Por SONIA PÉREZ D.
GUATEMALA / Agencia AP

Muy pocas veces los países centroamericanos habían visto ese desfile de funcionarios de alto rango de la Administración de Barack Obama en los países del llamado Triángulo Norte, El Salvador, Honduras, y Guatemala, y que incluyó al vicepresidente Joe Biden, al Secretario de Seguridad Nacional, Jeh Johnson, y a legisladores estatales de estados fronterizos.

La respuesta a las solicitudes estadounidenses de los gobiernos fue rápida aunque muchos cuestionan su efectividad en el largo plazo y dicen que responde a los intereses de Estados Unidos porque se centraron en evitar la salida de los niños de países donde enfrentan violencia y pobreza endémicas.

«¿Cómo le vamos a pedir que se queden si no tienen para comer, si están siendo violentados por diferentes actores», dijo Julia González, de la Mesa para las Migraciones en Guatemala. «Además no existe un seguimiento a las personas que deportan, ¿a cuántas se les consigue trabajo?, aquellos que huyen de la violencia, llegan los reciben y nada más».

«Lo que hacen los gobiernos de Centroamérica es hacerle el trabajo a Obama, la ley en Estados Unidos no permite deportar a los menores inmediatamente, por eso lo que quiere es que se frenen en los pasos fronterizos», agregó González.

Entre las medidas que adoptaron los gobiernos están la asignación de tareas de control de inmigración a las fuerzas policiales destacadas en las fronteras para combatir el tráfico de drogas; la redacción y presentación a los Congresos proyectos de ley que criminalizan a los padres de niños que viajan solos; la creación de campañas publicitarias que desincentivan la migración, y algunos esfuerzos y recursos para combatir las redes de coyotes.

Ahora les toca el turno a los mandatarios de tres países centroamericanos, que inician el hoy una visita de Estado en Washington y le pedirán a Obama un aumento sustancial de dinero para financiar mejor la Iniciativa de Seguridad Regional Centroamericana, un programa regional que busca mejorar la seguridad ciudadana en esos países.

El tema es que a Obama no le será fácil cumplir con esos pedidos, pues hace poco el Departamento de Estado solicitó al Congreso 130 millones de dólares para el año fiscal 2015, lo que significa un recorte de 30 millones respecto al dinero de 2014.

Además, el Congreso no ha decidido una solicitud de la Casa Blanca por 3 mil 700 millones de dólares para procesar las solicitudes migratorias de 57 mil menores sin acompañantes adultos que han llegado a la frontera desde octubre y que en su mayoría ya fueron entregados a sus familiares, según datos oficiales.

Expertos y voceros de organizaciones pro-migrantes dicen que la solución del problema no consiste en aumentar el dinero para reforzar la seguridad en las fronteras, criminalizar a los migrantes, o a sus padres, y creen que los gobiernos centroamericanos responden a los intereses del gobierno estadounidense y no a los de sus países.

Para la activista lo importante es que los Estados busquen soluciones como permisos temporales para trabajar en Estados Unidos, o mejorar el acceso a salud o educación en el país.

«La verdadera crisis humanitaria está en sus países de origen», a diferencia de pensar que está en la frontera con su poderoso vecino del norte, dice la activista. «Ningún migrante se va diciendo que se quiere quedar toda la vida, todos quieren irse para pagar una deuda, enfrentar un problema de salud, pagar una casa o terreno, pagarle los estudios a los hijos, entonces eso quiere decir que están haciendo lo que el Estado les está dejando de dar».

El cineasta Luis Argueta, quien ha realizado varios documentales sobre migrantes y se ha especializado en el tema, dice que esta situación vino a concientizar acerca del grave problema y asegura que militarizar las fronteras no es la solución.

«Como dice el Padre Ademar Varili, director de la Casa del Migrante en Tecún Umán: *cuando a hagan más altos los muros, los migrantes van a tener alas*», dijo. «Es absurdo pero es real, no hay forma de detener la migración, es un fenómeno que viene desde que somos seres humanos… es absurdo, ridículo, inhumano y estúpido».

Argueta y González coinciden que el problema no es solo de gobiernos, sino de la empresa privada y la sociedad civil que deben resolver los problemas de fondo, los problemas sociales y estructurales.

Los tres países han encontrado líneas de acción conjuntas que podrían poner en la mesa de discusión con el presidente Obama y que van más allá de los recursos para mejorar la seguridad de sus fronteras.

El canciller salvadoreño Hugo Martínez expresó el miércoles que en la reunión de hoy con Obama presentarán «una propuesta concreta con montos de recursos» que deberían invertir los países de origen de la migración, los países de tránsito, los países de destino y la comunidad internacional.

También se propondrán proyectos de mediano y largo plazo para que los pobladores de origen «tengan oportunidades económicas, para que tengan mayor seguridad y para que se sientan motivados y motivadas a quedarse en sus lugares de origen».

Además se planteará, con el apoyo del Sistema de Integración Centroamericano y del Banco Interamericano de Desarrollo, la creación de micro y pequeñas empresas en los lugares de origen de la población migrante, en las que se invertirán 270 millones de dólares.

Con el dinero dicen que promoverán la creación de becas y la apertura de institutos técnicos y vocacionales «para que los jóvenes y niños tengan la posibilidad de formarse en alguna área que esté demandando el desarrollo de las comunidades o el desarrollo del país».

Oscar Padilla, viceministro de Relaciones Exteriores de Guatemala, agregó que en agosto de este año, se reunirán en México los cancilleres de los países del Triángulo Norte y México junto al Banco Interamericano de Desarrollo para elaborar un plan para mejorar las condiciones sociales y económicas de los países.

El gobierno de México anunció medidas para evitar que los inmigrantes se suban a un tren de carga, conocido como «La Bestia», que los lleva a la frontera estadounidense.

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