Mauricio José Chaulón Vélez
Escuela de Historia
Universidad de San Carlos de Guatemala
Las fiestas de fin de año en Guatemala constituyen uno de los acontecimientos y hechos culturales más importantes para la gran mayoría de personas que pertenecemos a los pueblos que integramos el país, se esté dentro o fuera de él. A partir de las celebraciones religiosas basadas en el dogma cristiano del nacimiento de Jesucristo como el Mesías redentor de la humanidad, han surgido una enorme diversidad de prácticas sociales y económicas que hacen de este tiempo uno de los principales en lo que a festividades se refiere para los guatemaltecos y las guatemaltecas. En ese sentido, resulta valioso que hagamos un análisis de cómo medimos u organizamos el tiempo de las fiestas de fin de año en Guatemala, para lo cual iniciaré con la ciudad capital por tratarse del sitio con mayor actividad en la época. Existen eventos religiosos, económicos, sociales y de la cultura popular que se entremezclan y se integran para estructurar la época, siendo unos más antiguos que otros, pero cada uno con su papel e importancia.
El interés comercial ha empujado en los últimos años a que los medios de comunicación comiencen el anuncio de la Navidad desde el mes de octubre, registrándose de manera reciente publicidad indirecta al respecto a fines de septiembre, exponiendo unos cuantos almacenes artículos navideños para incitar las compras y manipular la mente del consumidor, con el objetivo de fomentar el uso del dinero en esos gastos que se sabe serán prioritarios para muchas personas. Al adelantar con demasía los tiempos del fin de año con el objetivo de incentivar los desembolsos monetarios, se alteran los tiempos culturales y se hace más agitado un proceso que debiese ser de paz, según sus principios teológicos y filosóficos. Así, el capitalismo acorta el sentido del tiempo y genera una sensación de estrés y de confusiones. Sin embargo, esto aún sigue siendo rechazado por un alto número de gente, la cual sigue adoptando las fechas significativas que no se definen por el comercio. Para algunos, la celebración del llamado Día de Acción de Gracias o Thanksgiving Day por su nombre en inglés, celebración eminentemente estadounidense, forma parte ya de sus referentes culturales, debido a la penetración de la cultura de Estados Unidos por diversas razones: migraciones, influencias mediáticas, alienación, hegemonía y transculturación. En estos casos, para determinados grupos familiares de Guatemala a partir de épocas muy recientes este puede ser el inicio de las fiestas de fin de año. El Día de Acción de Gracias en la Ciudad de Guatemala no necesariamente se lleva a cabo por las mismas razones que dicta la tradición de Estados Unidos, sino por agradecer desde las creencias religiosas y los vínculos familiares y sociales por las cosas buenas a lo largo del año. Pero también puede ser por la búsqueda de un sentido de pertenencia a lo que se aspira a ser de acuerdo a lo que determina la cultura hegemónica estadounidense. Y debido a que se lleva a cabo el cuarto jueves de noviembre, es un preámbulo para diciembre, combinándose con el llamado Black Friday o Viernes Negro, utilizado por muchos establecimientos comerciales en Estados Unidos para vender sus mercancías a bajo costo con ofertas atractivas que generan un enorme movimiento dinerario. Los sectores populares y las capas medias en aquel país norteamericano aprovechan para realizar compras, lo cual se ha extendido a países de la esfera de influencia de la hegemonía estadounidense, como los de Centroamérica. Se acelera el sentido del consumismo, el que a su vez se ha ido amalgamando cada vez más con la Navidad por la compra de los regalos. De esa cuenta, el Día de Acción de Gracias y el Viernes Negro han venido a posicionarse recientemente en esta época, aunque no sean tradiciones propias de Guatemala, mostrándose en muchas familias de la ciudad capital.
Otra fecha importante es la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, la cual se celebra el último domingo del calendario litúrgico o tiempo ordinario de la Iglesia católica, es decir previo al inicio del adviento, entendido éste como la espera o víspera al nacimiento de Jesús. Para muchas personas católicas, la fiesta de Cristo Rey -establecida por el papa Pío XI en 1925 en la encíclica Quas Primas y reformada por el Concilio Vaticano II y luego por el papa Paulo VI en 1969- determina que al finalizar la segunda parte del tiempo ordinario iniciará el esperar la Navidad. La solemnidad y fiesta de Cristo Rey pretende consolidar que Jesucristo es el soberano eterno frente a cualquier poder en el mundo y en la historia, lo que tiene en sí un fin ideológico frente a los fuertes cambios políticos en el siglo XX que determinaros potentes procesos de secularización, integrándose al sentido de la Natividad que se celebra en el mes de diciembre ya que quien nace es precisamente el Hijo de Dios como Mesías o Salvador del mundo, lo que se entiende como el rey de reyes eterno. Esto nos conduce a la siguiente fecha que para muchas personas es parte fundamental de la estructura organizativa del tiempo de fin de año: el Primer Domingo de Adviento, que es el inicio de la temporada de preparación para el nacimiento de Cristo y consiste en cuatro domingos previos a la Nochebuena. Cada uno de estos domingos se reza en los templos católicos y en muchas casas o centros de reunión de comunidades la corona de adviento, que simboliza el ciclo anual de la vida que tiene su máxima expresión y significado en el catolicismo con el nacimiento de Jesús.
Otra fecha relevante es el 7 de diciembre o día de la quema del diablo, como se denomina en Guatemala. Éste día representa el paso de la oscuridad a la luz y la destrucción del pecado, simbolizado todo esto por medio de fogatas o fogarones en los que figuras del diablo son incineradas, constituyendo una fiesta familiar y de vecinos donde aparece la sátira sumamente creativa. Esta tradición está relacionada con la celebración de la Concepción de la Virgen María, establecida como dogma el 8 de diciembre de 1854 por el papa Pío IX, aunque ya era una creencia de las más antiguas en el cristianismo, debido a que la madre de Cristo debía de ser concebida sin pecado original para poder albergar en su vientre al Hijo de Dios y Redentor. Aunque la Inmaculada Concepción, que es el nombre adecuado de este principio católico, no forma parte directa de lo que se establece como adviento o tiempo navideño, el hecho de que se celebre en el mes de diciembre hace que en Guatemala se integre a las fiestas de fin de año. Así mismo, muchas personas relacionan la Inmaculada Concepción de la Virgen María con que al ser la madre elegida por Dios para concebir a Jesús, no puede desligarse de su natividad. La tradicional pirotecnia hace su aparición en el país de manera colectiva dentro del mes de diciembre con estas fiestas, tanto la de la quema del diablo como con la de la Inmaculada Concepción.
Se suma a este tiempo la celebración de la Virgen de Guadalupe, el 12 de diciembre, siendo una de las advocaciones marianas más relevantes por su antigüedad y significados en América Latina, desde México. Al igual que con las procesiones de la Inmaculada Concepción que se organizan en diversas iglesias de la Ciudad de Guatemala, los rezados de la Virgen de Guadalupe son varios y muy concurridos. La tradicional visita a la guadalupana en muchos lugares con los niños y las niñas con vestimenta que evoca a san Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el indígena chichimeca que presenció las apariciones de la Virgen de Guadalupe en 1531.
Otra advocación mariana que se celebra en esta temporada es la de la Virgen de la Esperanza, conocida también por los nombres de Virgen Embarazada, Virgen de la Expectación del Parto o Virgen de la O. Es una de las festividades más antiguas en relación con la vida de María y la Natividad de Jesús, cuya fecha corresponde al 18 de diciembre. En el templo del Calvario en la Ciudad de Guatemala se ha realizado una procesión, aunque algunos años ha dejado de salir. Sin embargo, se ha retomado y al menos la visita a la Virgen Embarazada, cuya imagen se representa iconográficamente con una chispa en el vientre y un niño de color blanco, es una tradición que se mantiene en dicha iglesia ubicada en la 18 calle de la capital.
Entre el 15 y 18 de diciembre aparecen en calles de barrios, colonias, aldeas y condominios las posadas, siendo una de las festividades dentro de este tiempo más antiguas y de mayor arraigo en Guatemala. En la ciudad capital, se realizan con amplios niveles de organización, incluyendo rezos, casas de recepción, comidas, música y adornos. El último día de la posada debe ser el 24 de diciembre, que corresponde a la Nochebuena. Esta es una de las fechas más importantes de las fiestas de fin de año, ya que se sea o no creyente, la reunión de familias alrededor de la tradición de celebrar el nacimiento de Cristo ha generado una razón relevante para compartir en un ambiente en el que se intercambian comidas tradicionales de la época (nativas como los tamales colorados y negros, y nativas como el pavo y la pierna de cerdo, entre otras), bebidas (el ponche, el rompope con todas sus variantes, y licores) y regalos que recuerdan los presentes que llevaron los Magos de Oriente, Reyes Magos o Santos Reyes al Niño Jesús. Muchas personas asisten ese día a la misa de Nochebuena, a cultos cristianos evangélicos o de otras denominaciones cristianas que tienen ritos propios de la víspera de la Natividad, mientras que otras se preparan en sus casas o espacios de convivencia. Sea cual sea el lugar, en la mayoría hay al menos un adorno propio de la época, siendo los nacimientos, las luces, el árbol de navidad, la manzanilla, el san Nicolás o Santa Clos (llamado también Santa Claus) los que predominan, aunque han tenido gran auge en las últimas décadas las figuras de origen estadounidense y europeo anglosajón, aunque en Guatemala nunca ha nevado. El 25 de diciembre, día de la Navidad o Natividad, también es una de las fechas principales, reuniéndose muchas personas en misa, cultos cristianos diversos, un almuerzo o cena en familia, o saliendo a dar un paseo. En la Ciudad de Guatemala durante algunos años se estrenaba alguna película cinematográfica, por lo que las salas de cine se llenaban ese día. El 28 de diciembre se denomina Día de los Santos Inocentes, conmemorándose la matanza de niños que la tradición cristiana dice que realizó el rey Herodes, al enterarse que había nacido el rey de los judíos, por lo que quiso eliminarlo para que su poder no terminase. En algunas familias se evoca en los nacimientos el pasaje de la llamada huida a Egipto por parte de la Sagrada Familia, para evitar que el Niño Jesús fuese dañado por la ley de Herodes. Se acostumbra también a realizar algunas bromas consistentes en engañar a alguien, debido a que se asocia el caer en la trampa del bromista “por inocente”, aludiendo a los santos inocentes que son los niños que murieron en la matanza de Herodes.
La otra fecha central es el 31 de diciembre, conocida como la fiesta de Año Nuevo o de paso del Año Viejo al Año Nuevo, convocando a celebraciones en casas, hoteles, restaurantes, bares, calles, centros comunitarios y afuera de la ciudad capital, ya que en este caso muchas familias y grupos de amigos optan por viajar a recibir el nuevo año en el mar o en lugares turísticos de significado histórico, cultural o correspondiente a recientes creencias espirituales. Varias personas también asisten a misa o a cultos cristianos diversos, mezclándose con la algarabía y las múltiples tradiciones de ese día en busca de la prosperidad y que constituyen los elementos para la esperanza de que el año venidero sea mejor. El 1 de enero es otra fecha que se celebra a través de la visita al Santísimo Sacramento del Altar que se expone en la Catedral Metropolitana, dando inicio al jubileo circular de la Iglesia católica guatemalteca, asistiendo varias personas también a misa y reuniéndose en un almuerzo familiar. Los días 24 y 31 de diciembre se quema pirotecnia a la medianoche, mientras que los días 25 de diciembre y 1 de enero se realiza esta práctica tradicional a las 12 del mediodía y a las 6 de la tarde.
Durante los últimos días de diciembre y a través de todo el mes de enero se organizan las novenas del Niño Dios o del Niño Jesús, congregando a familias y variadas comunidades en el rezo alrededor de la imagen del niñito Dios, compartiendo comidas tradicionales en las casas o espacios anfitriones. El 6 de enero ha venido resurgiendo en los últimos años el Día de Reyes o de los Santos Reyes, evocando la visita de los llamados tres Reyes Magos (Melchor, Gaspar y Baltasar), lo cual ha sido motivo de pequeñas celebraciones con la comida de la llamada rosca de Reyes, la que contiene dentro una figura de un pequeño niño que simboliza al Niño Jesús. Quien obtenga en el pedazo que le correspondió esa figura, se supone que debe organizar la fiesta de presentación del Niño Jesús en el templo, la cual corresponde al 2 de febrero, conocido como el Dos de Candelaria. Esa fecha marca el final de las fiestas de fin de año y de año nuevo, con la conmemoración de que la Virgen María y san José presentaron a su hijo recién nacido en el templo y el anciano Simeón profetizó el dolor de la Virgen María por la muerte de Jesús. Debido a que ese ritual judío se realizaba con una luz, surge la advocación mariana de la Virgen de Candelaria, ya que la imagen en su iconografía porta una candela, como símbolo de que Jesucristo viene a iluminar al mundo. Ese día es el que marca que deben retirarse los nacimientos y los demás adornos navideños, para ser guardados y esperar a ser utilizados en el inicio del nuevo ciclo de las fiestas de fin de año. Con esa festividad se da por terminado el ciclo de las fiestas de fin de año y algunas personas se reúnen para la última comida colectiva de la época, consistente por lo regular en tamales.
En la organización de su tiempo, en la Ciudad de Guatemala el ciclo de las fiestas de fin de año comienza con la colocación del nacimiento; el ornamento de las viviendas, de los lugares de trabajo, de los comercios, de los medios de transporte, de las calles y hasta de los cuerpos con vestimentas de la época, muchas veces desde octubre, aunque son noviembre y diciembre los meses en que la mayoría inicia con esto. Las compras, denominadas como “navideñas”, presentan sus propias características, con la búsqueda y adquisición de regalos, por lo que las calles, los mercados y los centros comerciales se abarrotan. Se realizan los llamados convivios y otras actividades en espacios públicos y privados. La música navideña y que evoca la transición entre el año viejo y el año nuevo hace su aparición (lamentablemente a veces mucho antes de diciembre, alterando el tiempo, para ir condicionando la cultura de consumo a los intereses de la hegemonía económica), y el tiempo de las fiestas de fin de año se desarrolla con su dinámica propia, integrando tradiciones unas más antiguas que otras con nuevas manifestaciones culturales, pero todas pertenecientes a una de las ´épocas más festivas en el país.