Recientemente tres madres migrantes que decidieron encerrarse en iglesias santuario en distintas ciudades de Estados Unidos, para evitar su deportación relataron en una conferencia de prensa el drama y las dificultades que han enfrentado durante los meses que han permanecido confinadas en los recintos religiosos.

POR DOUGLAS GÁMEZ
dgamez@lahora.com.gt

El encierro en iglesias santuario ha sido una opción que han buscado al menos una docena de migrantes para evitar su expulsión de Estados Unidos, tras el endurecimiento de las políticas migratorias en ese país desde el inicio de la Presidencia de Donald Trump.

En la convocatoria organizada por Church World Service y LA RED, un programa de Faith in Action, participaron las hondureñas Vicky Chávez y Martha Lorena Rivera, así como la guatemalteca Juana Tobar.

La chapina Juana Tobar recordó que está cerca de cumplir un año de permanecer encerrada en St. Barnabas Episcopal Church, ubicada en Greensboro, Carolina del Norte.

“Tengo 25 años de vivir en Estados Unidos y esta situación ha afectado mucho a mi familia, tengo 4 años…mi niño más chiquito tiene 16 años, él está con mi esposo en mi casa, pero el no estar con él en casa le ha afectado, él me necesita, mi esposo cree que ha caído en depresión”, mencionó Tobar conteniendo el llanto.

Vicky Chávez quien se resguardó en la First Unitarian Church en Salt Lake City, comentó que suma 97 días encerrada y que actualmente lucha por una solicitud de asilo. En su relato, enfatizó en lo difícil que ha sido el confinamiento para evitar su deportación, porque lo ha llevado a cabo junto a sus dos hijas, una de ellas de apenas diez meses.

“A pesar de que toda mi familia vive en Utah, son residentes, pero no puedo tener una vida normal con mis hijas…vine de Honduras huyendo de violencia doméstica y amenazas de muerte”, relató.

Por su parte, Martha Lorena Rivera, quien se resguardó en la Holy Cross Retreat Center en New México, calificó de “muy difícil” su situación.

Rivera es madre de tres hijos, su hija más pequeña permanece con ella durante la semana y desde la iglesia santuario sale a estudiar de lunes a viernes, los fines de semana visita a su padre junto a su hermana.

“Está situación nos ha ayudado a seguir…mi hija viene y tiene oportunidad de verme, pero no podemos ir juntos a festejar todos juntos, como teníamos costumbre”, destacó.

“Quiero agradecerles a todos los que se han tomado este coraje de hacer estas comunidades santuario, porque nos han permitido permanecer con nuestras familias, es duro y todo, pero con fe vamos a salir adelante y solamente tenemos que pedir que cambie el corazón de quienes están detrás de todo esto, sobre todo del Presidente…siempre estar positivos que él puede cambiar”, añadió.

La conferencia de prensa telefónica se realizó el 8 de mayo con motivo de la celebración del Día de las Madres que en Guatemala se celebra el 10 de mayo y en Estados Unidos el domingo cercano a esa fecha.

“El Día de la Madre es un momento para que las familias estén juntas y para celebrar a todas las mujeres en sus vidas que guían y dan forma a sus familias”, dijo Johana Bencomo, directora de organización de la federación Fe en Acción NM Comunidades en Acción y de Fe (CAFé).

“Un número creciente de familias se están separando, forzosamente se ven obligadas a elegir entre ingresar al santuario para luchar para mantenerse juntas permanentemente o enfrentar la posibilidad de nunca volver a verse al arriesgarse a la deportación a países que ya no están en casa. Debido a las políticas antiinmigrantes sin control de esta administración y las tácticas y prioridades de cumplimiento, habrá incontables asientos vacíos en las mesas este Día de la Madre. Demasiados niños extrañarán a sus madres, abuelas y otros miembros de la familia”, añadió.

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