POR MARIELA CASTAÑÓN
mcastanon@lahora.com.gt

Han transcurrido 47 días del incendio en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, donde murieron quemadas 41 niñas y adolescentes. La tragedia empieza a olvidarse por parte de la sociedad que salió el 8 de marzo a las calles para exigir justicia, pues en las últimas manifestaciones cada vez se observan menos personas. Mientras, el caso sigue en investigación y a la fecha solo se ha procesado a tres exfuncionarios de la Secretaría de Bienestar Social (SBS), quienes tenían responsabilidades directas en el Hogar. Otros posibles implicados en el siniestro y en delitos de maltrato, violencia y posible trata no han sido detenidos.

inforgaEl 8 de marzo decenas de guatemaltecos salieron a las calles para exigir justicia por la muerte de 41 niñas y adolescentes del Hogar Seguro, mientras que las redes sociales fueron la plataforma desde donde se impulsaron algunas acciones, que también sirvieron como un canal para repudiar los hechos.

A más de 40 días de lo ocurrido, el caso de la niñez de este Hogar empieza a olvidarse y esto se refleja en las manifestaciones que se han convocado en los últimos días, pues cada vez participan menos personas.

En tanto, las autoridades avanzan lentamente en las pesquisas del caso. Antes del incendio se dieron denuncias de maltrato, violencia física, psicológica y sexual, después se conocieron más denuncias públicas, sin embargo, poco se sabe de los avances obtenidos por estas situaciones.

A la fecha únicamente se reportan las capturas e inicio de un proceso legal en contra del extitular de la SBS, Carlos Rodas; la subsecretaria de Protección, Anahí Keller, y el exdirector del Hogar, Santos Torres.

EL OLVIDO DE LAS MUERTES Y EL MALTRATO

La activista Elizabeth Rojas, representante de Guatemala en el Comité Organizador Mundial del Paro de Mujeres y que actualmente continúa promoviendo manifestaciones y actividades para dignificar la memoria de las niñas muertas, ve con preocupación la cantidad de personas capturadas a la fecha, pues aún hace falta determinar la responsabilidad de quienes tenían la llave del Hogar y permitieron la muerte de las menores de edad. Tampoco se han detenido a quienes abusaron de las niñas, niños y adolescentes (NNA), ni a quienes omitieron las denuncias.

Rojas lamenta el arresto domiciliario de los tres exfuncionarios implicados, pues a su criterio la justicia lanza un mensaje negativo al tomar esta decisión: “pareciera que la vida de las niñas no vale nada. ¿Qué pasaría si hubiera sido una sola niña de clase alta la que hubiera muerto de esta manera tan injusta? La dolorosa comprensión es que en Guatemala no todas las vidas valen lo mismo”, argumenta.

La entrevistada dice que también preocupa la actitud de la sociedad, e incluso de las organizaciones de niñez, que prácticamente no han promovido ninguna acción para esclarecer lo sucedido y dignificar la memoria de las adolescentes muertas.

A criterio de Rojas, la indignación por las muertes duró muy poco y ahora existen otros temas que acaparan la atención de la sociedad.

“Duró un par de días la indignación con el tema de las niñas y luego lo han dejado en el olvido, incluso ni han compartido mucho las publicaciones que se hacen. Pareciera que es un tema que pasó de moda para una sociedad que tristemente le presta más atención al dinero que a ciertas vidas”, refiere.

Rojas agrega: “Creemos que, por ejemplo, la sociedad se escandaliza cuando aparecen apellidos de gente bien entre comillas y siguen esos casos con mucho interés, pero de estas niñas no les interesa saber, ni tampoco se ponen a pensar de que no se ha solucionado ninguno de los problemas que llegaron al punto de crisis y explosión”.

¿POR QUÉ SE OLVIDÓ?

Marco Garavito, director de la Liga de Higiene Mental, explica que la actitud indiferente de los guatemaltecos está relacionada a que estos eventos trágicos o adversos suelen ser muy continuos.

“Aquí tras un evento de este tipo, viene otro y luego otro. Todos los días ocurre algo y hace que la población olvide. Otro elemento tiene que ver con un tema histórico: lamentablemente los guatemaltecos hemos vivido en una sociedad de adversidades durante toda nuestra historia, que pueden ser pobreza, situaciones naturales como un terremoto. Sucede que cuando un ser humano vive en un medio constantemente adverso, un mecanismo para evitar sufrimiento es cada vez impactarse menos por lo que ocurre”, explica Garavito.

El psicólogo indica que el mecanismo usado por la sociedad en estos casos se conoce en Psicología como desensibilización defensiva y permite vivir en contextos adversos, pero esto tiene un costo muy alto porque la desensibilización prevalece.

“Nos vamos desensibilizando frente a esa realidad que genera dolor humano, sufrimiento. Es un mecanismo de defensa para protegerse, para poder vivir en una realidad complicada, pero tiene un costo muy negativo, porque nos desensibiliza desde el punto de vista de los valores humanos. Cada vez somos más insensibles al dolor de los demás, cada vez somos menos solidarios a las necesidades de otros, cada vez estamos menos preocupados”, argumenta Garavito.

¿QUÉ HACER ANTE LA INDIFERENCIA DE UN PAÍS?

El director de la Liga de Higiene Mental, dice que los procesos de transformación están relacionados a la educación y formación, pero no únicamente en las escuelas, también en las familias y en los medios de comunicación.

El profesional explica que en el caso de la instancia que dirige, promueven un programa de prevención de la violencia en el Altiplano del país, desde las escuelas hasta con los alcaldes. El tema que abordan con la niñez es la violencia donde se explica a los menores de edad que nadie nace violento y se pueden aprender conductas pacíficas.

Por otro lado, Carlos Seijas, sociólogo independiente, refiere que la ciudadanía tiene memoria a corto plazo, aunado a que está ocupada con su diario vivir; sin embargo, a su criterio, sí existe esperanza para cambiar la actitud de este país y es a través de la juventud, pues las generaciones de adultos aún temen lo que puede ocurrir por manifestar o expresarse por determinado tema.

“La generación de los jóvenes de 20 creen que pueden cambiar el mundo. La esperanza son ellos, porque vienen más ingenuos. Y esa ingenuidad les permite que se aventuren, que experimenten, que se enfrenten a un sistema, que en todo caso para otras generaciones venimos, en el dicho guatemalteco, asustados con el petate del muerto, con un discurso del miedo”, refiere Seijas.

De acuerdo con el sociólogo a través de diferentes acciones de transformación también se debe crear institucionalidad, promoviendo a los propios héroes: los buenos servidores públicos, los cuerpos de socorro, las personas de nuestro entorno.

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