Semana Santa
Imagen ilustrativa de la Semana Santa y Cuaresma de Guatemala. Foto Cortesía/Juan Fernando Girón

La Cuaresma había dado inicio. La jornada del Miércoles de Ceniza de aquel bendito año 1968 en la Parroquia Guadalupana de la zona número diez capitalina, había resultado intensa. No le había sido posible al Reverendo Padre Cruz Revolorio reponerse del cansancio, entre las misas y las confesiones, cuando el siguiente viernes, al caer la tarde, se realizaba el rezo del santo Viacrucis en el interior del templo. El día había sido sumamente caluroso, por lo que en aquel atardecer del mes de marzo en el Valle de la Ermita, una refrescante brisa se había colado al interior del recinto, para el delite momentáneo de los asistentes a aquel piadoso acto.

Concluidas las oraciones, se entonó el sentido canto “Perdona a tu pueblo Señor”. El religioso se aprestaba a dirigirse a la Sacristía, cuando escuchó de entre el grupo de fieles que la voz de un caballero le dijo de manera elocuente y sincera: “Padre, podemos hablar con usted, ¿?” Se trataba de un grupo de cuatro a cinco personas, entre las cuales figuraban dos damas, todos ellos gente sencilla que le indicaron residir en el Cantón 21.

“Con mucho gusto, señoras y señores, ¿en qué les puedo servir?”, fue la amable respuesta de nuestro personaje. El primero de los integrantes, un hombre de la tercera edad, quien se identificó como Mateo, y le indicó desempeñar el sencillo oficio de herrero en el Barrio de la Villa, y con sus acompañantes integrar el grupo de devotos que se habían encargado de la organización y realización de los cortejos procesionales de aquella Parroquia en años recientes. El coloquio dio inicio de la siguiente manera:

“Pues vea Padrecito, con el gran amor que le tenemos a Jesús Nazareno, al Señor Sepultado, a Cristo Resucitado y a la Virgencita Dolorosa, desde hace varios años somos quienes nos encargamos de la religiosidad popular durante la Semana Santa en nuestra Parroquia, pero de corazón le comentamos que pasamos muchas penas, y quisiéramos darle lo mejor a nuestras imágenes tan queridas. Los cinco asistimos a la Misa del pasado domingo en la cual usted anunció el proyecto de agrandar las andas por parte de la Iglesia, muchas gracias, pero eso no es todo. Necesitamos también tener una cruz alta y ciriales propios, ya que los que usamos nos los prestan la Hermandad del Guarda Viejo en la zona ocho, ropajes dignos para todas ellas, un estandarte y tener la bendición de contar con
una banda de música para las procesiones. Nos puede ayudar si no con todo con
lo que mande su corazón, ¿por favor?

Primera parte: “El Padre Cuaresma”

El clérigo entendió rápidamente que aquel llamado del grupo, era más que una solicitud de ayuda; se trataba de una imperiosa necesidad de auxilio para la realización digna de las procesiones penitenciales y la última de ellas jubilosa, en la Parroquia a la cual se le había asignado. Entendió también, aunque no hayan sido explícitos sus interlocutores, que el conjunto integrado por estos esforzados devotos tenía un problema adicional: La distancia y lo inaccesible por aquellos días del sector donde se ubicaba el templo, además de que sin duda, tenía que competir (en el buen sentido de la palabra, por supuesto) con los grandes cortejos procesionales que se realizaban durante la semana mayor en el Centro Histórico,
los cuales absorberían sin intención alguna a las damas y caballeros que serían potenciales cargadores en las procesiones por las calles y avenidas de la Villa de Guadalupe. Por lo tanto, la ofrenda para los turnos, que representaban ingresos de quienes cargarían los cortejos como fuente de financiamiento para estos proyectos, ser vería mermada.

Semana Santa
En la Semana Santa decenas de feligreses recorren las calles de diferentes puntos del país. Foto Sergio Vásquez

Sin embargo, por su inquebrantable amor a las tradiciones propias de la época, y al tener presente la promesa que el domingo anterior le había efectuado a Dios, recordó también que algunos de los cortejos procesionales que para entonces ya cobraban solemnidad en la zona uno, alguna vez fueron sencillas procesiones de barrio, como el caso de Jesús de los Milagros en el templo de San José, o de Jesús del Rescate de Santa Teresa. Estaba decidido; el todopoderoso le había hablado fuerte y claro respecto al apoyo que le solicitaban sus hermanos, así que después de la sorpresa y del trueno – Jesús María -, le replicó a los integrantes de aquel grupo con sinceridad: “pues vean mis estimados, Dios y la divina providencia proveerán, así que sí, con mucho gusto, cuenten con mi apoyo y el de
la Parroquia.

Tenemos que trabajar juntos para conseguir los artículos y enseres que me piden. Hagamos algo, este próximo domingo que será el primero de Cuaresma, los espero para que nos reunamos después de la Misa de diez en la oficina parroquial, y así juntos veremos cómo hacemos para conseguir cada cosa para la cual me han solicitado la ayuda. Nos vemos entonces, los espero…” la sonrisa se dibujó inmediatamente en el rostro de Mateo y del resto de integrantes del grupo, quienes luego del consabido apretón de manos y con un
“MUCHAS GRACIAS” se despidieron del Padre Cruz cuando la noche, con su manto de estrellas, había caído sobre el populoso barrio, egresando de esa manera del templo.

En horas de la noche y durante la cena con el Párroco, el protagonista de nuestra historia le comentó acerca de la solicitud que al final de la tarde se le había formulado, y del compromiso que había adquirido. Sin embargo, su colega religioso, como encargado y responsable, le llamó la atención y le indicó que no se dejara llevar por el entusiasmo de su espíritu como cucurucho de corazón, pues los ingresos parroquiales no eran lo suficiente como para sufragar aquellos gastos, y aún tenían pendiente el pago de la fabricación del nuevo mueble para las andas.

Ya en su dormitorio y antes de entregarse al sueño, el Padre Cruz elevó una oración a Cristo Rey, y con la preocupación natural de ojalá no haberse metido en camisa de “once varas”, le pidió que le ayudara tocando las puertas necesarias para cumplir con lo que había prometido. Pero se dijo para sí mismo, ¡DIOS PROVEERÁ!
Y así, se quedó dormido…

Continuará…

Tercera parte: “El Padre Cuaresma”

Lic. Juan Fernando Girón Solares
Nací en la Ciudad de Guatemala en diciembre de 1967. Abogado y Notario de profesión, profesor universitario y fundador del Consejo Pro Tradiciones Cuaresmales, y autor de la obra "El Brazo número 31, y otros cuentos cuaresmales".
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