En la fotografía se muestra a Pablo Monsanto. Foto: Cortesía

El excomandante de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) evalúa 25 años después de la firma de la paz, los sucesos que impidieron que este fuera una victoria para el país.

Esta es la última de tres entrevistas que publica La Hora, un cuarto de siglo después de finalizado el Conflicto Armado Interno que dejó más de 200 mil muertos o desaparecidos con actores firmantes de aquellos compromisos que significaron un espacio de esperanza para construir un mejor país, con menos desigualdades.

Pasados 25 años, la polarización izquierda derecha, que antes se dirimía con la violencia armada, asesinatos y desapariciones, se ha trasladado a la descalifican a través de los medios digitales, pero las condiciones de que originaron aquella guerra sucia, de injusticia, pobreza, falta de educación, salud y para muchos, hasta la fecha continúan sin resolverse.

 

EXCOMANDANTE GUERRILLERO

En el otoño de su vida, Pablo Monsanto, el nombre con el que ha sido conocido el excomandante de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) y de la comandancia de la URNG acaba de concluir su segundo libro en el que narra sus años como combatiente. El primero, de casi 500 páginas, lo tituló: “Somos los jóvenes rebeldes, Guatemala insurgente”.

Su nombre de pila es Jorge Ismael Soto, también conocido como “Manzana”, apodo que recibió debido a que se le enrojecían las mejillas por el frío y altitud de la Sierra de las Minas, cuenta uno de sus compañeros de guerra.

Pablo Monsanto fue excomandante de las Fuerzas Armadas Rebeldes. Foto: Cortesía

Sus inicios en la lucha armada fueron tempranos, desde los 16 años, en un lejano 1962. De allí que hoy es el único dirigente de la comandancia de la URNG que está vivo y puede evaluar 25 años después de la firma de los Acuerdos de Paz, del cual se convirtió en un crítico severo, al considerar que este pacto no fue honrado.

En esta ocasión, hace una evaluación de los años del conflicto armado, del acontecer político que enmarca este acontecimiento de más de 36 años; y cuenta cómo transcurren estos días lejos de los reflectores de aquel día; y en el que aprovecha para desmitificar falsas ideas sobre un estilo de vida que asegura le han inventado.

A pesar de evaluar una Guatemala deteriorada, resaltó que se necesita una transformación política profunda desde lo económico y social, y son los jóvenes quienes deben liderar este cambio.

“Quisiera verlo antes de morir”, dijo con esperanza.

¿Cómo evalúa la firma de la paz, 25 años después?

A la luz de los acontecimientos, está más claro que nunca que los que firmaron los Acuerdos de Paz con URNG no fueron capaces de honrar este pacto. Los fueron desechando con el curso de los años y aplicaron una estrategia consistente en fragmentar estos acuerdos en compromisos. Solo cumplieron aquellos que no les causaban ninguna molestia.

Se fueron cumpliendo en la medida en que las organizaciones populares y sociales, manifestaron su deseo de participar en el proceso de paz. Es lo que se conoce como la institucionalidad de la paz; sin embargo, los acuerdos de fondo no se tocaron.

 

¿Qué acuerdos que no se cumplieron?

Habría que analizar cada uno, pero fue obvio que la estrategia se basó en que habría una reforma constitucional que permitiera abrir el camino hacia la creación de una nueva Constitución, a través de una Asamblea Nacional Constituyente. En cambio, lo que se hizo fue una consulta popular que fue un fracaso, con una participación mínima de la población.

Segundo, hicieron una campaña en contra de estas reformas. Todos los sectores que han estado medrando del poder del Estado en los últimos 60 años: CACIF, la oligarquía y el Ejército, los poderes facticos que dominan el Estado. Obvio, no hicieron nada.

Por otro lado, los instrumentos, o los partidos políticos de derecha, lo que hicieron fue complicar más la reforma constitucional, así, en lugar de nueve reformas que planteó URNG, introdujeron 50 y pico. Eso complicó más, además de fragmentarlos en temas que eran de su conveniencia; el no cumplimiento de esta reforma cerró el paso para echar a andar una serie de medidas sociales y económicas que no permitieron avanzar.

¿Cuáles son los acuerdos que considera fundamentales?

Primero, el de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas. Como comandancia, pusimos como meta que este pacto creara las condiciones para que los pueblos originarios pudieran organizarse políticamente y luchar por sus demandas particulares. Se ha cumplido parcialmente, no ha habido claridad del rumbo, no hay una sola propuesta, sino varias expresiones.

En relación con el rol del Ejército en una sociedad democrática, esta institución sigue siendo un poder real en Guatemala. Los militares siguen tomando decisiones, creando partidos políticos y llevando a la presidencia a gente que no reúne las condiciones mínimas para desarrollar temas de los acuerdos.

 

De manera que a la luz de la situación actual del país, si la comparamos con la situación de hace 25 años, en general, estamos peor.

¿Qué lo hace creer que estamos peor que antes?

En términos sociales, tenemos un 60% de población en pobreza, de los cuales el 23% es pobreza extrema; tenemos un 49% de desnutrición crónica infantil; los migrantes mantienen la economía del país. La migración es producto de la pobreza, falta de fuentes de trabajo y de bajos salarios. La migración se ha convertido en el gran negocio de los bancos.

Por otro lado, el juego que han hecho con las instituciones; la manipulación de la que es objeto el Tribunal Supremo Electoral (TSE).  Si hacemos una comparación de los acuerdos y ahora, hay índices y datos que demostrarían este retroceso.

En la fotografía se muestra a Pablo Monsanto (lado derecho) cuando era comandante de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) y de la comandancia de la URNG. Foto: Cortesía

En cuanto a la represión, ciertamente hace 25 años las masacres y el genocidio eran terribles, pero ahora las comunidades de los pueblos originarios son objeto de presiones constantes por parte del Estado, con procesos ilegales como estados de Sitio y represión de la población.

En general, lo único que no ocurre ahora es que después de esta entrevista, pues no me van a matar.

Usted habla de la necesidad de crear un Estado Plurinacional. ¿A qué se refiere?

El Estado se construye sobre la base de la Constitución Política de la República. Una carta magna que fue elaborada durante el gobierno militar de Óscar Mejía Víctores, por lo que tiene elementos contrainsurgentes que garantizan a la oligarquía de que no se pueda hacer nada para cambiar la situación política, económica y social del país. Sobre esa base dieron comienzo los gobiernos civiles.

 

Mientras no se cambie la Carta Magna desde el primer artículo, que se incluya a los pueblos que no han participado y que siempre han estado marginados, se les ha impuesto un conjunto de leyes con un Estado que no responde a necesidades.

En Guatemala para destruir el sistema de partidos se hicieron reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos; esto llevó a la proliferación de mini partidos que no tienen programa, ni ideología. Los que llegan, en su mayoría, son delincuentes.

¿Cómo evalúa los errores que tuvo la propia guerrilla? Se dice que la batalla política la ganó la guerrilla, pero la militar no.

No perdimos la guerra, cambiaron las condiciones internacionales y nacionales. Esto a partir del gobierno de Jimmy Carter (en EE. UU.), quien le quitó apoyo económico y militar al presidente (Anastasio) Somoza en Nicaragua. Eso permitió que las organizaciones sociales apoyaran el Frente Sandinista de Liberación Nacional y esta presión social provocó la renuncia de Somoza y crea a su vez un nuevo escenario en Centroamérica. Hubo un incremento claro de la guerra en El Salvador y Guatemala, pero se crearon nuevas condiciones porque los movimientos sociales y populares empezaron con nuevas formas de ascender al poder, no solo en la región, sino en América Latina.

Fotografía se muestra al expresidente estadounidense Jimmy Carter. Foto: La Hora/Archivo

Antes de eso, la preferencia de Estados Unidos era utilizar los ejércitos como instrumentos de poder. Somoza llegó a controlar Centroamérica a través de gobiernos militares de los tres países: Guatemala, El Salvador y Honduras, con excepción de Costa Rica; fueron gobiernos militares durante décadas. Era la forma de contener la revolución.

Hacia fines de los 90, el movimiento guerrillero fue perdiendo apoyo popular, no midieron alcance hacia la población civil. ¿Cuál es su visión crítica?

El Ejército desarrolló una estrategia de ocupación territorial y obligó a la población a organizarse en las Patrullas de Autodefensa Civil; fueron más de un millón de personas con un control minucioso a nivel de aldeas. Entonces la fuerza guerrillera no podía actuar, por eso es que Efraín Ríos Montt, en su defensa, dijo “lo que hice fue aplicar una estrategia”. El principio: la población es a la guerrilla, lo que el agua es al pez. Sacrificaron a la población en su incapacidad de vencer a la guerrilla militarmente. No nos vencieron. Aunque el terror todavía prevalece.

No hubo derrota militar de la guerrilla, ni victoria política. Hubo acuerdos de paz que si se hubieran cumplido habrían sido una victoria política.

¿Cuál es su proyecto reciente?

Recién terminé mi segundo libro, el cual recoge las últimas experiencias guerrilleras a partir del gobierno de Carlos Arana Osorio y su continuación con los siguientes gobiernos militares. Todavía no me decido por el título.

Parto desde la organización y fortalecimiento del movimiento guerrillero en Petén, a partir de 1972; una nueva etapa cuando salimos de la Sierra de las Minas. Este momento llevó, por un lado, a Inglaterra a llevar tropa a Belice para impedir que el Ejército de Guatemala penetrara en el territorio beliceño persiguiendo a la guerrilla. Luego, los militares guatemaltecos debieron aumentar sus efectivos en la zona fronteriza para hacer frente al movimiento. A partir de eso, Naciones Unidas comenzó las negociaciones sobre este territorio en conflicto.

En un inicio, el gobierno militar estuvo dispuesto a dar batalla, pero terminaron por rehuir el enfrentamiento y buscaron la salida política negociada solo reclamando la parte sur de Belice, pero ¿y dónde estaban los defensores de la soberanía nacional?

Debe recordarse también el contexto de la Guerra Fría y las condiciones internacionales cambiaron debido a las negociaciones entre los presidentes de Estados Unidos y la entonces Unión Soviética.

 

¿A qué se dedica ahora?

Mis proyectos políticos fracasaron. Intenté formar tres partidos políticos y cada uno lo anularon a través de los fraudes: ANN, luego una segunda ANN y por último Convergencia. Pensé: ¿para qué voy a seguir haciendo el juego, mientras los mismos siguen controlando el Estado?

Por eso actualmente me dedico a escribir, vivo del aporte que me dan mis hijos mayores; no recibo un centavo del gobierno ni poseo fuente de financiamiento oficial. Me señalaron de ser azucarero, de ser millonario. Afortunadamente ni azúcar en la sangre tengo.

Pablo Monsant narra en su libro sus años como combatiente. Foto: Redes Sociales

Hago un reto público para que investiguen mis cuentas bancarias y propiedades. Incluso, tengo 10 años de no tener seguridad personal, violando los acuerdos, me la quitaron. La mayor parte de mi vida me la paso encerrado en mis archivos y mi biblioteca.

A través de mis redes, insisto en que, si no hay unidad del movimiento social y popular para ganar las elecciones, seguirán gobernando los mismos.

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