Un año después de la Caravana de Migrantes, el hogar que dirige el presbítero Mauro Verzeletti, sigue recibiendo a más migrantes. Foto La Hora Carlos López Ayerdi

Por Grecia Ortíz
gortiz@lahora.com.gt

Miles de migrantes caminaron por las principales carreteras de Guatemala el año pasado, niños, adultos y también adultos mayores procedentes de Honduras y El Salvador, se movilizaron en caravanas, un fenómeno migratorio que cautivó la atención del mundo y expuso el drama de miles de personas en los países del Triángulo Norte.

Desde Guatemala ya se habían movilizado migrantes en las llamadas “Caravanas Invisibles”, pero cuando de Honduras y El Salvador empezaron a migrar en grupos numerosos de miles de personas, se dispararon las alarmas para los gobiernos de la región, México y Estados Unidos.

En tanto, la Casa del Migrante en Guatemala, se convirtió en el alivio para muchos de esos centroamericanos en su ruta hacia Norteamérica; hoy ese apoyo a los viajeros continúa, en menor medida, debido a un muro impuesto por políticas migratorias más estrictas en México y Estados Unidos.

Una de esas medidas tiene que ver con Guatemala, Honduras y El Salvador, cuyos gobiernos decidieron responder a la crisis en la Frontera Sur con la firma de tres acuerdos de asilo, que en un principio fueron nombrados como de “Tercer País Seguro”.

Los migrantes reciben además de alimentos, respeto y un lugar en donde dormir, mientras siguen su camino o resuelven su situación migratoria.
Foto La Hora Carlos López Ayerdi

Un año pasó desde que los grandes flujos de migrantes pasaron por Guatemala, niños y adultos viajaron a pie, otros en vehículos o de otras formas, con la sola ilusión de alcanzar el sueño americano y salir adelante junto a sus familias en Estados Unidos, en la era de la administración del presidente Donald Trump.

Las instalaciones de Casa del Migrante en la zona 1 de la ciudad capital de Guatemala, ahora lucen tranquilas y vacías, aunque siempre han llegado migrantes, los platos de comida en los tres tiempos no dejan de entregarse a quienes lo necesiten, constató La Hora Voz del Migrante en un recorrido realizado esta semana.

Un año atrás la atención estaba centrada en el lugar, largas filas de personas desde otros países esperaban por algo de comida, atención médica o un lugar para pasar la noche, en ese entonces la emergencia los superó, recuerda el presbítero y director de Casa del Migrante, Mauro Verzeletti.

Ha pasado un año, y si bien los grupos de migrantes ya no se volvieron a ver como antes, el tránsito de estos y su calvario sigue, ahora con más obstáculos, pues los países del Triángulo Norte recién firmaron un acuerdo relativo al tema de asilo (Tercer País Seguro).

Thelma colabora en la elaboración del almuerzo de migrantes en Casa del Migrante en zona 1. Foto La Hora Carlos López Ayerdi

THELMA: “QUERÍA SACAR ADELANTE A MIS HIJOS”

Thelma, una guatemalteca originaria de San Marcos, refugiada en Casa del Migrante junto a sus hijos y esposo, contó que fue la búsqueda de un futuro mejor lo que los llevó a migrar hacia Estados Unidos.

“Quería sacar adelante a mis hijos quería un futuro mejor para ellos. Los gobiernos están confundidos con esos acuerdos, porque no se puede salir adelante, porque no hay cómo, mire como yo tengo dos niños pequeños”, afirmó.

La guatemalteca tenía sueños que quería cumplir al migrar, pensó que la dejarían quedarse pero ella y su familia fueron deportadas en agosto pasado.

Sus hijos, de 3 y 7 años juegan en una esquina, ajenos al drama de la familia, expuestos a un futuro que su madre asegura, no es el que quisiera para ellos.

Verzeletti, interviene y asegura que ahora con el gobierno de Trump, se puede esperar de todo y lo que ocurra a futuro, de continuar al frente de EE. UU., es visto con preocupación.

“Fue por las caravanas que tomaron todas esas medidas –restricciones de asilo y despliegue militar-, pero les molestan y por eso los explotan, se aprovechan de la mano de obra muchas veces indocumentada y cuando no le interesa los regresan”, dijo.

Migrantes degustan de los alimentos que les proporcionan en el lugar. Foto La Hora Carlos López Ayerdi

MIGRANTES RECIBEN ALIMENTOS

Por momentos la entrevistada se veía interrumpida por la preparación del almuerzo en Casa del Migrante, cuando ocurrieron las Caravanas, cientos llegaron en busca de un plato de comida y las capacidades del hogar se vieron colapsadas.

Y si bien las Caravanas dejaron de llegar a Guatemala, los platos de comida, en los tres tiempos de los últimos tres meses han sido de más de 9 mil platos servidos; las necesidades continúan, así que los donativos de víveres y otros artículos de higiene siempre son necesarios y bienvenidos.

El hogar cuenta con instalaciones diseñadas para las personas que llegan en busca de refugio.
Foto La Hora Carlos López Ayerdi

LETICIA: NO ENTIENDE POR QUÉ FIRMARON ACUERDO CON EE. UU.

Leticia*, otra de las migrantes hondureñas que recibió apoyo en Casa del Migrante, explicó que no entiende por qué los gobiernos firmaron estos acuerdos, cuando la necesidad que existe es grande para la población.

Ella se encuentra en el país, su sueño era llegar a EE. UU., y allá trabajar tanto como le fuera permitido, pero con la barrera impuesta entre políticas y México, ha decidido poner en pausa su viaje.

Por el momento, contó que no sabe si volverá a Honduras o si su futuro podría estar en Guatemala.

Byron, le contó a “La Hora Voz del Migrante”, las razones que lo llevaron a migrar de Honduras.
Foto La Hora Carlos López Ayerdi

UN AÑO DESPUÉS DE LA CARAVANA, LA MIGRACIÓN DE HONDUREÑOS SIGUE

En otra esquina, Byron* un migrante hondureño, añade que decidió migrar por la inseguridad que vivía en su país, pero también al ser víctima de un asalto y otras experiencias decidió retornar y en Casa del Migrante encontró apoyo, como también lo vivieron muchos de sus compatriotas en las Caravanas Migrantes, que descansaron en la ciudad y también en Esquipulas.

“Trabajo descargando bananos aquí en el Cenma, pero en Honduras lo que hacía era ordeñar ganado, y me fui porque mataron a un hermano que me seguía a mí… entonces me vine llegué a Tapachula y me quitaron todo, me regresé y pues quiero arreglar mis papeles aquí para encontrar un trabajo digno”, afirmó.

Además, refiere que la situación todavía se vuelve más compleja porque cree que el Gobierno no apoya a la población. En Honduras se quedó su esposa e hijo, su sueño es que ellos también lo sigan y viajen a Guatemala para acompañarlo.

“En Honduras el salario mínimo es de un par de lempiras, el dinero hondureño no vale, sin embargo el dinero guatemalteco sí vale aquí y se aliviana uno, pero con las lempiras no alcanza, estando allá no gana uno ni para la ropa”, aseveró.

En el año fiscal 2019, autoridades estadounidenses han reportado la captura de más de 400 mil personas, entre ellas los integrantes de las caravanas migrantes que en su mayoría son de Honduras y El Salvador, mientras los guatemaltecos que ya han integrado las movilizaciones “invisibles”, pero que en algunos casos han visto frustrados sus sueños de llegar a EE. UU.

Verzeletti, con más de 20 años en Guatemala, finaliza el recorrido y afirma que lo visto en octubre del año pasado con la cantidad de migrantes que llegaron, fue un suceso único, que nunca habían visto.

*Nombre ficticio para proteger la identidad.

Voluntarios y trabajadores de la Casa del Migrante preparan los alimentos para del día, hace un año las instalaciones no se daban abasto para atender la emergencia.
Foto La Hora Carlos López Ayerdi
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