Trabajo, consumismo y nuevos pobres
Introducción

 Siempre habrá pobres entre nosotros: ya lo dice la sabiduría popular. Pero esa sabiduría no esta tan segura ni es tan categórica sobre la difícil cuestión de cómo se hace pobres a los pobres y cómo se llega a verlos como tales. Tampoco, hasta qué punto el modo como se los hace y se los ve depende de la manera en que nosotros (la gente común, ni ricos ni pobres) vivimos nuestra vida y elogiamos o despreciamos la forma en que otros lo hacen.

Es una omisión lamentable; y no solo porque los pobres necesitan y merecen toda la atención que podamos brindarles, sino también porque solemos transferir nuestros temores y ansiedades ocultos a la idea que tenemos de los pobres. Un análisis detenido del modo como lo hacemos puede revelarnos algunos aspectos importantes de nosotros mismos. Este libro intenta responder esos «como» y contar, también, la parte de la historia de la pobreza a menudo pasada por alto, minimizada o deliberadamente ocultada. Y al intentar esas respuestas, realizara también, quizás, algún aporte a nuestro autoconocimiento.

Siempre habrá pobres entre nosotros; pero ser pobre quiere decir cosas bien distintas según entre quienes de nosotros esos pobres se encuentren. No es lo mismo ser pobre en una sociedad que empuja a cada adulto al trabajo productivo, que serlo en una sociedad que gracias a la enorme riqueza acumulada en siglos de trabajo- puede producir lo necesario sin la participación de una amplia y creciente porción de sus miembros. Una cosa es ser pobre en una comunidad de productores con trabajo para todos; otra, totalmente diferente, es serlo en una sociedad de consumidores cuyos proyectos de vida se construyen sobre las opciones de consumo y no sobre el trabajo, la capacidad profesional o el empleo disponible. Si en otra época ser pobre significaba estar sin trabajo, hoy alude fundamentalmente a la condición de un consumidor expulsado del mercado. La diferencia modifica radicalmente la situación, tanto en lo que se refiere a la experiencia de vivir en la pobreza como a las oportunidades y perspectivas de escapar de ella.

Este libro se propone examinar el desarrollo del cambio producido a lo largo de la historia moderna y pasar revista a sus consecuencias. Y al mismo tiempo, considerar hasta qué punto son adecuados o no (como puede llegar a suceder) los recordados y probados medios de contener la pobreza creciente y mitigar sus sufrimientos. Sólo así será posible comprenderla y enfrentarla en su forma actual.

El primer capítulo recuerda los orígenes de la ética del trabajo, de la cual se esperaba -desde el comienzo de los tiempos modernos- que atrajera a los pobres hacia las fábricas, erradicara la pobreza y garantizara la paz social. En la práctica, sirvió para entrenar y disciplinar a la gente, inculcándole la obediencia necesaria para que el nuevo régimen fabril funcionara correctamente.

En el segundo capítulo se relata el pasaje, gradual pero implacable, desde la primera hasta la actual etapa de la sociedad moderna: de una «sociedad de productores» a otra «de consumidores»; de una sociedad orientada por la ética del trabajo a otra gobernada por la estética del consumo. En el nuevo mundo de los consumidores, la producción masiva no requiere ya mano de obra masiva. Por eso los pobres, que alguna vez cumplieron el papel de «ejército de reserva de mano de obra», pasan a ser ahora «consumidores expulsados del mercado”. Esto los despoja de cualquier función útil (real o potencial) con profundas consecuencias para su ubicación en la sociedad y- sus posibilidades de mejorar en ella.

El tercer capítulo analiza el ascenso y la caída del Estado benefactor. Muestra la íntima conexión entre las transformaciones descriptas en el capítulo anterior, el surgimiento repentino de un consenso público que favorece la responsabilidad colectiva por el infortunio individual y la igualmente abrupta aparición de la actual opinión opuesta.

El cuarto capítulo se ocupa de las consecuencias: una nueva forma de producir socialmente y definir culturalmente a los pobres. El concepto tan de moda de «clase marginada» es analizado en detalle. La conclusión es que funciona como instrumento de formas y causas muy variadas, «alimentadas desde el poder», que contribuyen a aquella marginación y crean la imagen de una categoría inferior: gente plagada de defectos que constituye un “verdadero problema social”.

Por último, se estudia el futuro posible de los pobres y la pobreza, así como la eventualidad de darle a la ética del trabajo un nuevo significado, más acorde con la situación actual de las sociedades desarrolladas. ¿Es factible combatir la pobreza y vencerla con ayuda de métodos ortodoxos, hechos a la medida de una sociedad que ya no existe? ¿O deberemos buscar nuevas soluciones, como separar el derecho a la vida de la venta de mano de obra y extender el concepto de trabajo más allá del aceptado por el mercado laboral? ¿Y con que urgencia es necesario enfrentar estos problemas sociales para encontrarles respuestas practicas?

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