Víctor Muñoz
Premio Nacional de Literatura

Salí a la calle a comprar un lápiz y me encuentro con un individuo que me pareció conocido.  El individuo caminaba con dificultad, tenía el brazo derecho sostenido por un cabestrillo y llevaba un ojo cerrado con esparadrapo.  Me llamó la atención por lo extraño de su apariencia y de inmediato seguí mi camino; entonces escuché una voz.

-Hey vos, soy yo, soy Gedeón.

Era Gedeón, quien con voz temblorosa me pidió que me acercara.  Ya sin ninguna duda me le fui acercando hasta reconocerlo plenamente.  Luego de los saludos le pregunté qué le había pasado.

-Pues fíjate –me dijo- que como alguna vez te lo he contado, nunca he tenido suerte con las mujeres.  Y no sé qué es lo que tengo, no sé qué es lo que me pasa, pero pareciera que el amor no fue concebido para mí.  Solamente yo sé lo que he sufrido en ese aspecto.  Hubo un tiempo en que pensé establecer alguna relación seria con alguna muchacha, pero no encontré ninguna a quien yo le interesara, aunque te voy a decir que yo andaba buscando algo bonito para mí, no cualquier cosa, no, porque tampoco es uno un costal de papas, ¿verdad?, tal como bien dice papaíto, que uno tiene que encontrar algo que sea de la calidad de uno o un poquito mejor, pero como te digo, nunca pude establecer alguna relación seria con alguien interesante, por lo que decidí olvidarme del asunto y dedicarme a cosas más provechosas; sin embargo, y cuando menos interesado estaba en el tema, y por pura casualidad, que conste, me encontré a una de las Gallardo, la más bonita de las tres, ¿te acordás de las Gallardo, verdad?, pues qué te parece que estábamos en la parada del Transmetro y me acerqué a saludarla, y cuál sería mi sorpresa cuando me echó una sonrisa bien amable y luego me preguntó por vos, por papaíto, por la tía Toya y por todo el vecindario.  En cuanto vio que ahí venía el bus me dijo que ojalá nos tocara ir en la misma fila.  Yo no salía de mi asombro porque ella siempre me gustó mucho, pero cuando quise hablarle siempre me esquivó, y uno entiende que cuando a uno no lo quieren no hay que ser necio, ¿verdad?; además, yo la había visto que andaba de novia con un tipo grandote y mal encarado; pues qué te parece que el bus venía bastante vacío, por lo que logramos sentarnos en la misma fila y siguió la plática.

Me preguntó por mi trabajo, por los asuntos de mi vida y de pronto me preguntó que cuándo la invitaba a tomar un café para poder platicar un poco, porque le gustaba mucho platicar conmigo.  No te podés imaginar lo contento que me puse, vos, le dije que por mi parte, encantado y hasta quedamos de salir a pasear ese mismo sábado.  Anduvimos por ahí por el Centro Comercial ese nuevo que queda por la zona 10, comimos helados, se mostró muy contenta por estar conmigo y hasta quedamos de ir al cine al día siguiente, porque te tengo que contar que en ese Centro Comercial del que te hablo hay salas de cine, y la mera verdad es que a mí no muy me gusta ir al cine, vos, no me gusta, pero bueno, vos sabés que hay ocasiones en que uno tiene que ser condescendiente con la gente, más aún si se trata de un tema como el que te estoy contando, ¿verdad?, total, fuimos al cine, luego, y durante esa semana me llamó a mi trabajo, me preguntó qué tal me sentía, si había estado bien en su compañía porque ella se había sentido muy bien, y mirá pues, quise venirte a ver para contarte lo que me estaba pasando pero me olvidé de todo, yo ya no pensaba en nada más que en ella y en que se llegara el próximo fin de semana para que volviéramos a salir; hasta me fui a comprar una camisa, un pantalón, calcetines, camiseta y hasta calzoncillo nuevos, vos, para estar presentable; y claro, también me compré una loción Storage y me pasé todos los días arreglándome el pelo, ensayando caminar derecho y qué te cuento, yo estaba feliz; entonces se llegó el fin de semana y tal como lo habíamos convenido, salimos a pasear y comimos helados y tomamos café y platicamos, y cuando lo creí oportuno le dije que yo me sentía muy bien con ella y le pregunté si creía posible que estableciéramos una relación más seria y formal, entonces se quedó un poco seria y me dijo que esas cosas había que pensarlas detenidamente y que mejor cambiáramos el tema de la conversación.

Para qué te lo voy a negar, me sentí un poco mal porque según yo, ya iba muy bien, pero también pensé que a las cosas de la vida hay que darles su tiempo; total, se terminó el fin de semana, pero el lunes, la primera cosa que hice fue llamarla para saber qué tal había amanecido; me respondió que bien, pero la noté un poco como fría, por la tarde también la llamé pero me respondió como a las carreras que estaba en una reunión y que me llamaría más tarde, pero no me llamó. El martes la volví a llamar pero ya ni siquiera me quiso responder, y qué te parece que ese mismo martes, al salir de la oficina me encontré con el tipo grandote y mal encarado con el que ella andaba de novia, que en cuanto me vio me tiró una pescozada tan fuerte que me botó al suelo, luego me comenzó a patear, y tal vez me hubiera matado si no es porque la gente que comenzó a hacer una rueda le comenzó a decir que se calmara, entonces se calmó, y ya había comenzado a irse cuando se vino de regreso y me metió otra patada y me dijo que cuidadito si me seguía metiendo con su novia. De una vez me fui al hospital con este brazo fracturado, tres costillas rotas y este ojo, que me tuvieron que coser el párpado porque me lo rompió.  Ahí en el hospital deduje que esa tal Gallardo solo me usó porque a lo mejor ya se le había ido el novio y le quiso dar celos.  Es que, qué casualidad que ya ni me quiso hablar y después ahí andaba muy contenta otra vez con el individuo ese.  ¿Vos qué pensás?

Yo no le dije nada, pero lo que pienso es que tiene razón, que la Gallardo lo usó.  El pobre.

 

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