POR MANUEL RODRÍGUEZ
mrodriguez@lahora.com.gt

Los analistas opinan que las condiciones de hacinamiento en que viven miles de familias guatemaltecas así como la falta de agua potable, de servicios sanitarios, la acumulación de basura y otros factores, son ideales para que anide y se reproduzca con rapidez y facilidad, el virus chikungunya en el país.

Guatemala a pesar de ser un país en vías de desarrollo, continúa siendo afectado por enfermedades comunes en países empobrecidos, como la malaria, la tuberculosis, el paludismo y el dengue, según la Organización Panamericana de la Salud OPS/OMS.

De acuerdo a la OMS, en el 2012, variaciones de la malaria provocaron a nivel mundial un incremento de paludismo en 677 personas, enfermedad a la que no sobrevivieron, mientras el dengue incrementó el número de víctimas a 4 mil 713. La enfermedad de Chagas mató a 41 personas y la llamada “Leishmaniasis”, a 507.

En 2013 no se registraron muertes por la enfermedad de Chagas pero sí aumento la incidencia de la tuberculosis en todo el mundo. El dengue siguió aumentando a 6 mil 612 muertes, la malaria con 10 mil 659 y el paludismo (como variación de la malaria) creció en 47 mil 934 muertes.

En esa línea, México, El Salvador, Puerto Rico y Estados Unidos, Honduras, entre otros vecinos de Guatemala, han diagnosticado casos de la fiebre chikungunya en los últimos meses, aunque en el país llama la atención el hecho que no se reporta un solo guatemalteco infectado por este virus, tomando en cuenta que Guatemala es considerado un país altamente propenso a los contagios por vectores, tales como la malaria o el dengue.

Con ese contexto, en ocasión de las Fiestas Agostinas que se celebran en el presente mes, el Ministerio de Salud Pública emitió una alerta epidemiológica ante el masivo ingreso de salvadoreños en esta época, que podría implicar el registro de los primeros casos de la fiebre Chikungunya en Guatemala, al tiempo que anunciaron la puesta en marcha de un plan de respuesta a esta enfermedad ante su posible propagación.

Gustavo Barillas, vocero del MSPAS, aclaró que hasta el pasado miércoles no se registraban casos de esta enfermedad en el territorio nacional, pero sí mencionó que la sintomatología del virus Chikungunya es muy similar al dengue, causando dolores musculares más intensos, además de fiebre, dolor de cabeza, abdominal, de ojos, vómitos, sarpullido y sangrado por mucosas en la piel.

El portavoz afirma que la no existencia de casos de chikungunya en Guatemala obedece a que la población está tomando conciencia sobre las medidas para prevenir la enfermedad, por los antecedentes que existen por el virus AH1N1, que azotó fuertemente hace un par de años, a México y países de Sudamérica.

Barillas considera como las personas más vulnerables al contagio de la fiebre chikungunya, a los niños menores de un año de edad, las embarazadas y las personas de la tercera edad, así como quienes sufren diabetes, hipertensión arterial, calcemia (poco nivel de calcio en la sangre), problemas crónicos, pulmonares y renales.

Ante esta proyección, el entrevistado indica que a partir de junio pasado se tomaron una serie de acciones basadas en protocolos para fenómenos epidémicos, como la chikungunya, que incluye intervenciones y asistencia médica en las diferentes rutas de la frontera con El Salvador (Ciudad Pedro de Alvarado, Valle Nuevo y San Cristóbal), hacia todos los destinos turísticos de Guatemala: además del monitoreo de las rutas nacionales con mayor tránsito de visitantes salvadoreños (Jalpatagua y Moyuta, Jutiapa; Siquinalá, Escuintla y Santa Cruz Muluá, Retalhuleu).

Barillas advierte que no existe vacuna ni tratamiento específico tanto para curar como para prevenir la enfermedad, y que aunque raramente es mortal, señala que las personas que han fallecido en otros países, es porque tenían enfermedades previas que se agravaron con la fiebre chikungunya.

Asimismo, agrega que se envía constantemente información al Colegio de Médicos y a la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres, para que se conozca más del virus y se replique la alerta en el interior del país, a la vez que se efectúan 350 pruebas rápidas diariamente a pacientes con estos síntomas, aunque en todas el resultado ha sido negativo.

El funcionario asegura se promueven campañas de deschatarrización, jornadas de fumigación y eliminación de criaderos de zancudos, “aunque tenemos recursos limitados y el personal de la red hospitalaria no se encuentra capacitado para detectar este virus, considerando que los síntomas son similares al dengue”.

El MSPAS entonces enfocará sus esfuerzos de prevención en Jutiapa y Chiquimula, ya que estos municipios están cerca de las fronteras de Honduras y El Salvador, donde se han detectado miles de casos, así como en Izabal, ya que esta localidad tiene un ambiente propicio para la propagación del zancudo transmisor.

“El problema no se trata de inoperancia del sistema de salud. Tampoco es cuestión de países pobres porque en Estados Unidos también hay casos reportados. Lo que es cierto es que las malas condiciones de vida lo hacen a uno más vulnerable, como ya se vio en El Salvador. La forma más efectiva para evitar el contagio es eliminar el agua estancada y el Ministerio es el más interesado en que se hagan públicos los primeros casos porque no se van a ocultar”, afirma Barillas.

_Repo6_1dAbandono histórico del sistema de salud
Según el último boletín de la Dirección de Epidemiologia del Ministerio de Salud Pública, en lo que va de año ya fallecieron 42 personas por dengue hemorrágico y el año pasado para esta fecha había muerto igual cantidad, pero con el doble de contagios.

De igual forma, la entidad reporta que a la fecha se han notificado 25 mil 880 casos sospechosos de Chikungunya. Mientras en el Hospital Roosevelt, se examinan entre ocho y nueve casos sospechosos diariamente.

Para Adrián Chávez, encargado del Área de Salud del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos, el sistema de salud pública no cuenta con planes de respuesta definidos para atender la problemática, así como pabellones de aislamiento en los hospitales que podrían ser utilizados para albergar a los pacientes que resulten afectados.

Además, Chávez sostiene que la salud pública sigue siendo la deuda pendiente del Estado, debido a la incapacidad de los gobiernos de turno para aplicar los programas que impidan la aparición de este tipo de enfermedades en el país.

Asimismo, indica que la institucionalidad pública sigue dependiendo de los hospitales pobremente equipados, que funcionan más bien como almacenes de enfermos y no como centros de salud.

A criterio del galeno, las autoridades prefieren invertir los recursos para la salud en precarias acciones curativas y no en estrategias preventivas para que las personas no tengan que acudir masivamente a los hospitales nacionales de referencia a buscar un servicio que generalmente no reciben en un centro de salud por la falta de equipamiento y de presupuesto.

Según el analista del IPNUSAC, el 1.8% del Producto Interno Bruto (PIB) se destina a la salud de los guatemaltecos. El presupuesto para ejecutar en 2014, del Ministerio de Salud es de Q5 mil 111 millones.

“A esto se suman los bajos niveles de orientación y educación en las comunidades del interior del país, lo que limita la efectividad de los programas preventivos para contrarrestar este tipo de enfermedades”, apunta Chávez.

El investigador calcula que cerca del 70% de los hospitales y centros de salud no está habilitado en este momento para atender una epidemia de tal magnitud y por ello considera que se debe iniciar garantizando la descentralización de los servicios para quienes tienen síntomas de chikungunya, ya que la automedicación es peligrosa, porque puede lesionar otros órganos del cuerpo.

Igualmente, aclara que contrarrestar el virus va a depender de la prontitud, la logística y la constancia para eliminar los criaderos del mosquito que lo provoca.

“El chikungunya lo que va a hacer es poner al desnudo el déficit que tenemos en términos ambientales y sanitarios, y lo digo porque debemos iniciar un proceso para corregir eso. La falta de recursos y el abandono histórico del sistema de salud pública son factores que limitarán la capacidad de respuesta ante este problema”, enfatiza.

_Repo6_1aDebilidad en la vigilancia epidemiológica
El último dato de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), refiere que en Latinoamérica y el Caribe se han registrado 26 muertes por la fiebre Chikungunya; cinco mil 724 casos confirmados y 406 mil 586 casos sospechosos; de ellos 251 mil 880 en la República Dominicana, donde el primer caso fue reportado en febrero pasado.

El virus también ha llegado a Estados Unidos, México, Costa Rica, Haití, Brasil, Puerto Rico y Venezuela.

Para Sulma Calderón, jefa de supervisión hospitalaria de la Procuraduría de los Derechos Humanos, la poca vigilancia y las deficiencias en la detección del chikungunya por parte de la red hospitalaria, parece ser la razón por la que el MSPAS aún no reporta casos de personas afectada por el virus, a pesar del brote en países vecinos.

“El sistema de salud tiene un número de casos sospechosos de esta enfermedad, pero no puede confirmarlos. No puede haber vigilancia si antes no se confirma el diagnóstico. No es que Guatemala no reporte casos de chikungunya, sino que somos considerados como un país epidemiológicamente silencioso porque no tenemos los recursos para hacer la vigilancia adecuada”, argumenta.

La representante de la PDH afirma que “nunca” el Ministerio de Salud tendrá las cifras reales de los infectados por chikungunya, porque no todos los centros reportan los casos, y por otro lado, hay personas que como conocen el tratamiento, se atienden en su casa.

Además, expone que existe el riesgo de que la enfermedad se presente en pequeños brotes en comunidades, aunque toda la población está propensa porque no hay inmunidad ni vacuna para prevenir el contagio del virus.

“No hay ningún caso confirmado, pero se debe estar alerta porque está cada vez más cerca. La distancia que hay entre El Salvador y Guatemala incrementa el riesgo de que en la brevedad tengamos casos de chikungunya”, indica Calderón.

Además, recomienda no hacer pruebas rápidas de forma indiscriminada, pues estas tienden a dar falsos positivos y falsos negativos si se toma en cuenta la sensibilidad de la prueba y el tiempo en que esta se aplica, pues es capaz de detectar los anticuerpos del virus hasta el quinto día de infección.

“Lamentablemente en Guatemala existen muchas enfermedades que están relacionadas a las condiciones de pobreza como el dengue y la malaria. Las áreas rurales comúnmente son las más golpeadas por estas enfermedades porque no tienen acceso a los servicios de salud. No es que no tengamos casos ya, pero no los hemos podido detectar y reportar a tiempo”, agrega.

La entrevistada advierte de que los mosquitos prefieren picar en horas de la mañana y la tarde y desmiente que el mosquito muere inmediatamente cuando pica a una persona que tenga el virus, pues explica que los mismos duran uno y dos meses vivos, por lo tanto pueden picar a muchas personas durante ese tiempo.

“No creo que el sistema de salud se debilite más, pero va a ser más notoria la incapacidad porque en este momento no existen los recursos y las condiciones necesarias para dar respuesta a esta situación. Cuando se presentó la emergencia del virus AH1N1, el Ministerio de Salud no tenía protocolos específicos para atender la enfermedad porque muchos la desconocían. Ahora está pasando exactamente lo mismo porque es algo nuevo y emergente que está llegando al país”, culmina.


Conred: Hace falta información

_Repo6_1bDavid de León, vocero de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres, resalta la importancia de que las personas que padezcan cualquier síntoma de esta enfermedad acudan a los hospitales para que sean examinados y verificar si es el virus o es otra dolencia.

También explica que el virus de la chikungunya tiene tres etapas: la aguda, que dura diez días; la subaguda, que cuando la persona está mejorando comienza a ver dolores articulares nuevamente durante tres meses; y la crónica, aquella en la que esos dolores articulares pueden durar hasta dos años.

Sin embargo, reprocha que desde que el virus entró a El Salvador, el Ministerio de Salud debió brindar más información sobre la enfermedad y estar alerta a su entrada y no esperar que se haga epidémica en el país.

De León explica que cuando el mosquito pica a una persona que está en la fase viral, es decir, en la etapa en que el virus circula en la sangre, otro mosquito lo adquiere y puede durar en este hasta 10 días, picando a otras personas sanas y así es como se contrae la enfermedad.

Asimismo, informó que para atender posibles emergencias sanitarias como la del chikungunya, se instaló la Comisión Nacional de Abordaje de Emergencias Sanitarias –CONAES–, conformada por la Conred, el Ministerio de Salud Pública, el Ministerio de Agricultura, la OMS/OPS, el Centro de Datos para la Conservación y la Cruz Roja Guatemalteca.

Esto con el objetivo de contar con una coordinación interinstitucional a nivel departamental en caso de producirse un brote epidemiológico, para actuar de forma adecuada en la preparación, prevención y respuesta.

“El llamado es para la población a que se informen y acudan a los centros de salud si tienen los síntomas. Hace falta que la población conozca y se involucre más en los procesos de prevención. La información es vital porque salva vidas. Pero existen personas que no atienden las recomendaciones que las autoridades dan a conocer. Entonces hay que hacer un cambio de actitud en materia de cultura de prevención que conlleve a evitar una situación grave”, puntualiza el portavoz de la Conred.

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