La familia es la base de la sociedad, es esa institución por excelencia para transmitir valores de paz, justicia y sobre todo apoyo en cualquier ámbito del desarrollo personal. Sin embargo, la búsqueda del bienestar familiar es uno de los factores que influyen para que un integrante del núcleo decida migrar.
Desde la perspectiva emocional, quienes se quedan resultan afectados por la separación del ser querido que ha decidido emprender el viaje. Aunado a eso, el migrante se enfrenta a un mar de temores que le esperan en esta travesía incierta. Aunque, el panorama es poco favorable para algunos, hay quienes tienen la dicha de cruzar la frontera y lograr el denominado “sueño americano”.
José Luis López le llama el “precio del sueño americano”. Actualmente reside en Nueva York y desde hace más de 15 años ha estado lejos de su patria y familia. El connacional menciona que se encuentra feliz por sus triunfos, pero a la vez triste porque sus hijos crecieron sin la figura paterna. Sin embargo, no pierde las esperanzas de verlos algún día sin que la distancia sea extensa.
Daniel, hijo de José Luis López, relata que tenía 8 años cuando su papá tuvo que migrar hacia Estados Unidos. Él ahora tiene 26 años y hay cosas que no recuerda de su niñez, tiene cuatro hermanos más y comprende que en ese tiempo la situación económica de la familia era complicada.
ASIMILAR LA SEPARACIÓN
Daniel pensó que su papá nada más se iba de viaje por cuatro días y luego regresaría para estar con su familia. Sin embargo, no fue así.
“Mi mamá fue la más afectada. Yo me acuerdo que ella vivió los primeros meses complicados, tanto en el ámbito mental como emocional. Como cualquier padre de familia uno se acostumbra a que se haga cargo de la mayoría de labores y ponga la cara ante cualquier situación”. expresó el entrevistado.
Aseguró que desde que su papá se fue, su mamá tomó el mando de la familia. Los primeros años de la ausencia paterna fueron complicados, hubo pequeños tropiezos y problemas emocionales porque ella no encontraba un rumbo para seguir adelante.
“Estábamos acostumbrados a ser una familia muy unida, ya que cada fin de semana salíamos a pasear o a visitar a los familiares. Entonces fue bastante fuerte cuando él se fue”, relató.
Por su parte, agradece que nunca perdieron comunicación con su padre, a pesar que los primeros años de José Luis en EE. UU. fueron difíciles porque no conocía a nadie.
“NOS ACOSTUMBRAMOS A LA AUSENCIA”
Daniel comenta que él y su familia se acostumbraron a la ausencia de su padre, y a su vez han aprendido de las experiencias.
“No recibimos ningún tipo de ayuda, ni la buscamos ni pensamos en buscarla porque consideramos que ya no es necesario. A partir de los primeros años nos costó, pero luego nos fuimos acostumbrando. Ya lo asimilamos de una forma muy completa y muy madura”, expuso.
Durante la pandemia de COVID-19 él y su hermana de 27 años, también pensaron en emigrar.
Al final, esa intención solo quedó como una idea, ahora están pensado en solicitar una visa estadounidense.
Conseguir un trabajo formal ha sido uno de los factores que motiva a las personas a dejar a la familia y emprender el éxodo. La labor del migrante genera impacto económico al país.
Las remesas familiares “siguen siendo un estabilizador muy importante”, comentó el presidente del Banco de Guatemala (Banguat), Álvaro González Ricci, durante la conferencia de prensa sobre la decisión que tomó la Junta Monetaria (JM) respecto a la Tasa de Interés Líder, la cual pasó de 3 a 3.75 por ciento.
“ADMIRO LA VALENTÍA DE MI PADRE”
Para Daniel, el ejemplo de José Luis es algo que le motiva, de acuerdo a su explicación.
“Mi padre tiene una energía infinita, admiro su valentía y la forma en que logra expresar lo que piensa y siente. A sus 49 años nosotros también esperamos tener la misma fibra que él”, dijo.
Y esto ocurre porque durante el tiempo que físicamente ha estado lejos de su familia y de su país, siempre ha estado pendiente de su bienestar.
“Admiramos que siempre ha velado por su familia. A pesar de la distancia, él siempre tiene comunicación a diario con nosotros. Nos llena de orgullo su esfuerzo y sinceridad que ha tenido durante estos años. Siempre decimos que todo lo que nosotros somos y tenemos se lo debemos a él, y obviamente también a mi mamá que ha sabido educarnos con buenos valores y siempre guiándonos en el camino del bien”, agregó.
Actualmente en EE. UU., hay unos 2.8 millones de guatemaltecos que migraron por distintos motivos, las causas han variado a través de los años. Durante y después de la migración, los hijos son el eslabón más débil, y es la familia quien debe proporcionar amor y apoyo constante para el crecimiento y estabilidad emocional de todos sus miembros.
En la misma perspectiva, Leonel Arenas es un migrante guatemalteco que hace 23 años se separó de su familia. Actualmente reside en Stamford, en Connecticut.
Mibsar y Ashley son hijos de Leonel, quienes hasta ahora no han podido estar cerca de su padre. Al igual que la historia anterior no pierden las esperanzas de volver a reunirse.
En el relato de Mibsar se detalla que él tenía 10 años cuando su padre se fue al extranjero. Para un niño de esa edad fue una noticia impactante. El panorama se tornó aún más oscuro ya que tenían el antecedente de la separación de sus padres.
“Para un niño, la separación de los padres es muy dura, por lo que no vivíamos ni con mi mamá ni con mi papá. Vivíamos con nuestras abuelas y tías. Fue muy doloroso para nosotros a la edad que él nos dejó”, menciona el entrevistado.
Ante ello, el apoyo de la familia paterna nunca les faltó, representaron una figura de fuerza y valentía que durante su adolescencia los acompañó. Así mismo, nunca se separaron de su madre ya que la visitaban con frecuencia.
“MUCHA GENTE NOS DECÍA QUE MI PAPÁ NOS HABÍA ABANDONADO”
Aunque los miembros de las familias separadas por la migración tratan de llevar esa experiencia de la mejor manera, hay situaciones alrededor que chocan con esa armonía que se busca, entre esto se encuentran los comentarios con malas intenciones.
“Mi papá siempre estuvo a cargo económicamente de nosotros, mucha gente nos decía que mi papá nos había abandonado. Gracias a Dios no nos lograron envenenar nuestra mente y esa es la razón por la que tenemos buena comunicación con mi mamá y mi papá”, expresó.
Mibsar y su hermana crecieron económicamente estables, no vivían con mucho dinero, pero tampoco en pobreza extrema. Debido a la separación de sus padres, ellos no querían vivir alejados entre sí, pero llegaron a la conclusión de vivir con la familia paterna.
LABOR MIGRANTE
Hoy en día los videos, las fotografías y los dispositivos tecnológicos permiten tener un acercamiento a lo que viven los migrantes.
También es importante destacar, el duelo y la tristeza que presentan los familiares cuando hay este tipo de separaciones. En el caso de la migración irregular a EE. UU., pocos son los afortunados que logran ingresar a ese país, y en el peor de los casos hay quienes nunca reciben noticias de sus familias.
“Gracias a Dios no fue el caso de nosotros, hace poco un hermano de parte de mamá se fue y estuvo a punto de perder la vida, pero nos mantenía al tanto enviándonos fotografías de su recorrido. Hemos visto con amigos cercanos y vecinos que han tomado la decisión de irse y hay quienes no han logrado ese ‘sueño americano’, como se dice”, mencionó.
LABOR SOCIAL
Leonel, unos amigos migrantes y su hijo lideran actividades sociales que impulsan el desarrollo de su aldea en La Gomera, Escuintla.
Desde hace aproximadamente 6 años se han involucrado en la labor social. Realizaron una donación al centro educativo en el que Mibsar labora. La Escuela Oficial Rural Mixta Lotificación Santa Catalina recibió un aporte de Q23 mil para realizar una galera y que los niños pudieran realizar actividades al aire libre.
También han realizado otras aportaciones como escritorios, bolsas de víveres, sillas de ruedas, medicina y dinero en efectivo, no solo en esa localidad sino en aldeas aledañas.
Durante las tormentas Eta e Iota gestionaron la entrega de 175 colchonetas para la aldea Playitas en Morales, Izabal.
“Yo fui el encargado de gestionar la entrega. Seguimos apoyando con bolsa de víveres, y nos involucramos en otras actividades. Para esta época tenemos año con año el convivio navideño con los Bomberos Voluntarios de La Gomera, hacemos una cena y les entregamos su canasta navideña, al igual hay cosas que también nos donan. Siempre con la ayuda de las amistades de mi papá, no nos quedamos con el crédito, somos un equipo de trabajo detrás de esta labor”, expresó.
Finalmente añadió que él ha visto la superación de las personas, esa labor destacable y que hay que aplaudir.
“La familia del migrante se queda angustiada, arriesgan su vida a más no poder y la verdad es de valientes. Gracias a Dios hemos visto la superación de algunos y es de aplaudirles, hay mucha gente migrante gomerana que también se ha involucrado en otros grupos sociales para ayuda del municipio. Mis respetos para esas personas que ven más allá de sus familias que tienen el corazón tan grande en apoyar a los más necesitados”, concluyó.
En el Día Internacional del Migrante, cuéntanos: ¿Tienes algún familiar que haya decidido emigrar? ¿Cómo asimilaste la situación?