En Río de Janeiro, dos perros rescatados se han convertido en mascotas locales e influencers en ciernes después de unirse a las filas de sus salvadores, atrayendo a su creciente público en internet, ladrido a ladrido.
El cabo Oliveira, un perro de pelo corto y marrón que se cree que tiene unos cuatro años, apareció una mañana de 2019 herido y débil en una comisaría de la Isla del Gobernador, en Río.
«Le di comida, agua. Tardó un tiempo en acostumbrarse a mí», comentó el cabo Cristiano Oliveira, el policía que acogió al perro y posteriormente le dio su nombre. Pero a los pocos días, el cabo Oliveira —el animal peludo— empezó a seguir a su nuevo amo por la comisaría. Desde entonces, Oliveira se unió a otra comisaría, pero el perro nunca se fue.
El cabo Oliveira tiene su propio perfil de Instagram, que cuenta con más de 45.000 seguidores, siempre ávidos de más fotografías y videos de la mascota con su uniforme de policía sobre vehículos blindados y motocicletas de la policía o sacando su pequeña cabeza por la ventana de una patrulla. Incluso tiene un arma de fuego de juguete pegada a su uniforme.
A unos kilómetros de allí, en el arbolado vecindario de Laranjeiras, otro perro de rescate se ha convertido en mascota.
Caramello, nombre que recibió por el color de su pelaje, ha estado viviendo en el cuartel de bomberos que lo encontró herido en el emblemático Pan de Azúcar hace casi un año. Durante ese tiempo, el perro de 11 años ha acumulado unos 27.000 seguidores.
De mayor edad y un poco menos aventurero que el cabo Oliveira, las publicaciones de Caramello en internet se han centrado en llamar la atención sobre una amplia gama de buenas causas y campañas.
Ha utilizado su recién descubierta influencia para promover la concientización sobre el cáncer, o para fomentar las donaciones para las víctimas de desastres naturales, como los recientes deslaves en Petrópolis. También ha ayudado a otros perros o gatos rescatados a encontrar nuevos hogares.
«Caramello es un verdadero influencer digital», señaló el comandante Fabio Contreiras, del Cuerpo de Bomberos de Catete, uno de los más antiguos de Río de Janeiro.
Pero la fama conlleva responsabilidades. Y los fanáticos de estos perros son exigentes.
«A veces tengo demasiado trabajo. Pasa una semana sin que publique algo y la gente se queja: ‘¿Dónde está (el cabo) Oliveira? ¿Desapareció?'», bromeó Oliveira, el agente de la policía a cargo de las redes sociales del perro. En un día puede recibir más de 200 mensajes. A veces, simplemente tiene que responderles: «¡Está de vacaciones!»