo y que se vuelve cada vez más en su contra?”

La agencia de Aduanas y Protección Fronteriza no respondió de inmediato a un pedido de declaraciones.

El condado de San Diego ha permitido al Servicio Familiar Judío ocupar un antiguo tribunal gratuitamente. El refugio, que recibe financiación del estado y donaciones privadas, aloja hasta 250 personas a las que brinda comidas calientes, baños y camas durante tres días.

La población ha disminuido al reducirse los arrestos en la frontera y al aplicar Estados Unidos la norma de obligar a los solicitantes de asilo a aguardar en México mientras los tribunales tramitan sus casos. Los mexicanos están eximidos de esa norma.

Luz Viviana Pérez, de 53 años, dijo que pasó más de dos años de fuga en su México natal, tratando de huir de una pareja abusiva que le bajó los dientes a puñetazos y presionaba a su hija de 17 años para que se dedicara a la prostitución.

En su fuga ha recorrido todo México, dijo en el refugio donde se encuentra con sus dos hijas, la menor de 12 años.

Pérez está al tanto de las denuncias sobre la detención en Estados Unidos, pero no tenía quejas sobre sus cinco días en una celda con otras 30 personas. Las luces estaban siempre encendidas, pero tenía cuatro comidas al día y se bañaba cada dos días.

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