Ana Gabriela Gómez Pereira
Ana Gabriela Gómez Pereira, de 25 años, originaria de Quetzaltenango, Guatemala, se dedica a la enseñanza de nivel primario. Le apasiona y promueve la literatura como parte de un espacio inspirador y transformador.
Forma parte del colectivo Escritoras guatemaltecas, dirigido por Sandra Álvarez, desde el año 2021. Algunas de sus obras han sido publicadas en medios escritos, siendo estos los siguientes: En el libro colectivo “Armario de letras 2” por el autor Jorge Luis Pereyra pueden encontrar su cuento llamado “La fuerza de No´jib´al”. Además, del mismo autor, en el libro colectivo “Ramo de poesía” se encuentra su poema “Condena”. En la Revista “The Reading”, edición número 15 se encuentra su poema denominado: Mi leyenda: Infancia. Su participación más significativa fue en “Guatemala: antología literaria contemporánea”, que contó con su poema titulado: Huellas con sangre. Finalmente, pueden leer su poema: Cosmos, en la Revista Hygge, sexta edición. Sus obras abordan temas sobre la mujer, vulnerabilidad de la niñez, contenido social, educativo, análisis nacional y textos de introspección. Concibe a la escritura como liberadora y como una plataforma para alzar la voz, una acción que es indispensable en estos tiempos. |
Dalia
A mis 10 años tenía más cicatrices que una niña normal,
mi espalda con infinitas señales del diablo,
al caminar mis piernas seguían temblando,
el iq´ despeinaba mi cabello incompleto
y mi corazón, indiscutiblemente sangrando.
En las mañanas me tocaba trabajar,
cuando sembraba deseaba ser como la tierra:
inerte, sola, fría y sin temor.
Ese día mis únicos testigos fueron el maíz y el trigo;
pobre mi siembra, escucharon mis gritos de terror.
Pero pues qué podían hacer,
no sé quién sufrió más.
Yo ensangrentada y con dolor
o mis pobres siembras que vieron mis lágrimas
y cultivaron mi necesitado valor.
Mi nana no me creía
cuando le narraba lo que en mi vida estaba pasando.
Me decía que estaba loca y delirando
¿Por qué sos mentirosa Dalia?
Entre palos me decía.
En mi pueblo le llamaban enfermedad,
me decían que era síntoma de rebeldía.
Todos me veían como una extraña,
¡Ahí viene la regalada y la mentirosa!
Entre burlas miradas despiadadas
Las cicatrices seguían carcomiendo mi piel,
irritaban mis pequeños ojos,
mataban de a poco mis sueños,
sacudían mi inocencia y dignidad;
hasta que resonó en lo más profundo de mi ser.
¿Qué les digo?
Tomé mi petate y me fui lejos,
entre pedradas me despidieron.
El culpable me miraba con desprecio.
Mi familia no quiso creer lo que llevaba dentro.
A mis 18 años sigo de pie,
como una flor libre, gozosa y con paz.
Una flor que quebraron, pero hice crecer con injerto.
Mi nombre Dalia, se cumplió al fin
como la flor de vida que no piensa callar nunca más.
Sentir
Desde tu llegada, el amor se define por sí mismo,
sin palabras rebuscadas, sin rimas forzadas.
Vaya paradoja en la que me encuentro hoy,
explicándote lo que es para mí el amor.
Si… el amor en ti
El amor en ti se siente como tocar las olas del mar
Como ver un arcoíris a las 4 de la tarde.
Como ver la luna llena en su resplandor.
El amor en ti es como escuchar el canto de las aves en mayo
Como sentir el olor de las rosas blancas.
Como observar un atardecer en lo más alto de un sendero.
El amor en ti se siente como encontrar conchas en la arena
Como degustar un café por la mañana.
Como encontrar un trébol de 4 hojas.
El amor en ti se convierte en lo que mi vida necesitaba,
y anhela que también sientas en mí.
Los monstruos de mi pasado
Ya se habían tardado en llegar;
despertaron sin razón alguna, bueno eso creo.
No estoy lista para afrontarlos, precisamente hoy no es buen día.
Estos seres están dentro de mí,
los conozco desde aquel suceso; surgieron desde ese día…
La mujer que soy es por ellos.
Llegaron cuando en mi infancia
vulneraron mis sentidos, escucharon mis gritos
y sintieron mi desesperación.
No sé qué es más temeroso,
si los monstruos dentro de mi o los monstruos que me hicieron tanto daño
Esa pregunta es diaria y sin resolver.
Nunca había tenido tanto miedo de mí misma.
A veces pienso que me hacen más fuerte o quizá con una percepción de más de 360 grados;
me recuerdan la complejidad del mal.
Quizá mi destino sea vivir con estos monstruos,
darles un hogar, aprender de ellos, escuchar sus voces.
Y claro, hablarles de ellos al mundo.
Ansiedad
Desde niña he estado a la expectativa de todo
De mis pensamientos
De la sofocación
Del sudor en mis manos
No hablar de mi pánico escénico
De las miradas penetrantes
De los falsos amigos
De mi impotencia a expresar
Yo crecía y junto a mí, mis señales
Marcaba mis 120 latidos por minuto
Sentía mis pasos cortos
Y mi paz lejana
Siendo joven creí que era una etapa
Compararme con grupos
Intentar ser lo que jamás pude ser
Hablaba con mi soledad
La búsqueda de la normalidad
Los llantos continuos
El temblor de mis manos
La incertidumbre de cada día
Hoy por hoy grito que es real
Respeto mi proceso
Aplaudo mis pasos hacia adelante
Yo soy real y la ansiedad también.
Mi Leyenda: Infancia
Este día evoco mi infancia eternamente.
La ilusión de un quetzal en mis manos,
cientos de canicas rodando en los caminos.
En el patio aquellas tizas escondidas
y cómo olvidar mis saltos y volteretas en las ligas.
Las tortillas negras y queso por las noches,
mi delicioso café endulzado con tamales.
Los santos abuelos con historias sin parar;
familia con el verbo infinito: amar.
Mis manos sucias igual a aventuras resueltas,
aprendizajes, ilusiones y carcajadas lentas.
Nuestra carrera por la vida en un instante,
bendita humildad y hermandad constante.
¡Ahhh! Mi infancia…
Regresar ese brillo en los ojos
es como pedir una estrella fugaz en las manos.
Es como encender chispas de renovación
Es unir mi vida y recuerdos en una sola pasión.
Que quede claro, no son mis mejores años,
son mis únicos años en verdad.
Cerrar los ojos y pensar en ello, no solamente es recordar.
Es confirmar que la infancia en este siglo se ha vuelto una leyenda,
Una hermosa leyenda que siempre voy a extrañar.
Bitácora del infierno
I
Mi primera visita al infierno fue solitaria.
Ingresé a un silencio inusual,
el eco de mi respiración marcaba mi camino,
pensé ver una salida, pero, era imaginaría.
II
Mi segunda visita fue inesperada,
en segundos abandoné la tierra.
Sabía que regresaba a ese lugar,
lo sabía por la niebla densa y penetrante.
III
Seguía sin creer en los rumores
Pues, decían que el infierno era letal,
despiadado ante los débiles de alma
y que con su fuerza te deja caer.
IV
Esta tercera visita fue una de las más vulnerables.
Me mostró una ola de recuerdos, sentí como el miedo inundó mi ser.
Lo único que escuchaba eran mis pasos apresurados, huyendo de mis debilidades.
V
La cuarta visita fue menos dolorosa,
porque me vi.
Me vi en el reflejo de la lumbre,
el cual emerge del suelo, pero esta vez sin temblar.
VI
No es tan malo visitar el infierno
Repetía en mi mente mientras caminaba.
Mis pasos me llevaron a túneles de pensamientos concluidos
Y a jaulas al fin abiertas.
VII
En mi quinta visita me sentía plena
Pues ya conocía el lugar,
Cada rincón, olor y grieta
Podía voltear y regresar en sí, serena.
VIII
Prometí que en mi sexta visita controlaría el infierno, y, sí.
Hice que el fuego cicatrizara mis heridas en segundos,
la temperatura sustrajo lo “incurable”.
Mi ser celebró con alegoría.
IX
Finalizo mi estadía descubriendo lo más temible o quizá, lo único que necesitaba saber.
Yo soy ese infierno
Yo soy esa lumbre
Yo soy ese lugar
Lo visitaré cuando necesite un momento a solas.
Selección de textos Roberto Cifuentes Escobar