Según la OIT y la Cepal, la desaceleración en la producción, así como el desempleo y el aumento de los índices de pobreza, son indicadores que favorecen al aumento del trabajo infantil. FOTO LA HORA/JOSÉ OROZCO

Por Denis Aguilar
dagular@lahora.com.gt

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), dieron a conocer hoy en un análisis el cual señala que la pandemia del COVID-19, podría generar que 300 mil niñas, niños y adolescentes se vean obligados a trabajar en América Latina y el Caribe.

“El impacto devastador de la COVID-19 que genera una reducción en los ingresos y altos niveles de inseguridad económica en las familias podría generar un aumento significativo en el número de niños, niñas y adolescentes en trabajo infantil”, señalan las entidades en su análisis.

Según la OIT y la Cepal, la desaceleración en la producción, así como el desempleo, la baja cobertura en protección social, la falta de acceso a protección social y el aumento de los índices de pobreza, son indicadores que favorecen al aumento del trabajo infantil.

En el estudio, ambas entidades mencionan que entre 109 mil y 326 mil niños, niñas y adolescentes podrían ingresar al mercado laboral sumándose a los 10.5 millones que ya están en situación del trabajo infantil actualmente.

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Asimismo, indican que el porcentaje de niños, niñas y adolescentes entre los 5 y 17 años en situación de trabajo infantil en América Latina y el Caribe bajó de 10.8% en 2008 a 7.3% en 2016, es decir 3.7 millones menos de niños, niñas y adolescentes en situación de trabajo.

Tanto la OIT y la Cepal señalan que uno de los principales factores de inseguridad e inestabilidad económica en los hogares es el trabajo informal, donde la protección social es mínima debido a la ausencia de contratos laborales.

Además, afirmaron que el cierre temporal de las escuelas es otro factor que tiene el potencial de aumentar el trabajo infantil en estas regiones. En Guatemala, las escuelas están cerradas desde que se confirmó el primer caso de COVID-19.

En tal sentido, plantean que los niños, niñas y adolescentes deben estar en el centro de las prioridades de acción que para así ofrecer respuestas y consolidar los avances en la reducción del trabajo infantil.

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