Pérez Molina se sentó en la primera fila; a su lado se ubicó Baldetti y otros dos sindicados. Foto La Hora / José Orozco

Era el 17 de abril de 2015 cuando la entonces Comisión Internacional contra la Corrupción en Guatemala (CICIG) destapó el caso La Línea. Aquel suceso marcó un parteaguas en la historia reciente del país, en particular porque el secreto a voces sobre la existencia de la corrupción en el país, por primera vez tuvo muchos rostros, con muchos de ellos tras las rejas.

 

Además, significó catapultar a la CICIG como abanderado en la lucha contra la corrupción; por el otro lado, el inicio del declive del gobierno, encabezado por el general retirado Otto Pérez Molina, y la vicepresidenta Roxana Baldetti.

Aunque cuando explotó el caso ambos parecieron estar fuera de culpa, al pasar de los días comenzaron a surgir una serie de hechos hasta forzar a ambos a dejar los cargos.

El reencuentro, que también incluyó a varios exfuncionarios del defenestrado gobierno del Partido Patriota 2012-2015, tuvo otras coincidencias: ambos vestidos de negro y con cabestrillo. Foto La Hora / José Orozco

Hoy, casualmente un 17, aunque de enero, a tres meses de llegar a los 7 años de aquel escándalo que sorprendió a Baldetti en Corea y Pérez Molina en Casa Presidencial, han vuelto a reencontrarse, solo que en una sala de tribunales para enfrentar juicio penal por una serie de delitos sobre corrupción.

El reencuentro, que también incluyó a varios exfuncionarios del defenestrado gobierno del Partido Patriota 2012-2015, tuvo otras coincidencias: ambos vestidos de negro y con cabestrillo; ella en el brazo derecho; él en el izquierdo.

El exgobernante llegó ataviado con camisa gris, pantalón y saco negro; la mascarilla KN-95 también combinaba con su vestimenta. El cabestrillo en el brazo izquierdo, al igual que en ocasiones anteriores no faltó.

Previo al inicio del debate oral y público, Pérez Molina brindó declaraciones a los periodistas con quienes insistió, que este caso «fue un show político montado por Iván Velásquez y Thelma Aldana, mientras aseguró que «pruebas contra mí no hay».

 

“Después de casi siete años que ha sido prácticamente una condena anticipada, se va a iniciar el debate, nosotros esperamos que en este juicio se pueda demostrar verdaderamente la inocencia, a eso es a lo que venimos, a demostrar nuestra audiencia”, puntualizó.

SENTADO AL LADO DE BALDETTI

Pérez Molina se sentó en la primera fila; a su lado se ubicó Baldetti y otros dos sindicados. El general retirado, quien el 29 de diciembre de 1996 fue unos de los firmantes de los Acuerdos de Paz permaneció sereno y callado durante el desarrollo de la audiencia; la mayor parte del tiempo con la vista al frente, prestando atención en todo momento lo expuesto en la jornada. En algunas ocasiones se le vio hacer anotaciones en una libreta.

En pocas ocasiones solicitó el uso de la palabra para argumentar su descontento ante las decisiones de la jueza o formular alguna petición, en especial en el aspecto de las medidas de bioseguridad. En cada oportunidad se puso de pie y con voz clara y directa se pronunciaba sobre lo ocurrido en la sala de audiencias.

Una actitud similar demostró Baldetti, quien también se puso de pie en al menos tres ocasiones al hacer uso de la palabra. La primera, para indicar que posiblemente estaba contagiada de COVID-19; en la segunda solicitó que la audiencia se trasladara a una sala de mayor capacidad; y la tercera para externar su rechazo ante la opción de armar dos grupos de sindicados y que el juicio se desarrollara de esta manera.

 

CON MASCARILLA, PERO SIN DISTANCIAMIENTO

Tanto acusados como abogados, jueces, periodistas y elementos de seguridad, así como los representantes del Ministerio Público y querellantes portaban sus respectivas mascarillas en un recinto en el que poco se podía hacer con el distanciamiento físico.

Algunos ingresaban a la sala acalorados, pues tuvieron que subir las gradas de los 15 niveles del edificio porque los elevadores no eran suficientes para el traslado de las más de 50 personas y el resto del personal de las diferentes judicaturas.

Así se desarrolló el primer día del debate oral y público del caso La Línea, en donde por segunda vez, un expresidente debe responder en un juicio por casos de corrupción, después de Alfonso Portillo justamente cuando Pérez Molina gobernaba el país.

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