Raúl Hernández Chacón
- INTRODUCCION
Este breve ensayo de la Revolución de octubre de 1944-54, no es para especialistas de Historia, de economía, de sociología o de política. Es un aporte para la juventud estudiosa guatemalteca, para el ciudadano de a pie. Que motive al estudiante, al investigador, al amante de la historia, y ese es un compromiso de todas y todos los guatemaltecos, particularmente la juventud, que por diversas razones no conocen, para los interesados en reflexiones inspiradas en la pluma de grandes escritores, poetas y protagonistas. Se consideran ideas iluminadoras que permiten comprender mejor la experiencia democrática, esta página de la historia, única en los 521 años de dominación extranjera y local.
Años de injusticia social y exclusión que ha vivido Guatemala, nuestra Guatemala, la de Hunab Ku e Ixbam Ke, la de Otto René Castillo, la de los ciento cincuenta mil muertos que derramaron su sangre para construir otra Guatemala, durante el conflicto armado, de los ensueños y de los sueños en los hoy se debate desde una leve luz en el túnel de obscuridad en la que tienen al noble y maravilloso pueblo guatemalteco incluidos los pueblos ancestrales representados en los 48 cantones de Sololá y los miles de niños, jóvenes, ancianos y sobre todo mujeres admiradas y admirables de siempre.
Es oportuno que, al conmemorar el 79 aniversario de la revolución del 20 de octubre de 1944, se retomen algunos puntos. Para ello el presente documento toma como referencia la Revista Alero, con mayúsculas, número 8, tercera época, septiembre-octubre de 1974, publicada hace 39 años por la Universidad de San Carlos de Guatemala, que hoy vive la más dolorosa tragedia de su historia. Con un rector de facto que responde a intereses mezquinos contrarios a su proyecto educativo, con más de 300 años de historia. Recordar la extraordinaria “Década de la Revolución del 20 de octubre de 1944”, constituye un deber y una responsabilidad histórica y educativa, porque la docencia, la verdadera, la acuciosa, la investigadora de los acontecimientos ocurridos y su interpretación objetiva y verdadera sirve a la juventud para su toma de conciencia y una mejor visión de la realidad. Que mejore las características de la sociedad guatemalteca hoy: discriminada, marginada, excluyente, con índices escandalosos de miseria, de abandono, de salud, de educación, de vivienda, con una dramática migración forzada, con más de dos millones de guatemaltecos fuera de su país por falta de trabajo, de oportunidades. Con violencia extrema, asesinatos, secuestros, extorsiones, desnutrición, niñez sin futuro, infraestructura vial desastrosa, con una economía que sólo favorece a una minoría, los de siempre desde 1524 con la invasión europea, que beneficia a la oligarquía y al Comité de Asociaciones Comerciales, Industriales y financieras, CACIF.
Además con un hacer político caracterizado por la corrupción e impunidad, al servicio del grupo de poder económico, de sus amos, dueños de los de productos: el azúcar, el café, el cardamomo, la palma africana, la explotación de petróleo, níquel y otros minerales, y de las hidroeléctricas que roban el agua a las comunidades indefensas por el gobierno solo protege a los oligarcas y empresarios. Con una deuda interna y externa que tendrán que pagar los nietos bisnietos de las actuales familias, que lleva a que los tres poderes del estado, ejecutivo, legislativo y judicial se venden al mejor postor, y que margina a la mayoría de la población más vulnerable.
Por todo lo anterior esta reflexión se enmarca en una luz, una semilla de esperanza, al final del túnel. Nace en el año 2015 y se fue consolidando en un partido político. Este partido político propuso al binomio presidencial que ganó las elecciones generales de junio y agosto de 2023, por un momento ensombrecidas por el Tribunal Supremo Electoral que, en un cambio de 180 grados en su actitud complaciente con el sistema corrupto, declaró y oficializó las elecciones, en las que el pueblo, para asombro de todos, ganó las lecciones y hecho por tierra la estrategia que ya estaba preparada para asegurar la continuidad de los gobernantes y corruptos de siempre.
Por ello se habla de una luz de esperanza, en el mar embravecido que hace todo lo posible porque no se entregue el poder al presidente electo, Doctor Bernardo Arévalo y a la Doctora Karin Herrera. Los acontecimientos de agosto, septiembre y octubre de 2023 pasan a la Historia, como una página más en la lucha por la defensa de la democracia y la soberanía guatemalteca.
Al escribir estas líneas hay incertidumbre y zozobra de los resultados de esta gesta que hoy se libra en “Mi bella Guatemala”, la de Germán Alcántara, joya del pentagrama musical guatemalteco. Todo esto es oportuno, además, en el marco de la celebración del 79 aniversario de la Revolución de Octubre de Guatemala, para citar a algunos de los historiadores, hombre y mujeres que han dejado para la posteridad sus apreciaciones y vivencias, de aquel momento inolvidable de nuestra “Historia Patria Centroamericana”. Aquella que escribió José Mata Gavidia. “La revolución de Guatemalteca”, de Luis Cardoza y Aragón. Los hechos de esa gesta, es una página, un paréntesis en la tragedia del pueblo guatemalteco, este bello país lleno de bellezas naturales, con su gente trabajadora y admirable. Es el arte con su creatividad y compromiso social, que ofrece páginas, pensamientos, poemas y escritos, que permiten acercarse a esos hechos de manera retrospectiva, pero con visión actual y de futuro.
Un ejemplo de ese aporte lo constituye la magnífica revista “ALERO” de la Universidad de San Carlos de Guatemala, en cuyas páginas están plasmadas las luchas, los acontecimientos, con la belleza de su redacción, composición y presentación, literariamente con cuidado y con un lenguaje de fácil comprensión, es decir, una cátedra accesible y amena, que con gusto se lee y relee.
Una fuente inagotable de documentación, testimonios y selección de escritos de incalculable valor literario e histórico. En esta oportunidad, la edición número 8 de su tercera época, septiembre-octubre de 1974, a cargo de los licenciados Roberto Díaz Castillo, connotado escritor y Carlos Enrique Centeno, escritor y catedrático universitario, ambos maestros de la Universidad, que con su arte, su espíritu inquieto, su capacidad intelectual y su sensibilidad social, seleccionan, confeccionan, ofrecen su enseñanza-aprendizaje, desde una perspectiva pedagógica extraordinaria. Y ofrecen la visión retrospectiva, a casi 50 años, “la gloriosa década de la dignidad guatemalteca”. Hoy más que nunca, en el marco de su celebración, por las actuales circunstancias en las que está en riego la débil democracia, que con tanto sacrificio se construye y que los corruptos, al sentirse amenazados sus privilegios, no quieren dejar el poder de corrupción e impunidad, que viven y gozan a costa del hambre y la miseria de millones de guatemaltecos.
El pueblo, harto que espera del grupo semilla una débil esperanza para iniciar los cambios que se requieren para hacer posible la justicia y la solidaridad que tanto se necesita. Pero todo apunta a que se imposibilite la entrega del poder al Doctor Bernardo Arévalo y a la Doctora Karen Herrera, electos con el voto consciente de los guatemaltecos. Se espera que esto no suceda.
- DATOS E IDEAS DE LA PLUMA Y DEL ARTE DE ALGUNOS GUATEMALTECOS DE LA DECADA DE LA PRIMAVERA DEMOCRATICA.
Luis Cardoza y Aragón, se presenta en la revista con el título sugestivo y a la vez profundo: TECUNHUMANISMO, y apunta inicialmente: “Cuando vuelvo la vista atrás es pensando hacia adelante. Hago memoria para tener conciencia del pasado, para que este nos sirva en el presente y en el porvenir”.
Con qué belleza y composición escribe justo en el momento y en el lugar las palabras, las frases de su pensamiento poético, porque es prosa en verso, es poesía en prosa. Así Cardoza y Aragón abre la puerta para ir al pasado de aquel 20 de octubre, desde un contexto presente, que hace casi 49 años sucedió, cuando lo escribe. Y desde allí apunta:
“Fue mi problema (1944-54), cuando a medias se me toleró en Guatemala al principio y me arrojaron después, que la libertad burguesa se tornara problema: los valores humanos de la mayoría indígena, del proletariado. Que surgiese, al menos, un complejo de culpa en la satisfecha clase rectora y explotadora; que mis ideas ‘disolventes’, disolvieran la soluble burguesía semifeudal. La felicidad del pueblo de Guatemala fue la pasión de nuestro octubre. Sobre todo del PGT”. Se refiere al partido guatemalteco del trabajo.
Aquí se puede inferir la nostalgia y la forma que le plantearon quienes tenían el control político de la revolución y su pensamiento que va más allá del momento histórico que se estaba construyendo. Luego afirma: “De nuevo tengo más veinte años de no vivir en Guatemala. Sólo conozco algo en líneas generales de lo que ocurre. Me visitan adolescentes o jóvenes de muchos países. Las nuevas generaciones de Guatemala son víctimas directas de la catástrofe y de la barbarie posterior. Algo sé de ésta porque nadie lo ignora en el mundo. Guatemala es famosa por sangrienta y analfabeta. Sólo nuestros indios le dan proceridad.
Algunos jóvenes sudamericanos opinaron que la caída de Árbenz incumbe a la arqueología. Los nuestros han vivido su infancia, adolescencia y juventud en indecible infierno. Lo radical de su crítica al pasado inmediato será más válido si conservan conducta consecuente. La juventud, una ola que pierde su fuerza sobre la playa, para que surja otra igualmente hermosa. Marea perpetua. Hoy con nueva potencia se alza y se en crespa renaciendo de sí misma, en un mar incesantemente repetido y distinto.
Los jóvenes han borrado las huellas de mi generación en la arena de la playa. Son hombres de otro siglo. Del XXI. ¿Querrán oír alguna vez nuestras canciones? Mis contemporáneos están naciendo. Fui un arco tenso con algunos dardos en su aljaba. Eleata y Heraclitano a la vez, inmóvil estoy siempre llegando en ellos”.
En esta breve cita, se encuentra un Cardoza y Aragón identificado con su revolución, con “su” octubre y con la juventud, se siente joven y reconoce la tragedia que ya entonces se vivía y hoy aún se vive en Guatemala, particularmente en la niñez y la juventud. Es el recuerdo de lo vivido, pero con emociones encontradas, porque por una parte revive “su” octubre y por otra lamenta su ausencia de veinte años.
La Guatemala que sueña y que con ternura y emoción describe maravillosamente en su “Guatemala las líneas de su mano”, iniciándola cuando regresa a su tierra con el advenimiento de la revolución del 20 de octubre. Estas líneas hacen reflexionar lo ocurrido con tristeza y con coraje. La tragedia de un proceso democrático que es reprimido al máximo por los terratenientes, la oligarquía y la intervención descarada de los Estados Unidos.
Se vive a partir de 1954 una noche obscura, aparecen en la escena dantesca las figuras tenebrosas de los genocidas Carlos Castillo Armas, Miguel Idígoras Fuentes, Enrique Peralta Azurdia, Carlos Manuel Arana Osorio, Kjell Eugenio Lauguerud Garcia, Romeo Lucas García, Humberto Mejía Víctores, todos militares y un civil, Julio Cesar Méndez Montenegro.
Se experimenta la dictadura militar más feroz. Estos pasan a la historia por su violencia desenfrenada, con apoyo a los poderosos, cual lacayos a su servicio y reprimen al pueblo, a los líderes que se atreven a cuestionar sus imposiciones. Esa es la historia reciente, que después de la revolución de octubre, llena con sangre todo el territorio guatemalteco.
Luis Cardoza y Aragón la vive en el exilio y luego al escribir su obra “El Río”, recordará con extraordinaria y asombrosa prosa poética, la Guatemala de sus sueños. Recordemos otros de sus pensamientos escritos que sólo Él lo podría hacer: “Apenas si nuestro octubre empezó a modificar los modos de producción y distribución de la riqueza. ¿Para qué repetir? Es conocido mi pensamiento sobre el fracaso en 1954. Lo expuse en 1955, en tres ediciones de La Revolución Guatemalteca. El tiempo ha ratificado mis juicios. Hoy serían aún más severos. Hicimos ‘nuestra revolución’, pero se elude la crítica. Afronté a la derecha y a la izquierda al mismo tiempo. ¿Quién fue más intransigente de ellas? Cumplía con el deber elementalísimo de no abdicar y de divulgar mi pensamiento crítico. Ni ante el silencio que aún prevalece estimo que hubo mérito alguno en ello. Exagerar ‘nuestro octubre’, en este trigésimo aniversario de nuestro fervor y nuestra incompetencia, constituye una forma turífica, nada original, de falsificarlo.
El esfuerzo debe encaminarse a verlo en su justa medida: aciertos, desaciertos y desconciertos. Exagerar a favor me parece tan impropio como exagerar en contra: falsear es deshonesto y, antirrevolucionario. No me cabe duda de que fueron diez años excepcionales. Siempre lo estimado así, críticamente. Tal estimación no sólo no me ha impedido adulterarlo sino me ha incitado a mejor conocerlo. Nuestro octubre lo tornamos mito, porque no pudimos hacerlo plenamente realidad. De todos modos será para siempre una página hermosa. No soy escéptico: soy franco y vivo lleno de esperanza. Dejemos ya este coloquio de dinosaurios”.
Este pensamiento de Cardoza, sin duda, alienta la necesidad de profundizar en esa experiencia vivida y recordada hoy a los 79 años de su aniversario y con su persistente presencia. Finalmente se lee con emoción estas palabras escritas con vehemencia y muy realista de nuestro Luis Cardoza:
“Cuando pasa una mujer hermosa, mis ojos la prenden con una muy lenta, irrefutable, larguísima mirada mitológica, sedeña y punzante. Como cuando tenía veinte años. Es hermosa la vida”. Así escribe y se proyecta este escritor impresionante.
No se puede dejar de lado una idea que Alero recoge en esta edición del gran Enrique Muñoz Meany, citado por Roberto Díaz Castillo: “No basta que el universitario sea receptor ávido del mensaje cultural que le envían la cátedra y el libro, la escuela y la vida. Es necesario que sea difusor, transmisor de esa ciencia y esa experiencia. Recibir y dar es un signo. A mayor capacidad subjetiva corresponde mayor responsabilidad”. Sin duda alguna resume el objetivo de este análisis.
Galich, conocido en la historia como “el verbo de la revolución”, fue protagonista de la década de la primavera democrática. Su aporte en el documento que es la fuente inspiradora, la revista Alero, apunta: “Diez años de primavera (1944-54) en el país de la eterna tiranía. Ese título no es mío. Es una amarga y verdadera sentencia de Luis Cardoza y Aragón, inspirada en otra que los guatemaltecos atribuimos a Humboldt y gustamos de repetir en nuestra propaganda turística: “Guatemala, el país de la eterna primavera. Es posible que muchos hayan oído o leído esta frase, pero también es probable que pocos conozcan la durísima realidad que encierra la de Cardoza y Aragón. Los diez años de primavera empezaron en nuestro país hace treinta años y concluyeron hace veinte, cuando el imperialismo, por boca de su más brutal encarnación de entonces John Foster Dulles, se jactó de su victoria sobre nuestro pueblo inerme. Todo lo demás, antes y después de esos diez años, ha sido tiranía. Un breve relato, o más bien una evocación de ausente, ahora al cumplirse tres décadas del triunfo de nuestro pueblo y dos de la “victoria” yanqui, lo confirma”.
Al leer este hermoso artículo de Manuel Galich, dramaturgo, escrito, ministro de educación del gobierno del Doctor Juan José Arévalo y autor entre otras muchas obras, la conocida “Del pánico al ataque”, encontramos esta reflexión muy ilustrativa, como antecedente de la revolución de octubre:
“De allí nuestra visión del siglo XIX guatemalteco se redujera a tres grandes calamidades: frustración centroamericana, con la ruptura de la Federación; treinta años de oscurantismo medioeval, con los cachurecos y Carrera, y quince de tiranía feroz con Barrios y los liberales, herejes, masones y excomulgados, todo sinónimo. Y sin embargo, el siglo XX fue peor”.
Más adelante apunta que: “En el refinamiento de la crueldad, carrera y Ubico hacían palidecer, a su vez, las imágenes de Carrera y Barrios. Para dar el tema de toque literario y menos repugnante, lo ilustraré con algunas anécdotas en que figuran poetas. Los historiadores no tenemos por qué expulsar a los poetas de nuestra república, como lo propugnaba Platón”.
Según lo narra bellamente, a Carrera lo iban a hacer volar sus opositores, comenta Galich, entre ellos estaban los hermanos Juan y Manuel Dieguez Olaverri. Carrera, “el indio”, los visitó donde estaban presos y les dio mejor trato. Dicen que era analfabeto. Escribe Galich que Barrios también escapó de alguna bomba en el Teatro Colón y los frustrados asesinos fueron fusilados. Pero otro poeta, Ismael Cerna, de familia aristocrática, apunta Galich, escribió contra él diatribas que superaban a las de Catulo contra César. Barrios murió, escribió Cerna “quisiste engrandecer la patria mía/ y en nombre de esa patria te perdono.” Con Estrada Cabrera y con Ubico, dice nuestro autor, no hubo opositor que quedara ileso, fueron fusilados, generalmente descoyuntados. Pero los poetas aduladores logran vivir espléndidamente: José Santos Chocano y Rubén Darío. Con Ubico no había caso, señala Galich: “para el todo intelectual era, por definición, “un pícaro”. Era su palabra favorita, incluidos los poetas. Muchos lo merecían, pues a pesar de ese injurioso desprecio, lo adulaban.
Para finalizar los antecedentes de la revolución del 44-54 que Manuel Galich nos ilustra, apunta lo siguiente: “Ubico, como todo el mundo lo supo en Guatemala, en 1931 fue hecho presidente por el ministro de los Estados Unidos, Sheldon Whirte-house. Desde el punto de vista de su gran elector cumplió a la perfección su cometido. En 1932 ahogó en sangre al incipiente movimiento obrero y una célula comunista que aspiraba a constituirse en partido. Respecto al campesinado, sobre todo el indígena, no hubo mucho que cambiar. Su situación ya no podía ser peor y Ubico mantuvo el estatus que, desde Barrios era tan miserable como en los días de la colonia o más”.
Ilustra Manuel Galich al futuro gobierno de Jacobo Árbenz en este artículo, citando a su vez su programa de gobierno: “Primero convertir a nuestro país de una nación dependiente y de economía semi colonial, en un país económicamente independiente; Segundo: transformar a nuestra nación de un país atrasado y de economía predominantemente feudal, en un país capitalista moderno; y Tercero: hacer que esta transformación se lleve a cabo de tal manera que traiga consigo la mayor elevación posible del nivel de vida de las grandes masas del pueblo”.
Esta cita de Galich refleja los verdaderos motivos, democráticos y de justicia social que estaban programados en la revolución de octubre. Esos objetivos, siguen, después de casi ochenta años, como la agenda pendiente y que hoy, octubre de 2023 se vislumbran como una posibilidad con el nuevo gobierno del Doctor Bernardo Arévalo y la Doctora Karin Herrera. Basta leer su plan de gobierno del partido Semilla y la reacción descomunal de quienes atentan el poder y no quieren ceder ni un ápice. Los gorilas, los testaferros, los políticos mañosos que roban y viven en total impunidad.
Dice Galich: “El programa –de Árbenz-, debió comprender cuatro partes: política económica, política social, política interior y política exterior. Dio prioridad a dos cuestiones que jamás, nunca, en los cuatrocientos veinte años de colonialismo, desde que Pedro de Alvarado dominó a los indios, independientes y dueños originales del territorio, en 1524, hasta junio de 1944, nadie, ningún gobernante se había planteado.
Eran éstas sencillísimas: I. Lo que come nuestro pueblo y II. Lo que necesita comer como mínimo nuestro pueblo. No hizo más planteos teóricos, no tuvo tiempo, pero esos dos fueron suficientes para que las reacciones coaligadas, la internacional y la interna lo catalogaran como el ente más funesto del mundo occidental de su tiempo. “comunista” y todo lo demás que hacía temblar al ‘mundo libre’. Lo que más enardeció al gigantesco animal microcéfalo, -su cabeza era la minoría plutocrática billonaria-, fue que el pequeño atrevido lo irrespetara en los foros internacionales y hablara, en todas partes, un lenguaje desenfadadamente veraz. Denunciara sus aviesos atropellos en todo el mundo; fuera una voz solitaria y discrepante en el coro interamericano, y se manejara internacionalmente en su política sin someterse a la cartilla de Washington. Un gobierno latinoamericano fuera de órbita. ¿Cómo es eso? Frente a los ojos que despedían llamas, como los del tigre de que habla Martí, debió pasar la estampa de las ediciones para niños de los viajes de Gulliver, en la cual se demuestra que muchos enanos juntos son capaces de derribar, inmovilizar y estancar a un gigante. Y esto fue seguramente lo que llenó de pánico al monstruo: no el alfilerazo del pequeño, sino su mal ejemplo a los otros pequeños del cotarro panamericano. Si todos hacían lo mismo, podrían estaquear al Gulliver imperialista.
Con este análisis se puede considerar la enorme dificultad que tuvo que afrontar Jacobo Árbenz para llevar adelante su plan de gobierno y su renuncia el 27 de junio de 1954. Esto sucedió hace veinte años, cuando Foster Dulles rugió aquella famosa frase que Diego Rivera perpetuó en un mural condenatorio: “¡Esta es nuestra gloriosa victoria.!”.
Desde entonces Guatemala fue, mucho más que antes, una neocolonia. Ciertamente, ya no son la misma United Fruit Compañy, con sus plantaciones y sus embarques de banano; ni la IRCA con su monopolio ferrocarrilero, ni la Electric Bond and Share, con su empresa eléctrica los dueños exclusivos del país. Pero la enajenación ha sido mucho mayor que cuando aquellos monopolios dominaban la economía nacional. El patronato ha pasado a EXMIBAL y otras siglas”.
Galich con su característica forma de escribir pedagógica y comprensible, expresa así una de las consecuencias de la revolución frustrada que llevó a Guatemala a vivir una de las más sangrientas páginas de su tragedia histórica: “quien mejor había logrado una hoja de servicio en las masacres de Méndez Montenegro, era el, desde luego, general Carlos Arana Osorio. Por lo tanto, a él correspondió sucederlo en la presidencia. Eso demostró que su destitución por el gobernante guiñol del seudo “estado de derecho”, solo había sido un show bien pensado, en las altas esferas imperialistas para atenuar con la ausencia la imagen aterradora del multihomicida de Zacapa, y hacerlo retornar oportunamente con la banda presidencial cruzada al pecho”.
Manuel Galich escribe este valiosísimo documento, en Alero (1974) para la posteridad, con el cual se puede fácilmente entender el costo de una revolución que sólo intentó llevar la justicia social a los guatemaltecos. Tanto el Doctor Juan José Arévalo, como el coronel Jacobo Árbenz, pasan a la historia como los únicos presidentes que realmente buscaban mejorar las condiciones de vida de los guatemaltecos más marginados, excluidos, dotándoles de los elementales derechos humanos que como personas en su dignidad deben ser reconocidos.
La personalidad del Licenciado Alfonso Bauer Paiz es realmente extraordinaria, su testimonio de vida lo hace el hombre que nunca cambió su forma de pensar y su coherencia con su actuación. Vivió más de noventa años, en su mayoría en el exilio. Su trabajo auténtico y honesto le valió el exilio por los atentados de que fuera objeto a lo largo de su fructífera existencia. Tal vez lo más cercano fue el acompañamiento y asesoría a las comunidades de refugiados guatemaltecos en México, (1992) en su retorno a la patria. Fueron más de 60,000 los guatemaltecos refugiados que vieron en él, la persona de mayor confianza y desinteresada, que antepuso a su bienestar personal, el de los demás. Fue ministro de economía de Arévalo y Trabajo, director del programa de reforma agraria de Árbenz, al poner en práctica el famoso decreto 900. Un motivo más para que los terratenientes y la compañía bananera planearan y ejecutaran la destrucción de la revolución de octubre de 1944.
Bauer Paiz escribe al respecto: “La situación económica de Guatemala al iniciarse la década de los cuarenta de este siglo, era, en pocas palabras la una de las repúblicas “bananeras” del Caribe. Con tal estado de cosas había de vérselas la Revolución de 1944. Si bien los cambios efectuados por el proceso revolucionario no repercutieron lo suficiente en la estructura misma de la economía, las condiciones de libertad que ofrecía la nueva política económica y social de los gobiernos de la revolución contribuyeron a modificar el marco de las fuerzas productivas y, por ende, las relaciones de producción.
El objetivo principal de la nueva economía consistía en destruir las relaciones semifeudales de producción y servidumbre en el campo, para sustituirlas por otras de tipo capitalista. En fin, la política económica de la Revolución además de los objetivos ya señalados perseguía uno principal que englobaba a todos: la conquista de la verdadera independencia económica de Guatemala, vale decir, la ruptura de las ataduras neocoloniales que la sujetaban al imperio yanqui. Durante el gobierno de Juan José Arévalo se dio gran importancia a la creación de infraestructura: caminos, carreteras, edificaciones, plantas eléctricas, puentes, canales de riego, saneamiento ambiental. La Junta Revolucionaria (1944-45), ya había creado el Ministerio de Economía, (que después fue también de trabajo). El gobierno de Árbenz creó el Departamento agrario Nacional y el Banco Nacional Agrario, como principales organismos encargados de la implementación del programa de reforma agraria”.
En esta larga cita textual, Alfonso Bauer Paiz, ilustra la organización y puesta en marcha de los programas económicos. No escapa a este estudio, la importancia que le dio la Revolución de octubre a ese aspecto. Fue un trabajo de equipo, con personas jóvenes, inquietas y convencidas de que era posible el cambio, desde una realidad venida arrastrada desde más de 400 años de injusticia social. Además apunta Bauer Paiz: “el código de Trabajo vino a garantizar el ejercicio de los derechos fundamentales de los trabajadores, particularmente en la seguridad en el empleo, de organización en sindicatos y de huelga, y acogió las instituciones modernas de este derecho social”.
Pero Bauer Paiz ahonda más en su análisis cuando apunta que: “La explicación de la frustración del movimiento de octubre del 44 se encuentra en los intereses económicos y la conducta política de las distintas clases y capas sociales y del imperialismo estadounidense. La experiencia que arrojan los hechos concretos se convierte en la lección principal que tienen que analizar, una y otra vez, las clases y capas interesadas en un cambio revolucionario.
En ese examen no debe confundirse la realidad económica, social y política tal cual es, como el sueño voluntarista de lo que pudo ser y no ser. Esto tampoco debe conducir a la lamentable equivocación de prender escudar los errores políticos de una clase revolucionaria o de un partido, sino a aprender de los mismos, con sencillez, claridad y energía”.
Aquí es donde brillantemente Bauer Paiz ofrece la lección con su vida, su experiencia revolucionaria y su actitud consecuente hasta el final. Además señala que: “Truncado el proceso que se dio entre 1944 y 1954, el país se encaminó hacia un capitalismo cada vez más dependiente, manteniendo las atrasadas estructuras precapitalistas que han permitido que el poder se mantenga sustancialmente en manos de la oligarquía burguesa terrateniente y Guatemala bajo la dominación neocolonial de los Estados Unidos”.
Una afirmación categórica que demuestra, en 1974, sus apreciaciones hoy vigentes. Cuando ya muy enfermo toma la decisión de ser internado en el hospital del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, al morir, deja una lección de humildad y de ejemplo concreto de su entrega a la causa de la revolución. Desea morir en el IGSS, fruto de la revolución de octubre, hoy vigente.
Guillermo Toriello Garrido, sobresale en la historia de la revolución de octubre de 1944-54, como “el Canciller de la Dignidad”, por su importantísimo papel en la reunión de la Organización de Estados Americanos, OEA, pronunciado el 5 de marzo de 1954.
Escribió “La batalla de Guatemala”, y “A dónde va Guatemala”. Escribe en Alero esta hermosa página de la historia política de Guatemala: “El presidente Árbenz me hizo venir de Washington haciéndome el gran honor de designarme para defender a Guatemala en Caracas. Asistí a esa histórica conferencia como canciller de la República y presidente de nuestra muy digna y capaz delegación, uno de cuyos distinguidos integrantes fue el gran escritor y poeta Miguel Angel Asturias, Premio Nobel de Literatura y Premio Lenin de la Paz. Por primera vez en la historia de nuestra América, los Estados Unidos fueron puestos en el banquillo de los acusados. Ellos pensaban hacerlo con nuestro país, pero me toco a mí en su honrosa representación quitarles la hipócrita máscara, de una vez por todas. Del importante discurso que pronuncie el 5 de marzo en la tercera sesión de la conferencia, transcribo estas líneas relativas a política internacional, que defendían nuestra diáfana posición revolucionaria:
Aquí como lo hicimos en el seno de las Naciones Unidas, queremos reiterar que Guatemala, como quien más, es celosa de su independencia, de su soberanía y de su dignidad, y así, no es ni puede ser satélite de la Unión Soviética ni de los Estados Unidos ni de ninguna otra potencia. Mi país es alérgico a todo servilismo y repudia el internacional como el interno. La política internacional de Guatemala, al igual que su política interna, no está supeditada a la de ningún poder extranjero. Guatemala ha cobrado una voz propia en sus asuntos y ha logrado mantener y mantendrá siempre la más absoluta independencia de criterio, al expresar su pensamiento en los organismos internacionales, sin más orientación que el respeto a los principios democráticos y su amor a la justicia…
De nada sirvió la posición de todos los miembros de la delegación de Guatemala en las distintas comisiones de la conferencia y mi combativa actitud en la comisión política. La resolución 93 que destrozaba el principio de no intervención, propiciando la intervención colectiva, dando al traste con la independencia y soberanía de las naciones latinoamericanas, fue vergonzosamente aprobado por diecisiete (17) votos a favor, dos tímidas abstenciones (Argentina y México), y un solo voto en contra: Guatemala. Mr. Dulles y su pandilla estaban felices. Ya tenían en sus manos el arma internacional para usarla en caso de que fallara la agresión armada”.
Esta página de la historia latinoamericana pinta de una manera más que evidente, cómo los países de “nuestra América”, se plegaron al poder del imperio en aquel entonces y hoy. El Licenciado Toriello Garrido, valiente y admirable es figura que debe ser reconocida como quien se atrevió a desafiar a los Estados Unidos.
- EL ARTE COMO EXPRESION AUTENTICA DE LA REVOLUCION.
Ya se menciona a escritores, poetas, pintores, analistas: Luis Cardoza y Aragón, Miguel Angel Asturias, Diego Rivera, cómo su interpretación de la revolución de octubre forma parte de la riqueza de esa gesta revolucionaria, nunca antes vivida y después reprimida con la más terrible y cruel estrategia de víctimas asesinadas, borrar del sistema educativo toda relación que se refiriera a ella, maestros, campesinos, intelectuales, dirigentes sindicales, sacerdotes, y muchos más. Todo aquel que se atreviera a pensar, se le consideraba “comunista”. No obstante hay una riqueza intelectual extraordinaria que expresa con su arte la experiencia de la “década de la dignidad”.
Guatemala, apunta Luis Cardoza y Aragón: “No la conozco. Es algo inventado por mí. Lya, -su eposa-, dice que Guatemala y mi infancia son mitos que yo he creado. A lo mejor también ella es un mito… Pienso en Guatemala, que es como un relámpago; pienso en Guatemala donde la noche es como un gran número cero y el día semeja una moneda de oro, un gran diamante. Mientras escribo soy libre y jamás lo hago por dinero”, (entrevista en Mexico, 2 de julio de 1977).
Este poema en prosa permite reconocer la grandeza de un escritor-poeta de la revolución: Luis Cardoza y Aragón:
“¿Qué es ser guatemalteco? Si se hurta a la universidad, el nacionalismo es idiotez para otros idiotas. Burguesa en su raíz, cortina de humo para fechorías. Se agita el pabellón y se hacen matar borregamente multitudes proletarias. Estos holocaustos de millones se redimen si son coyuntura para que un Lenin transfigure nuestra ‘civilización’ transnacional y ‘cristiana’ de Hiroshima y de hornos crematorios. Obligación de liberarse de las coerciones políticas, familiares, culturales, religiosas y nacionalistas sin ‘ideas exóticas’. Todo maniqueísmo es simplificación intolerable. Llamado a la libertad. Ser oveja más negra entre las más negras ovejas. Así, detestado por los albos compatriotas de cal muerta se comete el delito de lesa patria de estar vivo. Enjambre de de sueños. Nunca lágrimas saurias. Acto de fe y auto de fe. Sacudirse el peso de la noche. Como el perrito el cierno del pantano.
¿Quién al volver al país doliente no había dejado toda esperanza? Urgencia de rebatir necias fidelidades. Dilatar la visión es más exaltante que inhumarse en un mundo excedido. Guatemala, invicta anécdota derrotada. Viene a mi encuentro el yo que fui. Y soy como solía. Si para los demás no se es, nada se es. Abominar de nosotros por no crear aún conciencia de la proceridad del pueblo y de la perversión. Así ocurre en Guatemala y otras grandes potencias. El cristiano país sin cristianismo yace bajo la distendida sotana en vez de cielo. Hay que perforarla un millón de veces para alegrarse siquiera con estrellas mentirosas. Feroz ternura con reposado ímpetu vivirla para que el sol negro del día negro y de la noche negra sea irrefragable. Ser patriota de Shakespeare, del Volcán de Agua, de Otto René Castillo, de San Juan de la Cruz, de Huracán, corazón del cielo. Morar en una pústula que sea rosa de dinamita al despertar su podredumbre.
Dos poemas de Otto Raúl González, que hablan por sí solos, La interpretación es personal:
En el changarro de la esquina
Los obreros beben cerveza barata
Y cuando han gastado todas las palabras
Se hunden lentamente
En hondos charcos de silencio.
La inmóvil maquinaria de la fábrica
Los líderes del sindicato
Los abogados de la empresa
El vientre del patrón sus dientes de oro
La guardia de esta noche
Las banderas rojinegras
Todas esas imágenes se arremolinan en sus mentes
En sus casas el hambre entra por las rendijas
El radio de transmisores
Difícilmente volverá del Monte
Echale el último veinte a la rocola
Y
Así hasta que el líder sindical se asome
Y nos grite que ganamos o perdimos la huelga
O que la perdió el gorila.
Campesino sin tierra:
Sobre el cráneo un sombrero herrumbroso
En la mirada la extensión del asombro
Su historia en las arrugas del rostro
Manta dril le cubre los enjuntos hombros
Pendientes del cinto machete filoso
Y
De rodilla a los pies lodo.
Y por supuesto el gran poeta de la revolución, Otto René Castillo, que con su admirable arte y su vida dejó al mundo asombrado, admirado y reverente: Intelectuales apolíticos:
Un día
Los intelectuales
Apolíticos
De mi país
Serán interrogados
Por el hombre
Sencillo
De nuestro pueblo.
Se le preguntará
Sobre lo que hicieron
Cuando
La patria se apagaba
Lentamente,
Como una hoguera dulce
Pequeña y sola.
No serán interrogados
Sobre sus trajes
Ni sobre sus largas
Siestas
Después de la merienda,
Tampoco sobre sus estériles
Combates con la nada,
Ni sobre su ontológica
Manera
De llegar a las monedas.
No se les interrogará
Sobre la mitología griega,
Ni sobre el asco
Que sintieron de sí
Cuando alguien, en su fondo,
Se disponía a morir cobardemente.
Nada se les preguntara
Sobre sus justificaciones
Absurdas,
Ofrecidas a la sombra
De una mentira rotunda.
Ese día vendrán
Los hombres sencillos.
Los que nunca supieron
En los libros y versos
De los intelectuales apolíticos
Pero que llegaban todos los días
A dejarles la leche y el pan,
Los huevos las tortillas.
Los que cosían la ropa
Los que les manejaban los carros,
Les cuidaban sus perros y jardines,
Y trabajaban para ellos,
Y preguntarán,
“¿Qué hicisteis cuando los pobres
Sufrían, y se quemaban en ellos,
Gravemente, la ternura y la vida?”
Intelectuales apolíticos
De mi dulce país,
No podréis responder nada.
Os devorará un buitre de silencio
Las entrañas,
0s roerá el alma
Vuestra propia miseria,
Y callaréis,
Avergonzados de vosotros.
- CONCLUSIONES:
A lo largo de este breve análisis de interpretación y acercamiento al Arte, como expresión huma y creadora de la mujer y de hombre guatemaltecos, antes, en y después de la “Década de la dignidad”, se puede observar que hay un hilo conductor: el sentimiento hecho arte, la historia hecha arte, la tristeza y el coraje de una generación del guatemalteco que luchó y vio frustrada su ilusión de ver una nueva Guatemala, más democrática, más justa, más fraterna, de ver una Guatemala incluyente, por la intervención descarada y violenta de los Estados Unidos, en contubernio con la oligarquía terrateniente guatemalteca.
Porque la respuesta de los traidores, del vendepatria no se hizo esperar. La traición, la mentira, la cobardía, el asesinato, la negativa a compartir un poco la riqueza que detenta un grupo minoritario y las circunstancias del contexto internacional de la guerra fría le sirvieron a la oligarquía, los empresarios y los terratenientes, para sumir en una noche negra, dolorosa y sangrienta, como describe magistralmente Eduardo Galeano en su “Las venas abiertas de América Latina”, a las mayorías de la población que vive una eterna condena de desesperación y sin futuro. Sólo la migración es la respuesta a tanta ingratitud vivida.
Pero hoy, junio y agosto de 2023 se vislumbra un nuevo amanecer, un 79 aniversario de esta revolución de octubre de 1944-54, en el que la juventud de siempre, soñadora y esperanzadora, toma la actitud de decir presente en la historia y se dispone a construir la Guatemala que sueñan aquellos que físicamente se fueron pero que están aún presentes y los que sobreviven con la frente en alto y, como los poetas, escritores y creadores del arte no desmayan, junto a los 48 cantones, los pueblos ancestrales hoy, y todos unidos, juntos, dice el popol-Vuh: “que nadie se queda atrás, de los demás” que todos a la sembrar la semilla que crecerá en un árbol frondoso en donde los pájaros entonarán sus trinos de amor y de paz: los niños y niñas hoy, hombres y mujeres de mañana. El sol renacerá y la noche obscura desaparecerá para siempre…
“Hasta donde los minerales sacudían su tiniebla mansa, volvió su presencia a turbar el sueño de la tierra. Reinaba humedad de estancia obscura y todo era y se veía luminoso. Un como sueño entre paredes de manzana-rosa, contiguo a los intestinos de los peces. Una como necesidad fecal del aire, en el aire enteramente limpio, sin el olor a moho ni el frío de cáscara de papa que fue tomado al acercarse la noche y comprender los minerales que no obstante la destrucción de todo por el fuego, las raíces habían seguido trabajando para la vida en sus telares, nutridas en secreto por un río manso”. Miguel Angel Asturías. Leyendas de Guatemala.
- BIBLIOGRAFIA:
- Revista de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Número 8, tercera época, septiembre-octubre 1974. Guatemala.
- Méndez de Penedo, Lucrecia. LETRAS DE GUATEMALA. 1993. Piedra Santa. 1993 Guatemala.
- Bauer Paiz Alfonso. Ivan Carpio Alfaro. MEMORIAS DE ALFONSO BAUER PAIZ Ediciones rusticario. 1996. Guatemala.
- Cardoza y Aragón Luis. LA REVOLUCION GUATEMALTECA. Editorial del Pensativo. 1994. Guatemala.
- Tischler Visquerra Sergio. GUATEMALA 1994: CRISIS Y REVOLUCION. Caudal S.A. 1998.Guatemala.