Actualmente Luisa trabaja en un centro de cuidado infantil, pero tendrá que buscar un nuevo trabajo en Kentucky. Foto La Hora/Cortesía

Por Margarita Girón
jgiron@lahora.com.gt

Luisa* Morales migró hace 19 años a Estados Unidos, allá conoció a su esposo, también guatemalteco y formó una familia en el estado de Florida y desde entonces, la connacional originaria de la aldea Cruce la Danta, en Jutiapa, se ha convertido en el sostén de su familia, enviando remesas, usadas principalmente para el consumo de alimentos, vestuario y medicina de sus padres.

La entrevistada compartió con La Hora Voz del Migrante, qué ha significado tener la responsabilidad de ser la principal fuente de ingresos de su familia en Guatemala y algunos desafíos que le preocupan sobre el futuro del dinero que envía al país.

Al igual que Luisa, miles de migrantes residentes en Estados Unidos se han convertido en el principal ingreso para sus familias y en consecuencia para el país y así lo demuestran las cifras. En los últimos tres años; según datos del Banco de Guatemala (Banguat), los guatemaltecos han enviado al país casi US$28 mil millones, en una tendencia que ha ido en ascenso proporcional a la cantidad de guatemaltecos que continúan migrando a suelo estadounidense.

En la última actualización de la Cancillería, realizada en julio del 2019, se informó que al menos 2.9 millones de guatemaltecos residen en Estados Unidos, aunque el dato corresponde únicamente a quienes han realizado algún trámite en una de las 21 sedes consulares instaladas en EE. UU., por lo que según funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores, en julio se espera una nueva actualización de datos, sobre la estimación de población guatemalteca en EE. UU.

PARA LUISA, MIGRAR SIEMPRE FUE LA OPCIÓN

Luisa detalló que creció en una finca ganadera en donde su padre trabajó por años y aunque durante su niñez no hubo carencias, al pasar la finca a manos de los hijos del propietario, el terreno fue rentado para la siembra de caña, la crianza de ganado se terminó y el padre de Luisa, dejó de percibir ingresos; aunque sí les permitieron conservar su casa dentro de la finca por los años que había trabajado para el dueño de la finca, ya no existían los medios que antes le proveían.

Por ello, ante la falta de oportunidades Luisa decidió migrar a los Estados Unidos a los 17 años y desde entonces no ha parado de enviar dinero para ayudar a sus familiares en Guatemala, enviando a veces todo lo que ganaba y conservando únicamente lo de sus gastos de hospedaje y alimentos.

En Estados Unidos Luisa conoció a su esposo, con quien formó una familia y actualmente tienen tres hijas, que nacieron en Estados Unidos. Luisa y su esposo completaron el proceso migratorio correspondiente y actualmente ambos son residentes y trabajan para el sostenimiento de su familia; sin embargo, existe una preocupación para Luisa y es que en dos años, su hija mayor ingresará a la universidad y la cantidad de dinero que envía a Guatemala no podrá ser la misma.

“Yo siempre he mandado dinero, desde que vine, a veces hasta dos veces en una semana, porque me llaman que mi mamá o mi papá están enfermos y no puedo dejarlos desamparados porque ellos están esperanzados en mí, pero ya no voy a poder mandarles tanto porque mi hija entrará en un par de años a la universidad y tenemos que ahorrar para eso”, dijo Luisa.

“Yo pensé que podíamos hacer algo, mi hermano estudió mecánica y pensamos que de repente podíamos poner algo, yo enviando dinero y ellos allá administrándolo. pero no había quien nos asesorara…”.

Luisa, migrante

NO HUBO OPCIÓN DE EMPRENDER UN NEGOCIO

A decir de Luisa, la idea de poner un negocio que les permitiera a sus hermanos estar cerca de su casa y salir adelante, nunca pudo concretarse. Según añadió, las condiciones de vida de la aldea, la falta de asesoramiento y el acceso a un punto que fuese rentable para poner el negocio, así como el deterioro en la salud de sus padres, entre otros factores, fueron los puntos que influyeron en que Luisa y sus hermanos en Guatemala no pudiesen emprender un negocio.

“Yo pensé que podíamos hacer algo, mi hermano estudió mecánica y pensamos que de repente podíamos poner algo, yo enviando dinero y ellos allá administrándolo, pero no había quien nos asesorara, porque los bancos no dan préstamos solo así por así y aparte la aldea está lejos y no pasa mucha gente por allí, además, mis papás se enferman mucho y el dinero que mandaba se iba casi solo en medicinas para ellos”, expresó Luisa.

De acuerdo con Milton Díaz, gerente del Instituto Nacional de Cooperativas (Inacop), aunque existe un porcentaje de receptores de remesas que se han asociado a las diferentes cooperativas de crédito y ahorro en el interior de la república y que dejan un porcentaje de lo que envían sus familiares como ahorro, la mayor parte de los beneficiarios lo usa para consumo y adquisición de bienes básicos debido a la pobreza y poco fomento de programas que den un mejor uso a las remesas.

Además, señaló que en algunos casos, contar con este tipo de entidades financieras, facilita la obtención de créditos para los receptores de remesas, aunque no siempre van destinados a emprendimientos como tal, sino a insumos para la siembra de cultivos.

“La poca inversión en negocios o emprendimientos en el área rural, es debido a la situación de pobreza que se vive porque entonces, esa pobreza la tienen que subsanar al recibir esta remesa y que es usada para el diario vivir y aunque sí hay asociados que utilizan sus remesas para el diario vivir y luego pueden hacer un su préstamo en las cooperativas para aquellas cosas que les van a ayudar como la producción agrícola, porque mucha gente no tiene para el abono y para las herramientas que se necesitan en las siembras”, puntualizó Díaz.

También mencionó que es necesario que se impulsen más programas de desarrollo dentro de las comunidades para mejorar el nivel de vida de las personas.

Según dijo Luisa, la vida en Miami es costosa y los trabajos para migrantes son más limitados.
Foto. AP

¿QUÉ DICE EL SECTOR PÚBLICO?

La Hora Voz del Migrante intentó conocer la postura del ministro de Economía, Antonio Malouf, por el tema del mejoramiento del uso de las remesas; sin embargo, no respondió a las llamadas y vía WhatsApp pidió dirigirse a su directora de Comunicación, Patricia Letona, quien proporcionó documentos institucionales, más no una postura directa del Ministro respecto al tema.

Dentro de los documentos remitidos por la institución, se encuentra la iniciativa de Ley 5640, presentada por el diputado Álvaro Arzú Escobar en octubre y conocida por el pleno en noviembre del 2019, denominada “Ley para el fomento del uso productivo de las remesas”.

Según la propuesta de ley, se busca que a través de programas y proyectos diseñados por comunidades migrantes se pueda propiciar el aprovechamiento de las remesas, en un programa de Ciudades Hermanas que estaría adscrito al Ministerio de Economía, aunque de momento dicha Ley no ha sido aprobada y según comentó Byron Darón, comunicador del Mineco, se desconoce si Malouf ya tiene conocimiento de dicha propuesta.

Dardón también compartió un documento en el que se detalla el programa de “Remesas de Uso Productivo”, en donde se mencionan algunas estrategias para hacer una transformación productiva del uso de las remesas a través de encuentros con migrantes; sin embargo, no hay mayores detalles sobre la planificación y fechas estimadas de inicio.

Según dijo René, hermano de Luisa, la vida es dura y no se gana tan bien.
Foto. Margarita Girón

MÁS RETOS

Además de querer ahorrar para los estudios de sus hijas, Luisa indicó que durante los últimos meses del 2019 tuvo que ser intervenida quirúrgicamente y además su esposo se quedó sin empleo, situación que los ha hecho pensar en mudarse a Kentucky, en donde según Luisa, la vida no es tan costosa como en Miami y hay más oportunidades laborales para la comunidad migrante.

“Ahora tenemos que ver qué hacemos, siempre he vivido aquí pero ahora estamos pensando en mudarnos, tendríamos que vender la casa y de hecho yo pensaba comprar una casa en Guatemala, pero la verdad no creo que vuelva un día a vivir a mi país y ese dinero mejor lo usamos para comprar algo aquí, pero tendremos que mudarnos porque aquí la vida es muy cara y dicen que allá en Kentucky es más fácil encontrar trabajo y pagan un poco mejor”, destacó Luisa.

“La poca inversión en negocios o emprendimientos en el área rural, es debido a la situación de pobreza que se vive porque entonces, esa pobreza la tienen que subsanar al recibir esta remesa”.

Milton Díaz, gerente del Instituto Nacional de Cooperativas, Inacop

¿Y SU FAMILIA?

René*, hermano de Luisa, dijo que la ayuda de su hermana es importante porque principalmente la usan para los gastos de médico y medicina de sus padres. También mencionó que la vida en el campo “es dura y no se gana tan bien” y aunque no ha considerado seguir los pasos de su hermana, mencionó que continuará trabajando y viendo si pueden poner algún tipo de negocio en su aldea.

Aunque Luisa dice que a partir de los próximos meses, la ayuda que envía para su familia se reducirá a un envío por mes, manifestó que mientras pueda no dejará desamparados a sus padres y seguirá colaborando en lo que pueda para no falten en casa las medicinas que necesitan.

*Por seguridad y a solicitud de los entrevistados, se omitieron los nombres reales de la connacional y su hermano en este reportaje.

Milton Díaz, Gerente del Instituto Nacional de Cooperativas (Inacop), mencionó que es necesario que se impulsen más programas de desarrollo dentro de las comunidades para mejorar el nivel de vida de las personas.
Foto. Margarita Girón
Artículo anteriorDos de los alemanes repatriados de China tienen coronavirus
Artículo siguienteFCCC: labor de Juan Francisco Sandoval ha sido valiente