POR MARIELA CASTAÑÓN
mcastanon@lahora.com.gt

La violencia y el terror son dos recursos regularmente usados en momentos específicos en el país. En los últimos años se ha señalado a las clicas de las pandillas por cometer hechos atroces, sin embargo, llama la atención que los actos con mayor saña ocurren en momentos de crisis. Ante un panorama como este surgen las interrogantes ¿quién está detrás de la violencia o desestabilización? ¿Quién manipula o usa a las pandillas en momentos determinados?

Un análisis hemerográfico y de cobertura de violencia realizado por La Hora refiere que, aunque las acciones delictivas de las más de 60 clicas de pandillas del Barrio 18 y la Mara Salvatrucha han persistido en los últimos años, la saña recrudece en momentos específicos.

La información recopilada se concentra en tres momentos de diferentes años: 2017, violencia contra sectores específicos tras el anuncio oficial del retiro del Ejército en labores de seguridad ciudadana. En 2011, año electoral, marcado por la explosión de una bomba incendiaria contra un bus. En 2010, con la aparición de cuatrocabezas en distintos puntos del país en un momento que se discutía sobre la renuncia de Carlos Castresana y el nombramiento de Conrado Arnulfo Reyes Sagastume.

2017: RETIRO DEL EJÉRCITO Y POSTERIORES ATENTADOS

El 2 de enero de este año, los ministerios de la Defensa y Gobernación oficializaron el retiro de 2 mil 100 soldados del Ejército en labores de seguridad ciudadana. Los patrullajes de los escuadrones castrenses tuvieron una inversión de Q1 mil 253 millones 805 mil solo en ocho años.

Tras este anuncio, una espiral de violencia azotó el país: el 20 de enero seis personas murieron en el transporte público en menos de 24 horas. El 14 de febrero, cinco taxistas fueron asesinados en diferentes puntos del país. Entre el 17 y el 19 de febrero hubo tres atentados contra miembros de la Policía Nacional Civil (PNC); un agente murió por evitar un ataque contra el piloto de un bus del transporte público y cuatro policías resultaron heridos.

El ministro de Gobernación (Mingob), Francisco Rivas, no descartó que esa violencia fuera resultado de las acciones emprendidas contra estructuras delictivas, pero tampoco desechó la hipótesis de que existieran grupos interesados en desestabilizar a través de la violencia.

Marco Antonio Garavito, director de La Liga de Higiene Mental, opinó sobre los últimos acontecimientos de violencia y sobre la necesidad de realizar un análisis de quiénes estarían detrás de la violencia.

“La pregunta de fondo es saber si esto es así –que las maras generen violencia– o si es algo manipulado. Yo tengo mis dudas y siempre lo he planteado desde hace varios años, que la lucha contra las extorsiones desde las cárceles no es difícil resolverla. Si se crearan módulos en las cárceles, donde las cabezas más importantes de la delincuencia no tengan comunicación con otros igual que ellos, habría más posibilidad de controlar las visitas”, explica Garavito.

De acuerdo con el psicólogo, por estudios se conoce que las pandillas tendrían vínculos con grupos de poder, que las usan en momentos determinados.

“Yo sigo teniendo la duda si esto no está manipulado para generar un foco de distracción a la ciudadanía y a lo que está pasando con otros temas muy importantes. También recuerde que hay investigaciones o corroboraciones de que las cabezas de las maras tienen vínculos con sectores poderosos de este país, y muchas veces les sirven de fuerza de choque en momentos que los necesitan”, argumenta el director de la Liga de Higiene Mental.

Edgar Celada, del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos (Ipnusac), explica que hay indicios de que una parte de la actividad de las maras está estimulada por los grupos paralelos.

“Es demasiada casualidad que estas cosas ocurran –la violencia en momentos específicos–, que el mayor denominador común de las acciones de las maras con otras acciones de otros sectores, es provocar miedo”, refiere Celada.

De acuerdo con el representante del Ipnusac, no se debe descartar que los grupos delictivos puedan ser usados para la desestabilización.

“Las maras pueden ser instrumentalizadas para mantener el statu quo, precisamente como agentes de desestabilización. Para nadie es un secreto que hay actores dentro del propio gobierno que quisieran desplazar al ministro de Gobernación –Francisco Rivas– y a su equipo”, dice el entrevistado.

2011: AÑO ELECTORAL Y LA DETONACIÓN DE UNA BOMBA

2011, fue el año en que los guatemaltecos asistieron a las urnas para elegir a los futuros mandatarios. La mayoría de propuestas electorales estaba basada en la “lucha contra la delincuencia”. A finales de ese año fueron electos como presidente y vicepresidenta Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, hoy detenidos y sindicados por diferentes casos de corrupción.

El 3 de enero de 2011, un grupo de pandilleros de la clica Little Psycho Criminal del Barrio 18 planificó un atentado con bomba incendiaria contra un bus de Rutas Quetzal, que causó la muerte de nueve pasajeros, entre ellos tres niños.

Las autoridades sindicaron como autor intelectual del atentado a Gustavo Adolfo Pirir García, alias el Hammer, exsargento segundo del Ejército, quien, según los archivos de las fuerzas castrenses, que en su momento argumentaron que se trataba de un homónimo, explicaron que la persona en mención sí fue parte de esa institución.

Los datos proporcionados por el Ministerio de la Defensa (Mindef), detallaron que Pirir García prestó sus servicios de 1999 al 2002 y se retiró al terminar su tiempo de servicio.

“Gustavo Adolfo Pirir García sí aparece en los registros, ex Sargento Segundo de Tropa que causó alta en 1999, y baja el 20 de diciembre de 2002, se retiró al cumplir el tiempo de servicio”, afirmó el Mindef cuando La Hora le consultó sobre esa persona.

El atentado con la bomba incendiaria estremeció a todo el país, no solo por la saña usada por los delincuentes sino porque aún tras las rejas, los delincuentes planificaron cada detalle del hecho. Las víctimas murieron carbonizadas, y las investigaciones determinaron que la bomba incendiaria fue activada desde la cárcel.

A criterio de Mario Bosos, criminólogo y criminalista, las maras son grupos organizados e identificados, y por sus acciones y antecedentes pueden generar mayor temor en momentos críticos. Estas bandas prestan sus servicios criminales a quienes se los pidan.

“¿Quién tiene más efecto? los grupos plenamente identificados. Como todo grupo organizado, prestan sus servicios criminales a quienes estén interesados. En el análisis estratégico hay que considerar el contexto, los intereses de los diferentes actores sociales y económicos, todo está relacionado a que debe haber un actor criminal que pueda impactar”, dice Bosos.

El criminólogo detalla que a través de las acciones de las gavillas, los sectores de poder buscan imponerse.

“Lo que pretenden es el posicionamiento de los grupos de poder, es una imposición. Están buscando una oportunidad para eso”, indica.

2010: RENUNCIA DEL EXCOMISIONADO Y LOS DECAPITADOS

El 10 de junio de 2010 Guatemala amaneció con el macabro hallazgo de la decapitación de cuatro personas; las cabezas y los cuerpos fueron colocados en puntos estratégicos de la ciudad: en el Congreso de la República, en la zona 1; en una pasarela de la Calzada Roosevelt, en la zona 11, cerca de un medio de comunicación televisivo; en el Bulevar Liberación frente a una estación de los Bomberos Municipales y en la colonia Lavarreda en la zona 18.

Estos hechos se originaron en una semana de tensión para los guatemaltecos, tras la renuncia del entonces jefe de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), Carlos Castresana, y la solicitud de la remoción de Conrado Reyes, quien estuvo a punto de ser fiscal general y fue acusado por el entonces Comisionado de no tener idoneidad para el cargo.

Castresana, al hacer pública su dimisión, el 7 de junio de ese año, indicó que el nombramiento de Reyes como Fiscal era consecuencia de un pacto entre despachos de abogados adoptistas y que defendían al narcotráfico.

Tres días después, aparecieron las cuatro cabezas en puntos estratégicos de la capital, acompañadas con mensajes intimidatorios que conmocionaron a los citadinos, al tiempo que dejaron más preguntas que respuestas sobre su origen y la intención de quienes cometieron los hechos, evidentemente coordinados con sumo cuidado.

Años más tarde se conocería que quienes coordinaron las decapitaciones fueron los miembros de la Mara Salvatrucha, supuestamente porque estaban en desacuerdo con los traslados de reos a otras cárceles.

El sociólogo independiente, Carlos Seijas dice que aunque resulta difícil identificar a quienes dirigen a las maras, es obvio que la intención es instrumentalizarlas para provocar miedo.

¿Quién las dirige? –a las pandillas– es un poco complicado, pero si las necesitan para un foco de conspiración, las usan, porque son un instrumento utilizado por algún tipo de estructura paralela al Estado, que busca infundir miedo para que la población haga o deje de hacer ciertas cosas”, explica.

Seijas dice que es obvio que los grupos delictivos reciben un beneficio por sus servicios, pues no pueden actuar sin recibir nada a cambio.

INVESTIGACIONES

Los profesionales entrevistados coinciden en la necesidad de investigar a quiénes estarían utilizando a las maras para cometer hechos delictivos en momentos específicos, pues es la única manera de detener estas acciones y evitar impunidad en los casos.

De acuerdo con los profesionales, aunque el tema es complejo, el MP y la PNC han fortalecido sus capacidades para indagar sobre temas específicos.

62 CLICAS DE PANDILLAS

Según investigaciones del Ministerio de Gobernación (Mingob) actualmente delinquen 62 clicas de pandillas en Guatemala, las cuales tienen a sus líderes en las cárceles y reclutan diariamente a niños, niñas y adolescentes que viven en asentamientos y zonas rojas.

Las pesquisas de la cartera del Interior detallan que actualmente hay 28 células criminales del Barrio 18 y 34 de la Mara Salvatrucha (MS).

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