Imagen: Cortesía Suplemento Cultural
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Max Araujo

De mil 1977 a 1980 cursé estudios de filosofía y letras en la universidad Rafael Landívar. Fue una época hermosa. Hice amistades entrañables, dejé mi timidez, pero sobre todo me permitió entender que cultura y derecho no están separados. Incluso existe una rama de las ciencias jurídicas que se titula Derecho de la Cultura; rama de la cual he realizado publicaciones en artículos y libros.  Uno de mis catedráticos fue Dante Liano, quien ejerció una gran influencia en nosotros con su curso de crítica literaria.

Como es lo lógico cuando se concluyen con todas las clases de una carrera universitaria y solicité mi cierre de pensum y propuse el tema de mi tesis, en el año 1982, cuyo nombre era “La experimentación como característica de la narrativa actual de Guatemala”, pretendía que fuera un análisis sobre las tendencias para una nueva literatura que apareció por aquellos años. Tengo documentos que avalan estas gestiones y las notas respectivas de aceptación por parte de la universidad.

Se me nombró asesor al licenciado Rolando Castellanos, un académico reconocido en Guatemala y un excelente profesor universitario. Durante varios meses hice investigaciones y redacté mi trabajo. En su momento se lo presenté a Rolando, quien después de leerlo me sugirió modificaciones y otras investigaciones, como lo hacen todos los asesores. Es una responsabilidad la que asumen. Está en juego su prestigio.

Aun no entiendo la actitud que asumí, pero decidí ya no continuar con mi tesis. Daba clases en dicha universidad, atendía mi oficina profesional, pero además ya colaboraba con algunas instituciones de cultura y de desarrollo social. Concluí conque era innecesario sacar otra licenciatura. Al fin y al cabo, estaba seguro de que mi vida tenía un rumbo que debía seguir. Y así fue. Hoy día vivo de acuerdo con los resultados de esa ruta, con lo positivo y negativo que significó.

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Lo que hice con la versión inicial de dicha tesis fue publicar una parte de su contenido en el volumen III, año VI (septiembre-diciembre 1985) en la revista Cultura de Guatemala de la Universidad Landívar. Fui administrador de la misma. A sugerencia del Padre Antonio Gallo, jesuita, filósofo y antropólogo, de nacionalidad italiana que hizo de Guatemala su segunda patria.  Creamos dicha revista con el doctor Julio Roberto Palomo Silva, quien fue su primer director. Roberto es un destacado intelectual guatemalteco, de reconocido prestigio, exdiplomático, en ese entonces uno de mis compañeros de estudio en dicha universidad. El trabajo lo titulé “Hacia una nueva novela en Guatemala”.

Sirva la introducción anterior para comentar que el día de ayer tuve el privilegio de saludar a Dante Liano, en Fórum Majadas, antes de la inauguración de la FILGUA 2023 dedicada a su persona. Tenía años de no verle personalmente, aunque siempre he seguido su trayectoria como escritor, crítico literario y como académico. Goza de mucho prestigio.

Supe de Dante cuando él estudiaba en el colegio Don Bosco, en donde yo también cursé mis estudios de primaria y secundaria, aunque él iba tres grados adelante. Lo veíamos como un alumno modelo, como un Domingo Savio contemporáneo. Vivía con sus padres en una casa situada, en una las esquinas de la zona ocho y de la avenida que en ese entonces llevaba el nombre de Santa Cecilia.

Por esos años el sacerdote salesiano Hugo Estrada, catedrático nuestro, estudiante de la licenciatura en letras de la Universidad de San Carlos, en donde obtuvo su licenciatura con un trabajo sobre la poesía de Rafael Arévalo Martínez, creó una pequeña revista con el nombre de “Ecos del Don Bosco”, en la que se publicaron trabajos literarios de varios estudiantes del colegio, que hoy son reconocidos como escritores, entre estos Dante. Fernando González Davison, Franz Galich y Arturo Monterroso. Los leíamos con interés. Todavía guardo una colección de dicha revista. Fue en esta publicación en la que se dieron a conocer los primeros cuentos de Liano.

Hice amistad con Dante cuando me dio clases, durante un semestre, a fines de los años setenta, en la Universidad Rafael Landívar.  Los alumnos de su curso, de común acuerdo con las autoridades de la Facultad respectiva, aceptamos que él nos diera sus enseñanzas los días sábado por la mañana de cada semana. Los demás cursos los recibimos por las noches de los otros días. Esa circunstancia especial hizo que compartiéramos con Liano en distintos lugares después de cada clase, siendo que en una ocasión le manifesté el interés que teníamos para crear un grupo para publicar libros de autores guatemaltecos.

A él le gustó la idea y además indicó que ingresaría al mismo, por lo que asistió a la reunión en la que formalizamos dicha idea. Decidimos ponerle al grupo “Rin 78”, así como la forma de financiarlo. ¨Dante les habló a otras personas para que se incorporan al grupo, entres estos a escritores, profesores y estudiantes de la Universidad de San Carlos. Fue así como se acercaron personas como Franz Galich, Carmen Matute, Luz Méndez de la Vega, Mario Alberto Carrera, Méndez Vides, Ana María Rodas, Luis Aceituno, entre otras, quienes ingresaron al grupo o a quienes se les publicó una obra sin ser parte de este. Fue de Liano la primera obra que publicamos con Rin 78 por el sistema propuesto. Su título “Jornadas y otros cuentos”. Fue una edición de 100 ejemplares.

Dante fue uno de los profesores valiosos que tuvimos en nuestro paso por la Universidad Rafael Landívar, por su conocimiento, su forma de dar clases y lo accesible que fue con todos.

De las reuniones de trabajo y las sociales que tuvimos los miembros de Rin 78 durante la existencia de este podría contar muchas anécdotas, entre estas algunas relacionadas con Dante, antes de su partida definitiva hacia Italia, en 1980, aunque periódicamente viene de visita a Guatemala, en donde residen sus parientes y los de su esposa Marjorie. Lamentablemente los padres de Liano ya fallecieron. Tuve el honor de conocerlos. De su esposa recuerdo a su hermana, también ya fallecida, la destacada pintora Magda Eunice Sánchez.

Dos anécdotas que vale la pena mencionar en cuanto a Dante son: La primera, su llegada a Guatemala para participar en el CILCA, que en los años noventa se celebró en la antigua facultad de Derecho, hoy Museo de la USAC, situado en la 9 avenida del Centro Histórico de la ciudad de Guatemala. Logró que destacados académicos italianos le acompañaran, entre ellos el reconocido Giuseppe Bellini.  Con Dante y Franz Galich, durante el CILCA anterior al de Guatemala, que se realizó en Tegucigalpa, tuvimos una noche completa de bohemia, en la que ambos se pusieron al día de muchos acontecimientos de Guatemala. Yo fui el informante.

Imagen: Cortesía Suplemento Cultural
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Y la segunda cuando en una ocasión, también a mediados de los años noventa del siglo pasado, me llamó por teléfono para solicitarme que le presentara cuentas por la venta en Guatemala de su novela “El misterio de San Andrés”, ya que él tenía que hacerlo también con Carlos López, editor de la misma, en México, con su editorial Praxis. Le respondí que cuando Juan Fernando Cifuentes me entregó un número de ejemplares de dicha obra los llevé inmediatamente a Artemis Editar, por lo que lo fui a buscar a la casa de sus papás y fuimos a la oficina de Jesús Chico, personero de dicha empresa, quien le entregó las cuentas respectivas. Lo curioso es que después de esta visita Dante me solicitó que lo llevara a “El Portal”, ya que muchas personas le hablaban con entusiasmo de dicho lugar por estar ligado a la vida cultural de Guatemala, que él, siendo guatemalteco y escritor, no conocía. Cumplí con la petición y disfrutamos de unas sabrosas “mixtas”.

Para terminar este texto transcribo la parte del trabajo del que expliqué antes, indicando lo siguiente: “corría 1973, cuando Dante Liano publicó en el diario “El Gráfico el cuento: Jorge Isaac habla de María” ….  Con ocasión de dicha publicación surgió una polémica bastante fuerte sobre dicho trabajo. La controversia se dio cuando el periodista Guillermo Estrada Quintana escribió en el diario Prensa Libre un artículo que tituló: Ante todo ética queridos colegas (18 de febrero 1973), refiriéndose a que publicaciones como las de Dante Liano no debían ser aceptadas en los diarios, porque las mismas no tenían ninguna calidad, ni moral ni literaria.

En la misma publicación aparecieron los días siguientes otros artículos en torno al mismo tema, como el de Carlos R. Molina tituladas Periodismo y moral (22 de febrero), La crítica de un crítico (1 de marzo), Hablemos de cosas importantes (7 de marzo). De Álvaro Contreras Vélez se publicó: Protesta contra la dulce María (8 de marzo), y de Estrada Quintana No me defiendas compadre (9 de marzo). En su defensa el diario El Gráfico publicó los artículos de Mario Carpio Nicolle: Dante Liano y sus indignados detractores, y, La Controversia sobre Dante Liano, de fechas 4 y 7 de marzo respectivamente. Como consecuencia de dicha polémica surgieron publicaciones en otros diarios. Luz Méndez de la Vega, en una réplica a Álvaro Contreras Vélez, indicó que el escritor no sólo había utilizado su verdadero nombre para firmar el cuento, sino que a la vez era un profesional de letras egresado de la Universidad de San Carlos.

En resumen la polémica se dio en dos aspectos, el primero de ellos desde el punto de vista ético, indicándose que el diario El  Gráfico no debía prestar sus páginas para que se publicaran estos trabajos, argumentando para ello que: Consecuencia de estos es que en muchas ocasiones la profesión  se vea en mal predicado, y que las actitudes equivocadas de algunos hacen que el baldón caiga sobre todos los que trabajan en el periodismo guatemalteco, puesto que se da el caso de sujetos que confundiendo la gimnasia con la magnesia y haciendo alarde de ser porta estandartes de nuevas corrientes culturales, con el mayor desparpajo y en manifiesta falta de respeto hacia la comunidad, se permiten emborronar cuartillas con toda clase de sandeces, palabras insulsas y reñidas con las más elementales normas de la decencia, ética y moral ( Álvaro Vélez)

El segundo aspecto sobre el que se discutió fue el que si el cuento de Dante Liano era creación literaria o no. Mario Carpio Nicolle en defensa del diario El Gráfico al referirse a este segundo aspecto indicó: Dante Liano a quien no tengo el gusto de conocer y que apenas he leído en algunas de las páginas de este suplemento, publicó el 18 de febrero (se refiere a 1973) un artículo titulado Jorge Isaac habla de María en el que hace que el autor de la obra, que el articulista sitúa imaginariamente vivo aún, habla de ella en el más puro estilo de la jerga de los jóvenes guatemaltecos de hoy.

El relato está salpicado de dos o tres malas palabras, que no hay quien en Guatemala no haya pronunciado alguna vez en su vida, o no las diga corrientemente muchas veces al día, en todo caso, palabras que ningún escolar ignora. Más adelante agrega: En Dante Liano no hay ninguna intención ofensiva. Es un simple experimento literario, ni siquiera demasiado atrevido. Shakespeare y Cervantes emplean palabras de mucho mayor calibre, para sólo mencionar a los más consagrados. No es mi intención defender el artículo de Dante Liano, pero sí es la de aclarar que los indignados articulistas no han comprendido o no quieren comprender que el lenguaje expresado en el artículo es el de toda la juventud guatemalteca actual.

Es indudable entonces que lo que causó polémica fue esa manera de presentar una literatura distinta a la que en esos años tradicionalmente se venía trabajando en Guatemala. Pero esta nueva literatura no fue un fenómeno aislado, es la consecuencia de un proceso que años atrás se había gestado en otras partes del mundo. De tal manera que como lo advierte Francisco Albizúrez Palma en un artículo escrito en el diario “El Imparcial”, al comentar el libro “Jornadas y otros cuentos” de Dante Liano (1978) expresa: En los trabajos de este escritor, como signo fundamental, es da la experimentación lingüística. Este rasgo corresponde a cabalidad con la tendencia que ha dominado a la narrativa hispanoamericana a partir de los años sesenta y que se manifiesta en escritores como José Agustín, Manuel Puig, Gustavo Sainz y otros a los que se puede considerar precursores en la utilización de nuevas formas recursos narrativas.

 

 

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