Por SONIA PÉREZ D.
SANTA MARÍA NEBAJ / Agencia AP

Decenas de vecinos velaron anoche en Santa María Nebaj, en el departamento de Quiché y a unos a 250 kilómetros al norte de la capital guatemalteca.

Los restos fueron colocados en pequeñas cajas de madera. El olor de la pintura reciente de los pequeños ataúdes cafés se mezclaba con el pino colocado en el suelo y el incienso. Velas, flores y música de un violín y una guitarra artesanal fueron parte de la tradición de velación del lugar.

Margarita Hermoso Pérez, de 69 años, no deja de llorar por su esposo desaparecido, cuatro hijos y los suegros asesinados en la masacre de Xecax.

«Me siento muy triste, me quedé sola con mi hija. ¿Qué culpa tenían mis hijos o los ancianos? ¿Acaso les encontraron arma para que los asesinaran?», se pregunta entre sollozos.

Hermoso cuenta que el 4 de febrero de 1982 llegaron militares del Ejército a Xecax. Ese día había ido a moler maíz a Santa María Nebaj, a cinco minutos de su comunidad, cuando a la distancia escuchó las detonaciones y bombas que explotaban.

«Eso pasó como a las diez de la mañana, cuando escuché los disparos, quise ir a Xecax pero la gente me detuvo, me decían que no fuera porque me iban a matar. Cuando pude ir, como a las tres de la tarde, ya no quedaba nada, los habían matado, los pararon, les dispararon y luego los quemaron», relató a The Associated Press.

Los hijos y los suegros de Hermoso no fueron identificados por el deterioro de los restos, sin embargo, ella pidió que se colocaran seis ataúdes juntos, en los que puso prendas de vestir. Ella sabe que colocar las ropas en las cajas es simbólico: «Esto es una ofrenda, ¿acaso si tuviera a mis hijos no les daría de comer o de vestir?», reclama Hermoso.

Diego Rivera, director de la Asociación del movimiento de víctimas del norte de Quiché, explicó que «los mataron y luego los quemaron». Los restos fueron tirados en una fosa común por los ejecutores.

La Fundación de Antropología Forense de Guatemala inició la exhumación hace cuatro años. Del lugar extrajo las osamentas completas de 28 cuerpos, ocho fueron identificados a través de pruebas de ADN. También se pudo determinar que existían tres víctimas más, pues entre los restos de los cuerpos calcinados y descompuestos se localizaron tres huesos iguales de una parte de la garganta que son únicos en el cuerpo humano, haciendo un total de 31 víctimas.

Guatemala vivió un conflicto armado entre el Ejército y la guerrilla marxista de 1960 a 1996, cuando se firmó un acuerdo de paz con el auspicio de Naciones Unidas.

Según un informe de Naciones Unidas, al menos 250 mil personas fueron asesinadas o desaparecidas. Un 97% de las víctimas han sido atribuidas por los familiares al Ejército y a grupos paramilitares, y el 3% restante a la guerrilla.

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