POR MARIELA CASTAÑÓN
mcastanon@lahora.com.gt

Hilda Morales es la actual procuradora adjunta de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH). Su trayectoria en la defensa de los derechos de las personas, principalmente de las mujeres, inició el año 1964, cuando aún era estudiante de derecho.

Morales fue una de las profesionales que incidió para que los títulos universitarios de las mujeres fueran emitidos en género gramatical femenino en la Universidad de San Carlos de Guatemala, (USAC), y posteriormente en otros centros de estudios superiores privados, pues, antes, estos documentos únicamente eran reconocidos en género masculino.

La Procuradora ha escrito varios documentos que han permitido visibilizar la situación de las mujeres y la importancia del reconocimiento de sus derechos.

_Repo6_1bMorales concedió una entrevista a La Hora, en la que abordó temas relacionados a los embarazos de niñas y adolescentes víctimas de violaciones sexuales, las mujeres migrantes y las niñas del área rural, entre otros.

L.H. ¿Cómo se forja su carrera en la defensa de los derechos humanos, y principalmente de las mujeres?

Hilda Morales. Empecé mi carrera en Derecho como estudiante en los recién creados Tribunales de Familia de aquella época, en el año 1964, y ahí pude darme cuenta de las desigualdades y la discriminación en la legislación. Pude conocer de primera mano cuáles eran los problemas de las mujeres, qué era lo que denunciaban. En esa época no existía una ley protectora específica de las mujeres, lo más que había era la Ley de Tribunales de Familia.

Tuve la oportunidad de trabajar en un juzgado donde el juez era el ahora doctor Rolando Torres Moss, que es el rector de la Universidad Mariano Gálvez. Él era el juez segundo de Familia y yo era oficial. A pesar de que había otros oficiales, él me tomaba en cuenta cuando una mujer llegaba con problemas de violencia y no sabía a dónde ir.

En varias oportunidades fuimos a la Casa Central a pedir posada prácticamente, mientras encontrábamos un recurso familiar. Ahí empecé a tener una visión distinta del derecho, que para mí era sinónimo de justicia, pero me di cuenta de que, sin políticas públicas a favor de las mujeres, no había justicia.

Cuando me gradué las referencias que tenía para empezar con casos eran de mujeres que tenían problemas de divorcio, de alimentos, de patria potestad o de unión de hecho. Después, salí de Guatemala para estudiar un postgrado en Italia sobre derecho sindical y de trabajo y, a mi regreso, quería dedicarme al derecho de trabajo, pero era una época muy difícil y peligrosa para el ejercicio del derecho laboral. Además, tanto en la universidad donde yo había dado clases desde estudiante, así como en la oficina, siempre me referían al derecho de familia, entonces seguí incursionando en ese tema.

Llegó el momento en que las mujeres me buscaban, pero no tenían cómo pagar mis honorarios, a pesar de que yo no cobraba mucho. Así empecé a unir mis esfuerzos con organizaciones de mujeres, de la sociedad civil y a coordinar con las instituciones que tenían obligación de proteger a las mujeres.

L.H. ¿Qué hizo para que los títulos universitarios de las profesionales fueran emitidos en género gramatical femenino?

H.M. Fue a principios de los años 90 que, habiendo conocido al rector de la universidad -de San Carlos-, el doctor Alfonso Fuentes Soria. Él me nombró delegada de la universidad ante la Asamblea Nacional de la Oficina de la Mujer y teníamos que hacer propuestas y tener iniciativas. Lo primero que se me ocurrió fue plantear acciones de incidencia ante el Consejo Superior Universitario para que los títulos profesionales de las mujeres se emitieran en género gramatical femenino. No era posible que siendo mujeres se nos invisibilizara en títulos profesionales.

Eso no fue una tarea fácil, porque el Consejo Superior no quería acceder a esa solicitud. Finalmente, en el año 1992 o 1993, el Consejo aceptó nuestra propuesta porque no era únicamente en la carrera de Derecho que los títulos se emitían así, sino también en todas las unidades académicas.

Cuando obtuvimos esa resolución hicimos una tarea de divulgación acompañados de la licenciada Mercedes Asturias de Castañeda, que en paz descanse. Fuimos a la Universidad Francisco Marroquín, donde ella se había graduado, y aceptaron la propuesta, no de inmediato porque lo tenía que conocer todo su Consejo. También en la Universidad Landívar y en la Universidad del Valle nos dijeron que ya emitían los títulos de esa manera. De esa forma se ha ido visibilizando a las mujeres profesionales.

L.H. ¿Cuáles eran los argumentos de las universidades para no emitir un título profesional en género femenino?

H. M. En la Universidad de San Carlos decían que cuando se emitían los títulos no se estaba discriminando a las mujeres, aunque estaba en género gramatical masculino, y otros argumentos eran que no se podía titular abogada, porque la única abogada que existía era la Virgen María y todas las demás tenían que ser abogados, aunque fuéramos mujeres. Algunos decían que la palabra notaria era una aberración, tenía que ser notario, pero finalmente aceptaron.

L.H. Parte de su experiencia también está basada en el análisis de textos educativos ¿cuáles fueron los hallazgos que encontraron?

H.M. Fue en la época de los años 90, había un proyecto apoyado por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Fondo de Desarrollo de Naciones Unidas para las Mujeres (Unifem) para eliminar los estereotipos sexistas en los libros de texto escolares. Nosotros hicimos un diagnóstico y vimos en los libros de lectura que, cuando estaba la palabra papá, había un hombre en un tractor o con una profesión fuera de la casa, en cambio, la palabra mamá era una mujer con delantal, con una escoba, frente a una estufa; ahí se miraba el estereotipo de que las mujeres tendrían que dedicarse a oficios domésticos, esa es una forma de preparar mentalmente a la niñez para cumplir con esos roles asignados por la sociedad. Por ejemplo, la palabra médico era un hombre, la palabra enfermera era una mujer, teniéndola como una profesión secundaria.

En los libros de matemática encontramos la diferencia, la mayoría de problemas planteados era que Pedrito compra y Juanito vende. Todos los problemas -matemáticos- se referían a hombres y estaban invisibilizadas las mujeres.

En los libros de Ciencias Naturales el cuerpo del hombre era el principal, el ser humano, y para hablar del cuerpo de las mujeres, en Biología, era el aparato reproductor femenino nada más. Hicimos un manual para eliminar los estereotipos sexistas en los libros de texto escolares, donde planteábamos lo que se tenía que hacer, se constituyó una comisión interinstitucional donde tomaba parte el Ministerio de Educación, otras entidades y nosotras. Empezamos con una serie de talleres para concientizar y formar a supervisores y supervisoras del Ministerio de Educación, y a autores y autoras de libros de textos nacionales y editorialistas.

L.H. ¿Cómo evalúa la situación de las mujeres en temas de igualdad y de acceso a la justicia?

H.M. En el tema de igualdad hemos avanzado desde el punto de vista formal, contamos con una legislación avanzada y pionera a nivel latinoamericano o a nivel mundial, como la Ley contra el Femicidio y otras Formas de Violencia contra la Mujer, pero en la práctica todavía vemos la desigualdad, en cuanto a que las mujeres son una minoría para ocupar los puestos de decisión, los cargos por elección popular. En cuanto al acceso a la justicia, luego de la Ley contra el Femicidio surgen los juzgados, tribunales y salas especializadas en delitos de femicidio y otras formas de violencia contra la mujer, se fortaleció la Fiscalía de la Mujer, se creó el Modelo de Atención Integral en el Ministerio Público, sin embargo, todavía hace falta mucho por hacer en cuanto a la ampliación de la cobertura geográfica, en la pertinencia cultural y en los diferentes lugares donde la población mayoritaria es indígena.

L.H. ¿Qué debe hacer el Estado y la sociedad para erradicar los embarazos de niñas y adolescentes, víctimas de incestos o de violaciones sexuales?

H.M. En primer lugar, debe divulgar los derechos de las mujeres y dar a conocer cómo hacerlos valer, tener una educación integral de sexualidad en las escuelas, tener un plan de prevención, empoderar a las niñas, a las madres y a los padres.

Ha habido esfuerzos desde ONU Mujeres, sobre todo en un proyecto denominado Territorios Libres de Violencia, en donde se trata de formar a hombres en las comunidades para que ellos conozcan el problema de la violencia y sean menos violentos, conozcan las consecuencias que tienen, no solamente la violencia sexual, que destruye proyectos de vida de las niñas y las mujeres, sino también la necesidad de que las mujeres sean reconocidas como sujetos de derechos y como parte de la sociedad.

L.H. En la actualidad todavía es común que se promuevan certámenes de belleza de niñas y mujeres ¿vamos por el camino correcto al seguir promoviendo estos eventos?

H.M. No, creo que eso insiste en la cosificación -tratar como cosa a una persona- de las mujeres, como que el cuerpo es lo que debe apreciarse, no la inteligencia, la capacidad de respuesta ante los problemas nacionales o de su comunidad, la formación, la educación de las mujeres como sujetos plenos y autónomos de derechos, al igual que los hombres.

L.H. ¿Qué se debe hacer por las niñas, principalmente del área rural, ya que la mayoría se quedan en casa realizando labores domésticas, sin tener acceso a la educación, a diferencia de sus hermanos?

H.M. Lo necesario es que el Estado tome medidas afirmativas a favor de las niñas, eso no quiere decir discriminar a los niños. Las niñas también deben tener acceso a la educación, a la formación. Ya se han tomado acciones en algunas épocas, por ejemplo, cuando el Ministerio de Educación tuvo un programa que se llamaba Eduquemos a la Niña, y con un lema que decía: Niña educada, madre del desarrollo, porque se ha comprobado que cuando una niña es formada y llega a ser madre, se da una especie de derrame, porque da a entender mejor que sus hijos e hijas tienen oportunidades iguales.

L.H. ¿Qué debe hacer el Estado por las y los migrantes? Un estudio publicado recientemente en el sitio de Global Voices indicaba que el 80 por ciento de las niñas y mujeres centroamericanas que intentaban llegar a Estados Unidos eran violadas en el trayecto

H.M. Hay una gran responsabilidad de los Estados y en Guatemala la falta de oportunidades hace que la madre o el padre emigre en un primer momento, y luego las niñas y los niños tengan que emigrar sólos o en compañía de los Coyotes que los ponen en un plano de mayor vulnerabilidad. Tiene que existir un gran esfuerzo para que las familias tengan acceso al empleo para que no tengan que emigrar.

Hay otros casos en los que son las mujeres las que han tenido que salir huyendo de Guatemala, yo lo menciono así en un ensayo ¿Por qué Huyen las Mujeres? Porque tuve la oportunidad de conocer el problema de mujeres que se fueron huyendo de Guatemala para proteger su vida por la violencia producida por su propia pareja, por las maras o por el crimen organizado; no encontraron otra salida más que irse de Guatemala.

L.H. El 13 de junio del año pasado un bus de San Juan Sacatepéquez fue retenido por la Policía Nacional Civil (PNC) en la zona 7. En ese vehículo viajaban varios pobladores de ese municipio, entre ellos señoras y sus hijos. En esa ocasión usted llegó al lugar y por su intervención fue posible que los pobladores volvieran a su casa ¿cuál fue la razón de su desplazamiento a esa zona?

H.M. Fue una noche, las personas iban en dos buses y venían de participar en una manifestación en la Plaza de la Constitución, en protesta por la corrupción contra el gobierno. La Corte de Constitucionalidad había emitido una resolución pidiendo al Procurador de los Derechos Humanos que velara por el derecho a la libre emisión del pensamiento y por la libre manifestación, sin embargo, yo no conocía la resolución de la Corte, pero en vista de que ahí había entre comillas una detención ilegal de las personas, que habían venido a ejercer un derecho ciudadano, me hice presente en el lugar e intercedí ante el exdirector de la PNC -Walter Vásquez Cerón-. Me guié con las señoras que iban en los buses y el Director de la Policía. Luego, firmamos un acta en la Comisaría 14, pasamos prácticamente toda la noche, ya salí en horas de la madrugada del lugar. Creo que es parte de la defensa de los derechos humanos que nos corresponde hacer, es nuestra función.

L.H. ¿Cuál cree que ha sido su mayor legado para el país como persona y profesional?

H.M. Es difícil decir que se está dejando algo, pero yo creo que hay documentos de tipo legal, hay políticas públicas en las que yo he colaborado. No ha sido un esfuerzo individual, sino colectivo, yo provengo del movimiento de la red de la No Violencia contra las Mujeres, y entre todas hemos hecho propuestas que, en su mayoría, han sido aprobadas, pero todavía hay que seguir haciendo.

«Niña educada, madre del desarrollo, porque se ha comprobado que cuando una niña es formada y llega a ser madre, se da una especie de derrame, porque da a entender mejor que sus hijos e hijas tienen oportunidades iguales».

«Todavía hace falta mucho por hacer en cuanto a la ampliación de la cobertura geográfica,  en la pertinencia cultural y en los diferentes lugares donde la población mayoritaria es indígena».


Formación académica y experiencia

Hilda Morales es abogada y notaria. Estudió un postgrado en Derecho Sindical y del Trabajo en la Universidad de los Estudios de Roma, Italia. Su tesis fue reconocida con el grado Cum Laude. También es Magister en Derechos Humanos y doctora en Derecho.

Morales ha ejercido en diversos puestos como magistrada suplente de la Corte de Apelaciones, directora general de la Coordinadora Nacional para la Prevención de Violencia Intrafamiliar y contra la Mujer (Conaprevi), viceministra de Trabajo y Previsión Social, asesora de la Presidenta del Organismo Judicial en cuestiones de género y derechos de las mujeres, entre otros.

La profesional ha realizado investigaciones, ha escrito ensayos y documentos legales sobre la situación de las mujeres, las personas con discapacidad, las adopciones irregulares, entre otros.

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