POR MARIELA CASTAÑÓN
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La captura de Carlos Josué Méndez Gómez y los recientes hallazgos de los informes del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN) y de la Procuraduría de los Derechos Humanos, sobre las cárceles y los correccionales respectivamente, evidencian que el sistema actual no ha proporcionado las condiciones para que una persona se rehabilite a la sociedad. Un ejemplo de ello es la situación de Méndez Gómez, quien inició a cometer delitos desde muy joven, estuvo en un centro correccional y luego en una cárcel de adultos; el 13 de octubre fue detenido nuevamente.

_Nac8_1aDe acuerdo con las investigaciones de la Subdirección General de Investigación Criminal (SGIC) de la Policía Nacional Civil (PNC), Méndez, de 22 años, fue aprehendido en la colonia Lomas de Santa Faz, en la zona 18, sindicado por los delitos de asociación ilícita, conspiración para cometer obstrucción extorsiva de tránsito, asesinato y asesinato en grado de tentativa.

Por otro lado, el Sistema Penitenciario (SP) informó que el joven salió de prisión el 30 de junio de este año, estuvo detenido en la cárcel Fraijanes I por asociación ilícita, obstrucción extorsiva de tránsito, conspiración y lavado de dinero. Méndez ingresó a esa cárcel el 28 de junio de 2012.

CAPTURADO EN 2012 Y ANTES EN CORRECCIONAL

En junio de 2012, la Fuerza de Tarea contra Extorsiones del Ministerio de Gobernación (Mingob) capturó a Méndez Gómez, cuando tenía 19 años, sindicado de ser el enlace entre pandilleros privados de libertad y colaboradores en la calle.

A través de las coordinaciones, la estructura integrada por más de 20 personas, habría extorsionado y asesinado a transportistas.

En aquella ocasión, investigadores de la cartera del Interior, explicaron que Méndez abandonó un centro correccional en febrero de ese año.

¿Qué sucedió con él? ¿Por qué no logró reinsertarse? ¿Cómo se sobrevive en la cárcel y en los correccionales?

SIN CONDICIONES PARA REHABILITAR

El 25 de octubre pasado, el CIEN presentó el informe ¿Cómo deshacinar los centros penitenciarios de Guatemala? donde explicó que existe un déficit de 14 mil espacios carcelarios para personas que están en prisión preventiva y en cumplimiento de condena.

El informe detalló que había 20 mil 760 privados de libertad, pero únicamente existen 6 mil 809 espacios carcelarios.

Corinne Dedik, investigadora del CIEN, detalló que esta situación incide negativa, porque no hay oportunidad de lograr rehabilitación para el privado de libertad.

La entrevistada explicó que el sistema carcelario guatemalteco tiene 305 por ciento de ocupación y esto ubica al país como el segundo en Latinoamérica y el quinto a nivel mundial con mayor sobrepoblación carcelaria.

La investigadora del CIEN refirió que aunque la población reclusa ha incrementado en los últimos años no se ha creado infraestructura. La situación ha generado que tres personas ocupen un espacio carcelario.

“El fenómeno del hacinamiento es relativamente reciente, desde el año 2008 a la fecha. Hay un drástico aumento de la población reclusa, pero en los espacios carcelarios no se registra ningún cambio. Esta situación ha provocado que en promedio tres personas ocupen un espacio carcelario disponible, pero eso varía por cada centro carcelario porque las personas privadas de libertad no están uniformemente repartidas”, detalló la profesional.

Por otro lado, la PDH, indicó en su informe que existen “tratos crueles y degradantes”, para los adolescentes en conflicto con la Ley Penal.

Abner Paredes, defensor de la Juventud de la PDH, calificó las condiciones de los centros como “lamentables”, debido a que lograron determinar que no existen programas sistemáticos para la atención y reinserción de los adolescentes y, las condiciones de los centros no permiten una reinserción adecuada.

Paredes detalló que los jóvenes no cuentan con actividades a realizar en su tiempo libre; esto puede durar entre 30 minutos y tres horas en una semana.

En otro tema, el entrevistado explicó que los jóvenes padecen de infecciones en la piel por la humedad y por picaduras de animales. En Etapa II no hay literas y todos los adolescentes duermen en el piso.

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