Por SONIA PÉREZ D/AP
La muerte de un niño guatemalteco a causa de una infección bacteriana mientras estaba bajo custodia de la patrulla fronteriza estadounidense pone de manifiesto el riesgo que corren los menores que migran junto a sus padres y echa dudas sobre la calidad de las instalaciones a donde son llevados.
Felipe Gómez Alonzo, de 8 años, murió la víspera de Navidad en El Paso, Texas, a causa de una influenza y una bacteria respiratoria, el estafilococo aureus.
Oscar Padilla, cónsul de Guatemala en Phoenix, Arizona, dijo a The Associated Press que la semana pasada fue entregado el informe forense sobre la muerte del menor.
El niño indígena originario de la aldea de Yalambojoch, del departamento de Huehuetenango, había viajado junto a su padre Agustín Gómez, de 47 años, huyendo de la extrema pobreza en Guatemala e ingresó a Estados Unidos el 18 de diciembre de 2018, el mismo día en que ambos fueron detenidos.
Su padre informó entonces que el niño estaba en buenas condiciones de salud. Pero días después de estar bajo el resguardo de la patrulla fronteriza el menor fue llevado con síntomas de influenza a un hospital, donde finalmente murió.
La muerte de Gómez coincide con la de Jakelin Caal Maquín, de 7 años, también migrante y quien falleció tres semanas antes. Según el informe, trazas de estreptococos fueron halladas en los pulmones, hígado, bazo y glándulas suprarrenales de la niña por lo que tuvo una “infección de progresión rápida” que derivó en una falla orgánica múltiple.