LABORAN EN LARGAS JORNADAS Y SE ESFUERZAN A DIARIO POR SALIR ADELANTE

Por Grecia Ortíz
gortiz@lahora.com.gt

Elena y Antonio llevan unos 30 años viviendo en Estados Unidos, dejaron Guatemala en búsqueda de mejores oportunidades ya que querían un futuro distinto y ahora lo tienen, aunque no es nada fácil.

Su día laboral es diferente al de muchas personas en Guatemala. Ellos tienen turnos que inician a las 5:30 p. m., mismos que a veces llegan hasta las 6:00 a. m. del siguiente día, aunque por temporadas, su horario tiende a cambiar. Es decir, son entre 8 a 13 horas diarias de trabajo.

La tienda en donde trabajan ambos vende diversidad de artículos para el hogar, como tuberías, lámparas, adornos y otros. Su labor consiste en acomodar todo en las estanterías.

Al llegar a casa tras la jornada, sus responsabilidades no merman, deben cuidar a sus dos nietos de 4 años, mientras su hija de 18 años estudia, aunque también debe apoyar con las responsabilidades del hogar.

La Hora Voz del Migrante acompañó a una familia de chapines quienes abrieron las puertas de su hogar para que conozcamos cómo viven a diario sus satisfacciones lejos de Guatemala, el lugar que reconocen como su país de origen.

Su trabajo, esfuerzo y dedicación por construir una familia con oportunidades y desarrollo se ve reflejada además en las remesas que envían a Guatemala constantemente.

En el estado de Oregón, la época fría apenas inicia en la ciudad de Tigard del condado de Washington. Árboles de manzana, cipreses y pinos adornan las calles, algunos por la época muestran su follaje de colores, de color café y algunos rojizos.

Apenas se ve a algunas personas caminando por las calles, la mayoría se moviliza en vehículo o transporte público. Las avenidas lucen limpias y entre los vecinos el trato es cordial.

Las calles en buen estado hacen fácil la movilización de los vehículos y los conductores se detienen al paso de los peatones. Se puede observar que las áreas verdes están circuladas y las personas del lugar no tiran basura en las calles.

ASÍ INICIA EL CAMINO AL TRABAJO

La vivienda, una casa de siete habitaciones que está adornada al frente por un árbol, alberga a la familia de Elena y Antonio, un matrimonio de guatemaltecos que desde hace unos 30 años decidió emigrar a Estados Unidos.

Previo a salir de casa, todos los días los esposos se preparan, llevan agua, licuados y unos pequeños recipientes en donde ponen sus alimentos ya hechos, dice Elena, esto les sirve para soportar largas jornadas.

Ambos se preparan para salir y mostrar la rutina diaria hacia su trabajo. Se dirigen a unos 25 kilómetros al lugar que desde hace 11 años ha sido el pilar para generar el sustento de su hogar y familiares en Guatemala.

Usualmente salen de su vivienda unos 30 minutos antes de la hora de entrada a trabajar, ya que sus horarios varían de acuerdo con las asignaciones de sus superiores y que a veces puede sumar entre 8 a 13 horas de labores.

Para llegar a tiempo y sin tener que lidiar con el tráfico viajan por una carretera rodeada de naturaleza.

EL TRAYECTO

Ambos refieren que a pesar de los extensos horarios no sienten cansancio, “hacemos esto siempre, hay veces que las horas de trabajo son más, todo depende de la fecha”, dice Antonio mientras se ajusta el cinturón de seguridad, de su vehículo tipo Van.

En el camino habla de las bondades que le trajo la migración a él y su familia, recuerda que con el tiempo más casas han sido construidas en la montaña, mientras continúa su relato los guantes y un abrigo bastante holgado que son parte de su vestimenta, demuestran la temperatura actual en esta localidad.

El invierno apenas empieza, en los meses posteriores lluvias y hasta nieve son usuales para los residentes del lugar quienes ya están preparados para el clima.

“Tuviste suerte porque no hay mucho frío, en estos días se siente muy helado, pero en las casas y tiendas hay calefacción así que solo es de conseguir un buen abrigo”, dijo Antonio a la reportera de La Hora Voz del Migrante.

El viaje sigue. Ahora conduce por un sitio en donde ya se ven tiendas y algunas casas. En ocasiones cuenta que se detienen en un restaurante donde venden desayunos y antojitos mexicanos, “aquí hay mucho latino, conozco a varios aquí”, apunta el guatemalteco.

UNA JORNADA QUE EMPIEZA CUANDO LAS PUERTAS DE LA TIENDA SE CIERRAN

Minutos después Antonio se desabrocha el cinturón, también Elena. Ambos toman sus pertenencias y bajan del vehículo; llegaron a su destino.

Trabajan en una tienda conocida del sector donde se vende todo tipo de artículos para reparaciones del hogar. Cada uno tiene asignado un pasillo o tareas específicas, otros trabajadores tienen horarios distintos.

Según explican, la jornada transcurre cuando la tienda está cerrada, adentro deben permanecer hasta la mañana del siguiente día, ambos llevan comida preparada, pues, aunque pueden comprar prefieren hacerla en casa.

Señalan que hay pocos migrantes en su trabajo, todos se han ganado su espacio, los respetan y reciben su salario a diario.

DEVENGAN UNOS US$100 DÓLARES AL DÍA, UNOS Q750 EN GUATEMALA

Elena saluda a varios de sus compañeros, mientras Antonio se aleja. Según dijo, por hora ganan unos US$12.50, un estimado de US$100 diarios, sin embargo, con el horario extra, les pueden pagar más.

Adentro del local colocan cajas de todo tipo de productos. Hace unos días llevó varios troncos de madera que se usan para calentar hogares o hacer fogatas, cada uno pesa cinco libras y el paquete 30. Cargarlos uno por uno es pesado, comentó Elena.

Mientras la guatemalteca conversa con la reportera, un joven carga varias cajas y las acomoda en los estantes más altos, tiene un arnés atado al cuerpo y otra persona, un migrante de origen mexicano lo dirige.

Elena señala al joven y dice que es su hijo, él también trabaja en el mismo lugar, solo que su horario laboral usualmente es durante el día.

El joven de 22 años nació en California, ya tiene su propio hogar y ahora trabaja para sus hijos pequeños de 2 y 1 año.

La guatemalteca le entrega a su hijo una bolsa, dentro lleva un pan, le da un abrazo y caminan hacia una oficina.

La tienda es bastante amplia, algunos clientes caminan por el lugar, mientras conversan. El tiempo transcurre con rapidez mientras avanzamos dentro de la tienda en donde trabajan, “aquí hay de todo lo que uno quiera”, dijo Antonio, quien nuevamente se unió a la conversación.

RECORRIDO POR LA TIENDA EN DONDE LABORAN

Mientras, los guatemaltecos siguen mostrando la tienda en donde trabajan, señalan que muchos de los productos que tienen no se ven en Guatemala “esto no se ve allá, lo que hace falta es poner negocios, así como estos que den trabajo a la gente”.

Tras conocer el sitio, ambos pasan por las cajas de pago y saludan a algunos de sus compañeros, hoy no trabajaron, ya que tomaron unos días de descanso, se tomaron únicamente el tiempo para compartir con La Hora Voz del Migrante cómo es la jornada de una familia trabajadora en Estados Unidos. Salen del almacén y ahora emprenden el camino de regreso a casa de nuevo en vehículo.

El recorrido en su trabajo finaliza.

OTROS GUATEMALTECOS EN EL CAMINO

Antonio comenta que tratan de comprar comida sencilla, pero el sabor chapín no se pierde y por eso buscan productos de tiendas mexicanas y también visitan una guatemalteca que está muy cerca de su casa.

En el camino se detienen en un centro comercial y al pasar a una tienda chapina un joven lo saluda y brevemente le da la bienvenida, entra y toma algunos panes, hay conchas, cachitos y champurradas, esos son sus preferidos, asegura Antonio.

Mientras paga por el valor de los productos ambos intercambian palabras, en ese momento el joven trabajador cuenta que ya tiene unos 19 años de vivir en Estados Unidos, es originario de San Marcos y llegó en busca de mejores oportunidades, porque en Guatemala todo cuesta.

La tienda abre desde muy temprano, así que los clientes pueden llegar y buscar sus productos favoritos.

SEGÚN ANTONIO LOS MIGRANTES APRENDEN A RESPETAR LAS LEYES

Ahora Antonio sube a su vehículo nuevamente, durante el trayecto de regreso a su casa explica que, en EE. UU., los migrantes aprenden a respetar las leyes.

“Todos respetan las leyes y manejan bien, es cosa que en Guatemala no se mira porque allá la gente no tiene respeto, aquí viene uno a aprender a vivir a Estados Unidos, porque si te das cuenta uno viene con hábitos de su país, aquí se respeta todo. Aquí no hay que tirar basura en las calles”, indica.

De regreso antes de dirigirse a su vivienda, Antonio llega por su hija a la escuela para llevarla a casa. Aunque hay un bus escolar que pasa por ella, por seguridad y tranquilidad de la familia él prefiere hacerlo siempre por su cuenta.

Nuevamente se detiene en otra tienda, van a preparar una comida mexicana y compran varios insumos que les serán de utilidad, “esto nos lo enseñó una compañera mexicana y eso lo haremos hoy, en esta tienda venden casi todo, hay guayabas, manzanillo, de toda clase de güisquil”, afirmó.

DE VUELTA AL HOGAR

Luego de pagar vuelve a su vehículo y tras conducir unos minutos se encuentra de nuevo en su hogar, bajan algunas bolsas y entran a la casa.

Aunque la vivienda tiene el mismo modelo del sector, en el interior todo cambia.

Hay varios cuadros e imágenes de la Virgen de Guadalupe, también fotos familiares y reconocimientos.

En una esquina el comedor, un árbol de Navidad y varios crucifijos con la imagen del Señor de Esquipulas complementan la decoración.

“Ese cuadro me lo dio mi madrina de matrimonio, ella me lo dio no hace mucho, es muy devota del Señor de las Misericordias, hasta me dio una novena para rezarle”, dijo Elena.

Inmediatamente los niños corren para jugar dentro de la casa. La pareja de esposos los cuida desde muy pequeños, por eso el tiempo libre que tienen lo emplean en sus cuidados y procuran darles todo lo que necesitan.

Los llevan al médico cuando sienten alguna molestia o a chequeos de rutina, también les compran ropa, alimentos, juguetes y lo que necesiten.

Todo en su tiempo libre entre semana, el cual, con todas las responsabilidades asumidas, se vuelve corto.

ASÍ FUE COMO MIGRARON

Aunque trabajen largas horas, la pareja no se desanima, “aquí se acostumbra uno, vivimos en California y nos venimos para acá hace un tiempo, eso sí, allá todo era mejor, el clima era como el de Guate, había chipilines y otras verduras, además de mejores trabajos”.

Según afirman, la vida era más sencilla antes, no llevaban el ritmo que ahora mantienen, sin embargo, sobrevivir sí era más complejo.

Antonio trabajaba como agricultor y en diferentes labores como conductor y repartidor de una tienda en Guatemala, no devengaba un salario que compensara el esfuerzo que hacía, de eso ya han transcurrido varios años.

En tres oportunidades cruzó la frontera de manera irregular y tras algunos trámites hace unos años obtuvo su residencia y cuenta que “casi no me costó sacar mi residencia y pues logré ir a ver a mis papás”.

Mientras que Elena se dedicaba a las tareas del hogar en Guatemala cuando Antonio trabajaba, luego que él migrara ella decidió seguirlo, en la primera ocasión cuando cruzó la frontera fue detenida y deportada.

En la segunda ocasión logró cruzar y la familia se estableció en California, empezaron a trabajar por largas horas, siempre enviaban remesas a su familia en Guatemala, padres, hermanos, sobrinos y también amigos para ayudarlos.

“Mira aquí es cierto se gana, pero también se paga todo, renta, agua, electricidad, los teléfonos, comida, gas y medicinas, además de los impuestos que eso no falta, pero estamos mejor que en Guatemala, este es un gran país a pesar de todo, como no hay corrupción se ven las cosas buenas”, dijo Antonio.

Casi todas las noches los hijos de la pareja guatemalteca llegan a visitarlos, entre ellos el joven que trabaja en la tienda y su otra hija de 21. Ambos laboran y se esfuerzan; a futuro quieren seguir estudiando en la universidad pero para hacerlo deben costear los gastos que se requieran.

ACCIÓN DE GRACIAS CON “TOQUE CHAPÍN”

Los guatemaltecos relatan que recientemente el matrimonio aportó para la reparación de la vivienda de un familiar en Guatemala, en su caso enviaron unos US$250 dólares.

“Le ayudamos a mi hermano a arreglar la casa le pusieron puertas, piso nuevo y la pintaron, se ve mejor ahora”, dijo Antonio.

Aunque ahora la familia vive en otro país, tienen claros sus orígenes y no los olvidan, pero a la vez reconocen que sin el esfuerzo que hacen a diario no tendrían las oportunidades que ahora poseen.

“Sabemos que cuesta salir adelante, pero este país le ofrece a uno oportunidades que Guatemala no. En mi caso yo pienso volver a mi tierra, pero no ahora, Lo haré cuando tenga mi jubilación y reciba lo que me corresponda, entonces me iré y pondré un mi negocio”, afirmó.

La familia finaliza la entrevista con la Hora Voz del Migrante, ahora hablan de los planes para el día de Acción de Gracias, se reunieron con primos y demás seres queridos, “aquí comemos pavo, pero también ponemos el toque chapín”.

Son aproximadamente las 19:00 horas, el sol se oculta por completo el viento sopla y adentro todos beben café guatemalteco acompañado de pan.

La jornada laboral les espera en algunos días, solo tienen una semana de vacaciones, después su rutina será la misma.

HUYEN DE LA POBREZA Y DESNUTRICIÓN EN GUATEMALA

La familia guatemalteca comentó a La Hora Voz del Migrante que el problema en Guatemala radica en la corrupción y los gobiernos que no permiten a las familias que salgan de la pobreza.

A nivel nacional el índice de pobreza entre la población, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE), alcanzaba hasta 2014 un estimado del 60 por ciento de la población mientras el índice de la desnutrición infantil se consideraba en un 46.5 por ciento.

Por otro lado, las remesas hacen su aporte, porque cada año representan millones de dólares para la economía de las familias de Guatemala.

Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), son 6 millones 200 mil personas las beneficiadas, entre adultos y niños, entre ellos se encuentran familias como las de Elena y Antonio.

Las remesas son consideradas por la OIM como un capital importante para la inversión, además permiten el sostenimiento familiar y estimulan el consumo.

Sin duda el aporte de los connacionales en el extranjero es importante para sostener a sus seres queridos en gastos de comida, salud, educación, transporte y vivienda.

Entre alimentos, mantenimiento, reparación, construcción de vivienda, transporte, salud, educación y telefonía se invirtió en 2016 un estimado de US$4 mil 800 millones de remesas.

Por eso es por lo que se deduce que sin el esfuerzo de la caravana de migrantes “invisible”, que se estima es superior a más de dos millones de guatemaltecos viviendo en EE. UU., las familias verían comprometidos sus ingresos y forma de vida.

El esfuerzo de Antonio y Elena, por otro lado, recuerdan el costo de ese aporte.

Este año las remesas hasta octubre recién pasado, ya habían sumado US$7 mil 687 millones 355 mil 300, que se mantienen en aumento, al menos desde 2010, siendo 2017 el período que mayor crecimiento registró.

En tanto las proyecciones apuntan a que este año se registrará una nueva cifra histórica.

LIMPIAR, COCINAR, ESTO HACEN LUEGO DE LLEGAR DEL TRABAJO

“Cuando nos vamos y llegamos a la casa…, entonces mi esposo viene y va a dejar a nuestra hija más pequeña, no nos da sueño la verdad, ni sentimos el día, yo me quedo en la casa y cuido de mis nietos que se quedan durmiendo”, comentó Elena.

Según explicó la guatemalteca, de lunes a viernes al retornar a su casa Antonio va a la escuela a dejar a su hija, luego aprovechan para dormir unas dos horas, todo depende de los niños porque deben cuidar de ellos y darles el desayuno.

En ocasiones Elena no puede conciliar el sueño, las largas jornadas y el cansancio le impiden su descanso, pero nunca se desanima y siempre mantiene una sonrisa para sus nietos.

Luego de tomar ese breve descanso la pareja de esposos se dedica a la limpieza del hogar, recogen los juguetes que los niños usaron, tienden las camas y comen algo de lo que Elena prepara.

Esa es la regla diaria, a eso se limita su vida ahora. Su rutina es la misma siempre, aunque ahora deben complementarla con medicina que el seguro les proporciona pues recientemente le fue diagnosticada diabetes.

Ambos tratan de elaborar comidas diferentes, en la casa no falta el pan guatemalteco y tampoco algunas medicinas tradicionales, incluso entre familiares se las comparten cuando alguno tiene, “esas son buenas y ya uno sabe quién tiene, cuando viene alguien de visita nos traen o mandamos a pedir”, dice Elena.

MPI: 113 MIL MIGRANTES IRREGULARES VIVEN EN OREGÓN

El Instituto de Política Migratoria (MPI) publicó recientemente un informe que detalla estados y ciudades donde reside la mayoría de población migrante de manera irregular.

Los datos destacan que la población migrante residente de manera irregular en EE. UU., asciende a un estimado de 11.3 millones de personas, de acuerdo con el MPI.
Cerca del 53 por ciento, de la población residente en EE. UU. de manera irregular son originarios de México, sin embargo, el restante en su mayoría es originario de países como El Salvador, Guatemala, China y Honduras.

Uno de los estados que destaca por la mayoría de los guatemaltecos que viven ahí es Rhode Island.

“En la mayoría de los estados, el segundo origen más común fue un país del Triángulo Norte de América Central: El Salvador, Guatemala o Honduras”, refiere la información del MPI.

En Oregon, por ejemplo, el estado donde viven Elena y Antonio, se estima que hay unos 113 mil migrantes de manera irregular, de ellos unos 82 mil son originarios de Centroamérica y México.

Dicho estado se encuentra situado al Pacífico Noroeste de EE. UU., que es famoso por su variado paisaje compuesto por bosques, montañas granjas y playas, la ciudad de Portland en cambio es conocida por su cultura vanguardista.

Su capital es Salem en tanto Portland es considerada la ciudad más poblada. El territorio fue creado en 1848 y se convirtió en estado en 1859. Por otro lado, es conocido por poseer uno de los paisajes más diversos que incluye volcanes, glaciares y montañas de la cordillera de las Cascadas.

“Mira aquí es cierto se gana, pero también se paga todo, renta, agua, electricidad, los teléfonos, comida, gas y medicinas, además de los impuestos que eso no falta, pero pues estamos mejor que en Guatemala, este es un gran país a pesar de todo, como no hay corrupción se ven las cosas buenas”.

“Le ayudamos a mi hermano a arreglar la casa, le pusieron puertas, piso nuevo y la pintaron, se ve mejor ahora”.
Antonio

“Cuando nos vamos y llegamos a la casa…, entonces mi esposo viene y ya va a dejar a nuestra hija más pequeña, no nos da sueño la verdad, ni sentimos el día, yo me quedo en la casa y cuido de mis nietos que se quedan durmiendo”.
Elena

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