La Hora dio cobertura también a ese suceso que acaparó la atención. Diseño La Hora/Alejandro Ramírez

Por medio de un hilo en Twitter, el usuario @Siempreincomodo, recordó el secuestro de personal de un juzgado en 1998. Este incidente fue televisado en aquel momento y Diario La Hora también documentó esta historia en las páginas de su vespertino del martes 7 de julio de ese año.

En la publicación de redes sociales este internauta mencionó que José Eduardo Hernández Martínez, era un privado de libertad que había sido capturado en 1997 por el asesinato de Leydi Esmeralda Castañeda Chacón. Añade que Hernández Martínez y cuatro personas más, eran acusadas de haberla asesinado y luego abandonar el cuerpo en un sector del parque Naciones Unidas en jurisdicción de Amatitlán.

“Las evidencias responsabilizaban únicamente a José Hernández, las otras personas iban a debate, por lo que esta persona iba a ser juzgada sola”, publicó en otro mensaje.

En un tercer mensaje indicó que la Fiscalía de Amatitlán señaló que José presentaba características propias de una persona con trastornos metales, además de un historial delictivo. El usuario explicó que esta situación era motivo “para requerir más agentes de la PNC, pero no se hizo y fue tratado como un recluso más”.

EL DÍA DE LOS HECHOS

@Siempreincomodo continúa su relato y señala que, el día de los hechos, al momento de entrar al juzgado en la que se llevaría a cabo la audiencia, José sacó una granada y tomó por rehenes a dos oficiales del recinto judicial identificados como Marvin Bozarreyes y Esmeralda Orozco, a quienes amarró con unos cables que se utilizaban para juntar expedientes. Esta publicación fue acompañada con una fotografía de la Hemeroteca de Prensa Libre.

Añadió que, en esa oportunidad, unos 50 agentes de la Fuerza Especial Policial, tenían a José rodeado, todos con armas en mano listos para disparar, “pero a pesar de esto José los tenía en jaque, ya que si él caía muerto, la granada explotaba y los rehenes morirían”.

PIDIÓ UN VEHÍCULO PARA ESCAPAR

Con el pasar de las horas, el reo solo se limitaba a decir que quería un vehículo para escapar y a criterio del usuario, Ángel Conte Cojulún, quien era el director de la PNC a cargo de la negociación, estaba nervioso, “cómo le iba a explicar a todos que le daría un auto a un reo, por lo que los agentes se mantenían cerca de José, pero no demasiado”, indicó.

En una publicación más, indicó que, en un momento de tensión, José dijo que no le importaba morir, ya que sabía que su escapatoria era una “tarea improvisada”, por lo que se dedicaba a alterar los efectivos policiales golpeando la granada contra la pared, reiterando sus peticiones.

AUTORIDADES NEGOCIAN

El reo al ver que no daban respuesta a sus demandas comenzó a caminar sobre la 10ma. avenida y 2da. calle del barrio San Lorenzo, empujando a sus rehenes. En un momento tomó a Esmeralda por el cuello amenazando que esta vez sí iba a explotar y a «hacerlos pedazos a todos».

Ante esta amenaza la Policía Nacional Civil (PNC) no tuvo más opción que acceder a sus peticiones y darle el vehículo que necesitaba, más un «chofer» quien era el comisario Julio César Lone para que manejara con destino al Puerto de San José.

La Hora dedicó una página en su edición del 7 de julio de 1998 al suceso. Foto La Hora

MADRE ANGUSTIADA

El usuario escribió que en el kilómetro 76, el “chofer” detuvo el vehículo y se dirigió a José: «Si querés irte, ahorita es el momento de pelarte», pero José prefirió continuar con el viaje, en este momento la PNC nuevamente había bloqueado las vías y estaban dispuestos nuevamente a negociar.

Agregó que la PNC se negaba a darle un arma al reo a cambio de uno de los rehenes, pero ¿qué opciones tenían? En este momento, la madre de José ya se encontraba en el lugar Eloísa Martínez, la cual le rogó que se entregara, pero él le pidió que se fuera. Al no obtener una respuesta positiva ella se retiró del lugar.

Luego de varias horas, autoridades accedieron a darle un arma a cambio de uno de los rehenes quien fue Marvin. Él no quería irse, por lo que no corrió y dio unos pasos lentos pues sabía que dejaba a Esmeralda, su compañera y amiga, con un psicópata con varios antecedentes criminales que portaba un arma y una granada sin espoleta.

LIBERAN A LA SEGUNDA VÍCTIMA

Un agente de la PNC se le acercó y le ofreció otra arma, a estas alturas, José había indicado que se quería suicidar, y era más fácil soltar la espoleta a dar un tiro, por lo que el agente le acercó el arma, pero no se la entregó. Mientras esto ocurría otro efectivo policial había rodeado la patrulla y había abierto la puerta, “vio a Esmeralda y la tomó con fuerza”, indicó.

El agente jaló a Esmeralda, quien a pesar del cansancio y el miedo, corrió con todas sus fuerzas, los agentes tenían segundos para huir ya que no sabían lo que José iba a hacer.

EL DESENLACE FATAL

El usuario de Twitter relató la parte final de la historia indicando que cientos de agentes preparados para capturar a José se mostraron decididos, pero José sabía que su libertad era imposible.

Por lo que finalmente, levantó el dedo y la granada explotó quitándole la vida de manera inmediata. “El sonido de la granada no se comparaba con el escándalo de un sistema vulnerable y una falta de capacidad de reacción por parte de las autoridades”, explicó.

El hilo publicado en Twitter generó varios comentarios de diferentes personas que mencionaron que recordaban el incidente ocurrido hace más de 20 años.

La historia concluyo con la muerte del privado de libertad. Foto La Hora
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