
Tras la muerte del Papa Francisco, los fieles religiosos dirigen su atención hacia la Ciudad del Vaticano, donde se lleva a cabo el cónclave, donde uno de sus símbolos más reconocidos es la fumata, el humo que se eleva desde la Capilla Sixtina y que indica al mundo si los cardenales han elegido a un nuevo pontífice o no.
CÓNCLAVE
La palabra «cónclave» proviene del latín con llave, haciendo referencia a la reunión de los cardenales, quienes permanecen encerrados del resto del mundo mientras emiten su voto. El cónclave se lleva a cabo por la muerte del papa desde Gregorio XII, y solo ha habido una renuncia papal, la del papa Benedicto XVI, quien citó su avanzada edad como motivo.
Durante el cónclave, los cardenales permanecen aislados en el interior del Vaticano, y las votaciones se realizan en la Capilla Sixtina, se celebran hasta cuatro votaciones diarias: dos por la mañana y dos por la tarde, hasta que uno de los candidatos obtenga una mayoría de dos tercios.
Millones de fieles se congregan en las afueras del Vaticano, con la vista puesta en la chimenea instalada en el tejado de la Capilla Sixtina. Desde allí, la tradicional fumata blanca anunciará al mundo que un nuevo Papa ha sido elegido.
Sin embargo, según informa el diario El País, el primer día del cónclave los cardenales electores ingresan a la Capilla Sixtina y realizan una única votación preliminar. Este primer escrutinio funciona como una “fotografía inicial” para conocer el nivel de apoyo de los distintos candidatos. A partir del segundo día, se retoma el ritmo de cuatro votaciones diarias.
El mismo medio señala que, si después de tres días no se ha alcanzado un consenso, se establece una pausa para la reflexión. Durante este receso, los cardenales tienen la oportunidad de orar, conversar y replantear sus posturas. De ocurrir este escenario, sería un hecho inusual, ya que en más de siglo y medio ninguna elección papal ha superado los tres días.
LA FUMATA
Después de cada ronda de votación, las papeletas se queman en una estufa especialmente instalada en la Capilla Sixtina. Aquí es donde entra en juego la famosa fumata. Si no hay un Papa electo, se genera humo negro y si hay Papa, el humo es blanco.
Históricamente, el color del humo provenía únicamente de la quema de las papeletas, pero esto generaba confusión, ya que el humo no siempre era claramente negro o blanco. Para solucionar el problema, en 2005 se introdujo un sistema moderno que combina los papeles con productos químicos específicos para asegurar un color visible y distinto. Según el Vaticano, el humo negro se logra mediante una mezcla de perclorato de potasio, antraceno y azufre, mientras que el blanco se obtiene con lactosa, clorato de potasio y colofonia.
Además, según BBC Mundo, desde 2013, se acompaña la fumata blanca con el repique de las campanas de la Basílica de San Pedro, para evitar cualquier confusión.
Vaticano instala chimenea para el cónclave para humo negro o blanco
HABEMUS PAPAM
Una vez elegido el nuevo Papa y aceptado el cargo, el cardenal protodiácono aparece en el balcón central de la Basílica de San Pedro y pronuncia la célebre frase en latín: Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam! (“¡Les anuncio una gran alegría: tenemos Papa!”).
Este momento, transmitido en directo a todo el mundo, es precedido por la fumata blanca, que durante siglos ha sido la primera señal pública del un nuevo pontificado.
Y así, a partir del próximo 7 de mayo, millones de fieles se congregarán en los alrededores del Vaticano, a la espera de cada fumata y al anuncio de un nuevo Papa, un acontecimiento histórico de gran relevancia para la Iglesia Católica y el mundo entero.

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