José Manuel Fajardo Salinas
Académico e investigador UNAH
Profesor Visitante Universidad de Panamá

Describo primeramente dos eventos que motivan estas líneas, y a continuación, expreso algunas consideraciones que responden a la idea de Ezequiel Ander Egg, en el texto Educación y Prospectiva, en cuanto a comprender cómo ciertos signos de la época permiten vislumbrar u otear un horizonte, no tanto en el sentido de la Futurología o del “pronóstico” de lo que está por venir, sino en cuanto a escenarios históricos que se abren como tendencias cuyas manifestaciones más concretas están por realizarse en lo próximo.

1984 (1949) George Orwell; Un mundo feliz (1932), Aldous Huxley; Americanah (2013), de la autora nigeriana Chimamanda Adichei; El país de las mujeres (2010), Gioconda Belli; La Divina Comedia (inicios del siglo XIV), Dante Alighieri… en esta secuencia, durante el presente año, un grupo de amigas y amigos se reúne periódicamente para compartir por espacio de una hora sus impresiones de la lectura de estas obras. A veces, la reunión se extiende el doble de tiempo, pues las sensaciones de cada participante abren ventanas de significados que en múltiple resonancia incitan a expresar analogías, divergencias, o total sintonía de parecer. Esto genera una forma de “trance” literario, que, al estilo de la danza espiritual de los maestros sufís del oriente, suspende la percepción temporal y el devenir se convierte en un instante plenamente compartido y único en la confluencia del ritmo impuesto por la conversación.

María, compatriota hondureña radicada ahora en México, celebra mensualmente un encuentro semejante, donde la presencia de una autora o autor invitado motiva la exposición de una obra, y a la vez, permite que el grupo usual de participantes, identificado bajo el nombre de Libro Club Alaíde Foppa-León Felipe, conozca esas creaciones literarias y pueda conversar directamente con quien la concibió y publicó. Lo interesante es que María ya organizaba estos encuentros previo a la pandemia, y gracias a este suceso, su grupo, que era restringido al espacio local mexicano, ahora se ha expandido a varios países de la región latinoamericana. Y otro detalle no menor es que la animadora de esta celebración literaria es de la tercera edad, pero con un ánimo tan joven y entusiasta como para sostener e impulsar cada vez con más ahínco el emprendimiento.

Los círculos de lectura no son cosa nueva, y se han promovido de manera formal o espontánea por parte de personas que han experimentado el poder de la palabra y han sentido el compromiso de conjuntar a otras y otros que viven sentimientos y emociones semejantes en torno al texto escrito. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando este movimiento de lectura y confrontación con el pensamiento de autores literarios se multiplica? Es posible afirmar que esos espacios de encuentro tan humano están gestando algo poderoso para nuestro futuro común. Y como es una generación de novedad, sus efectos disruptivos del orden de cosas actual se verán reflejados tarde o temprano, pero se verán, lo que resulta ser en extremo importante.

¿Es posible que lo marginal se vuelva potente y poderoso? ¿Cómo la lectura de textos literarios de ayer y de hoy puede afectar el mundo por venir desde la multiplicidad y aparente desconexión de los sujetos protagonistas? Cabalmente esta es la tesis que el autor norteamericano James C. Scott sostiene en el libro Los Dominados y el arte de la resistencia. A través de su examen de variedad de experiencias de distintas épocas y espacios del mundo Scott hace ver cómo es la propia insignificancia de ciertas prácticas, que escapan al panóptico del poder constituido por el sistema mundo vigente, las que vienen a derivar en sucesos que no parecen explicables sin tomar en cuenta los puntos de fuga que sutilmente les dan vida y motivación profunda.

Algo semejante establece también Michel de Certeau, cuando en el primero de los dos tomos de La invención de lo cotidiano (Artes del hacer), explica cómo en la vida de todos los días, el sujeto moderno habita en la ciudad, pero a la vez, escapa de ella, en cuanto establece tácticas, que eluden la normatividad impuesta por los estamentos estatales o institucionales. Y lo hace de un modo no frontal, sino en estilo sutil y furtivo, como una especie de cazador nómada que “pesca” o “atrapa” las oportunidades de realización o bienestar que el sistema impersonal y formal tiende a negarle. De Certeau, como pensador francés que tanto ayudó a su generación a digerir los novedosos significados que guardaba un acontecimiento contracultural tan radical como lo fue el Mayo francés de 1968, supo teorizar en el libro citado cómo bajo las apariencias de regularidad que conforman las actividades del ciudadano común, puede estar bullendo y preparándose el caldo de cultivo de eventos que parten de lo que no se ve a simple vista.

En el momento actual, cuando aún con una pandemia en curso, se suma un escenario de guerra en Europa, es importante saber interpretar y discernir lo que está en juego dentro de esa zona no visible de la ciudadanía. Las frases de un joven alemán de 17 años, que protestaba frente a la última reunión del G5 en Alemania, son reveladoras de las sensaciones que pueden estar gestándose en una mayoría anónima, cuando decía: “En esa reunión hay personas que tienen cuatro veces mi edad, que están decidiendo mi futuro, y que no han consultado mi opinión…” La exposición de este tipo de postura no viene del acaso o de la casualidad, guarda relación con una forma de conciencia que brota de una globalización que ha puesto en jaque posibilidad de una convivencia armónica.

En esta línea, un comentario crítico de alta sensatez fue expresado por el periodista de Euronews, Enrique Barrueco, cuando en la introducción del noticiero el pasado 29 de julio, y con un tono de clara decepción, comentaba cómo el sueño de la “casa común europea” propuesto por el último Presidente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, Mijaíl Gorbachov, al final del pasado siglo, se diluía con el nuevo fortalecimiento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), para satisfacción de USA y de los productores de armas a nivel mundial. Fue bastante evidente que el periodista citado eludió el cliché propagado en los medios occidentales que carga heroicidad y momento épico para una de las partes en guerra, mientras visten de maldad y mala voluntad a la otra parte. Ejemplo triste de esta tendencia, es el reciente artículo aparecido en El País de España titulado “La guerra de Ucrania”, de un premio Nobel de literatura, donde este perfil equívoco de “buenos” contra “malos” no favorece una recta visión de los hechos.

La situación de fondo tiene una explicación más inteligente desde la pérdida de poder de USA y el ascenso de China como potencia hegemónica mundial. Un texto de referencia para ahondar en ello se titula: La geopolítica ambiental de Estados Unidos y sus aliados del norte global. Implicancias para América Latina.[1] Uno de los coordinadores de la obra, Fernando Estenssoro, que inauguró el pasado 24 de julio el Ciclo de debates contemporâneos em Abya Yala, propuesto por REDYALA y la Universidad Nacional (Costa Rica), explicaba que este suceso, georreferenciado en el eje Norte del planeta, abre una interesante oportunidad de pensamiento y acción para América Latina, pues ante un próximo momento de craquelación del poder mundial, lo acertado sería hacer un frente común que permita la defensa de los intereses regionales antes que los apetitos particulares de las oligarquías criollas de cada país latinoamericano.

Estas consideraciones están cerrándose en dos puntos supuestamente inconexos, vienen del buen suceso de dos clubes de lectura poco menos que anónimos en nuestra América, y eventos de corte mundial, que expresan una reconfiguración de fuerzas y poder. ¿Qué punto de contacto o común denominador es determinable entre estos extremos de la realidad? Muy probablemente la conciencia humana, que en la lectura de escritos venidos del pasado y del presente, y en la vivencia de hechos que nos envuelven y nos trascienden en la corriente de la historia local y mundial, busca interpretar su propia situación existencial y acertar a decirse a sí misma con autenticidad.

Sabiendo la inutilidad de fomentar filosofías edificantes, que anhelan realidades y proponen mundos inauditos, pero confiando a la vez en las potencialidades de las utopías que nacen del misterio de lo humano, y que nos sorprenden con acontecimientos emergentes nacidos de lo recóndito y de lo inusitado, clausuro estos argumentos recordando un pensamiento adaptado de La condición humana, de Hannah Arendt: “El hecho de que el hombre sea capaz de acción significa que cabe esperarse de él lo inesperado, que es capaz de realizar 1o que es infinitamente improbable. Y una vez más esto es posible debido solo a que cada hombre es único, de tal manera que con cada nacimiento algo singularmente nuevo entra en el mundo». Ello da fuerza lógica a la convicción de que, de un modo u otro, la virtud de la esperanza que se confirma en las generaciones humanas que se suceden, como observa la filósofa judío alemana, encontrará una vía inédita para preservarse, aún en contra de toda la desesperanza que despliega el panorama mundial contemporáneo.

[1] Descargable gratuitamente en: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/pais_autor_libro_detalle.php?id_libro=2490&campo=autor&texto=1348&pais=1 ; complementario el artículo: La geopolítica ambiental global del siglo XXI. Los desafíos para América Latina,

descargable en: https://www.scielo.cl/pdf/ssa/v20n2/0719-0948-ssa-20-02-215.pdf

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