POR HEDY QUINO
hquino@lahora.com.gt
Rebeca Arias, Coordinadora Residente del Sistema de las Naciones Unidas en Guatemala, reconoció los esfuerzos del gobierno del presidente Alejandro Giammattei para evitar la propagación del coronavirus COVID-19. Sin embargo, resaltó que el país, tiene un reto mayor en cuanto a la atención de esta emergencia sanitaria, pues los índices de desnutrición infantil y el débil sistema de salud implican un impacto severo en el país.
El análisis de la situación del país se encuentra en un artículo publicado en el portal web de Naciones Unidas en Guatemala y que firmado por Arias
En este, explicó que la inversión que hace el país en el sistema de salud es escasa. “El porcentaje de fondos públicos en el gasto total de salud alcanza solamente un 2% del Producto Interno Bruto (PIB), muy por debajo del 6% recomendados por la Organización Panamericana de Salud (OPS) y la OMS”. Esto provoca que en Guatemala la mayoría de los ciudadanos paguen directamente los servicios de salud, añade la comunicación.
Aunado a ello, la infraestructura hospitalaria del país no está renovada, pues su sistema esta adecuada al número de habitantes que tenía el país en los años 70, con apenas 7.5 médicos y 6 enfermeras por cada 10 mil habitantes cuando los estándares recomendados es de al menos 25 trabajadores de salud por cada 10 mil habitantes en áreas rurales y de 44.5 en áreas urbanas, detalló la OMS.
DESNUTRICIÓN
“La inseguridad alimentaria y nutricional de Guatemala también pone a los guatemaltecos en mayor riesgo frente a la pandemia del Covid-19. Sobre esto, no sobra mencionar que, durante los años 2015–2017 se reportaron 15.8% de personas subalimentadas en el país, comparado con 6.6% en Mesoamérica. Resulta especialmente preocupante que haya más de 1 millón de niños menores de 5 años que padecen de desnutrición crónica en Guatemala, según la última Encuesta Nacional de Salud Materno. La niñez forma parte de la población vulnerable al virus”, indicó el artículo.
A estas precariedades se suma el limitado acceso a agua potable en la población que se encuentra en pobreza. Cuando la principal forma de prevenir el contagio por COVID-19 es mantener la higiene, principalmente a través del lavado de manos, la precaria situación de agua y saneamiento pone a la población en especial riesgo, según lo detallado en la publicación.
De acuerdo con el artículo, el impacto humanitario que este virus puede generar en el país, que potencialmente será mucho peor de lo que hemos visto en países desarrollados (como China, Italia y España), explica entonces la necesidad de tomar el tipo de medidas que el gobierno ha venido tomando en días recientes, aunque las mismas generen también impactos socioeconómicos negativos a mediano plazo.
EFECTOS ECONÓMICOS
Por último, resaltó que, el COVID-19, tendrá un importante impacto en la economía guatemalteca, afectando a diferentes sectores económicos y especialmente a las personas que se encuentran en condiciones vulnerables.
“Lo que se hace evidente es que no se trata de escoger entre la economía o la salud. Este es un falso dilema. Guatemala tiene solo una oportunidad para contener el virus de una manera que le permita mantener su sistema de salud a flote y este es un eslabón necesario para proteger la cadena humanitaria, política y económica del país. El trabajo entonces es continuar conteniendo el virus, al tiempo que se busque mitigar, en la medida de lo posible, otros impactos negativos de mediano plazo”, concluyó.