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Cada vez que se produce un desastre nacional ya sea natural o humano, todo se reduce de parte de políticos y funcionarios de gobierno a echar leña sobre los responsables sin analizar lo profundo del problema para su solución. El problema del vertedero no viene a ser mas que una parte del problema de manejo de desechos domiciliares, comerciales e industriales y de actividades humanas específicas.

Lo cierto es que en el territorio nacional, cada año se vierten en ríos y terrenos baldíos o se entierran en vertederos autorizados y no autorizados, millones de toneladas de residuos domésticos, industriales y comerciales.

Todo parte de un hecho: La contaminación de diversos orígenes producto de desechos pone en peligro la vida de un individuo cada 5 segundos en el mundo. Según la OMS, es la amenaza número uno para la salud.

Los residuos domésticos que se recogen habitualmente incluyen los residuos propios de la casa y además industriales adquiridos a través del comercio y artesanales. Se descomponen de la siguiente manera: Residuos putrescibles: alrededor del 30%, Papel/cartón: 25% Vidrio: 10%, Plásticos: 12% Metales: 4% Otros: 18%. Cada uno de ellos con potencial de daño a la salud.

En el manejo de residuos el único problema no son los incendios son los derrames y otras situaciones también. Ya sea que hablemos de biodegradación, todo tipo de aceites usados, disolventes, pilas, etc. que, por su inflamabilidad, toxicidad, corrosividad u otras propiedades, todos pueden en un momento dado constituirse en riesgo no solo humano sino de toda la vida.

De alto peligro para la salud humana animal y vegetal, son los residuos resultantes de actividades de diagnóstico, seguimiento y tratamientos preventivos, curativos o paliativos, en los ámbitos de la medicina humana y veterinaria y agrícola.

Los incendios y quemas no es solución

¿Por qué los alcaldes y el gobierno local no han invertido en el manejo y uso inteligente de materiales de desecho  y de los vertederos? es un problema en la mayoría de municipios de Guatemala, se deja a la buena mano de Dios. Es en eso es donde se debería las autoridades centrales poner la atención no en andar apagando desastres únicamente o en preparase en atender su desastre. Por lo tanto, dentro de la gestión de desechos en general deberíamos de centrar la atención no solo en los trabajos de respuesta y post-extinción, no solo eso resulta mucho más caro, sino produce muchas secuelas indeseables incluyendo en ello la salud humana de los que se ven afectados. Hoy en día, en Guatemala, así como en todo el mundo, los incendios de los vertederos y en general el manejo de desechos y sus riesgos a la salud se han convertido en verdaderos gigantes que son cada vez más graves y, por tanto, más difíciles y peligrosos de controlar. Cada vez está más claro que ya no basta con centrarse en medidas específicas de respuesta y recuperación.

Por lo tanto, el nuevo objetivo global propuesto por un gobierno claro en el problema, debería de ser el fortalecer el apoyo al trabajo preventivo y la preparación, para poder reducir los riesgos existentes y evitar la creación de otros nuevos. Esto no significa que ya no sean necesarias medidas de respuesta y recuperación.

La gestión de desechos, no es solo evitar incendios

Ya en estos tiempos, la política del gobierno debe ser más amplia en este tema a manera que le lleve a cambiar su forma de gestionar los vertederos y en general el manejo de desecho y pasar de una vulnerabilidad al riesgo, a una práctica donde ahora hay más experiencia y nuevas competencias relevantes para la gestión de esos residuos en busca de su utilidad y disminución de su daño y eso implica la introducción de estructuras de coordinación que puedan apoyar los esfuerzos de una manera mejorada y sistemáticamente para la prevención y la preparación a la par del uso de esos materiales. Sin embargo, es probable que este proceso avance a diferentes velocidades en diferentes partes del país, pero en los lugares más peligrosos, podría significar la aparición de un servicio conocido como un seguimiento de la situación y la toma de decisiones de emergencia las 24 horas del día. Estar preparado estructuralmente para un caso que suceda fuera de lo común, que puede reducir el riesgo de que el evento se salga de control, sea cual sea el origen de su causa.

Otro aspecto a considerar es que el número de expertos en el manejo y comportamiento específico de los materiales de todo tipo que se convierten en desechos o basuras pues ni pocos expertos tenemos. Es necesario reconsiderar ello no solo buscando el apoyo internacional, sino creando estrategias de consulta adecuadas y escuelas formadoras al respecto.

Ante la gravedad que va adquiriendo el manejo de desechos, es apropiado desarrollar mecanismos que faciliten conectar la demanda de conocimiento y competencia dentro de la parte operativa del manejo de desechos, con la oferta disponible a nivel nacional. También puede ser apropiado desarrollar planes e instrucciones sobre cómo los actores pueden colaborar a través de fronteras territoriales y administrativas para facilitar la participación de conocimientos y habilidades especializadas de todo el país.

No cabe la menor duda que se necesita ya de una modelización científica para apoyar la toma de decisiones de qué hacer con los desechos mejor dicho desde los desechos. El canal de comunicación entre investigadores y tomadores de decisiones en este campo en nuestro medio no existe y no funciona.

Pero hay un elemento en todo el cambio que necesita que resulta central: las iniciativas que se ocupan de la investigación y el desarrollo y la educación especializada en este tema, deben recibir la prioridad política necesaria y un mayor apoyo financiero.

La legislación 

La legislación actual al respecto de generación y gestión de desechos o residuos debe ser revisada. La Unión Europea por ejemplo, ha establecido cinco básicos de la gestión de residuos y, por tanto, la legislación debería señalar con calidad que el manejo apropiado del vertedero debería ser puesto a funcionar: 1º sin poner en peligro la salud humana ni dañar el medio ambiente, 2º sin riesgo de dañar el agua, el aire, el suelo, las plantas o los animales, 3º sin causar molestias por ruido u olor, y 4º sin afectar negativamente al paisaje o lugares de especial interés.

La piedra angular obviamente descansa en la opción de evitar que se generen residuos, mientras que el último recurso debería ser la eliminación, que los residuos acaben en el vertedero. Además, el principio de que quien contamina paga y la responsabilidad ampliada del productor también son partes importantes de una adecuada legislación y administración. Elementos mal contemplados en la ley actual. También hay deficiencias en la legislación actual en cuanto que los residuos pueden eliminarse de forma ilegal, por ejemplo, mediante quema, lo que contribuye a la contaminación del aire y tiene consecuencias para el medio ambiente y su vida y nuestra salud. Entonces el objetivo de la actualización de la legislación debería ser y contemplar al menos: reducir los residuos generados, mejorar la clasificación de los residuos y, por tanto, el reciclaje de materiales, y una mejor gestión de las herramientas usadas en todo el proceso.

El peligro a la salud es variado en origen y daño

Está más que demostrado que el peligro de basuras, desechos o residuos como quiera llamarles empieza desde que se produce el potencial hasta que se sacan de casa, comercios e industrias y en cómo se manipulan también. Veamos algunos ejemplos

Plataformas de compostaje: el compostaje es un proceso biológico que permite la degradación de la materia orgánica de los residuos en condiciones aeróbicas. Los materiales orgánicos frescos se transforman en materiales orgánicos estables que pueden utilizarse como fertilizante: el compost. El tipo más común es una plataforma al aire libre (57%), que procesa residuos verdes (73%), utilizando tornos (64%). El Riesgo para la salud de este proceso en las plantas de compostaje, además de los trastornos pulmonares y gastrointestinales que padecen los empleados, se observan otras manifestaciones más graves como asma y casos de aspergilosis pulmonar. Es necesaria investigación adicional para resaltar los factores de riesgo específicos de estas actividades y establecer vínculos causales entre las exposiciones y las patologías observadas.

Incineración: La incineración es un método de tratamiento de residuos que consiste en quemarlos a alta temperatura (entre 850 y 1000°C) en espacios cerrados o al aire libre. También se le llama tratamiento térmico. Se diferencia en función de si hay o no recuperación de energía durante la combustión. Hoy en día, los incineradores modernos recuperan la energía producida en forma de calor y/o electricidad. El tratamiento térmico de los residuos permite reducir su masa en un 70% y su volumen en un 90%. Los efectos adversos para la salud de la contaminación generada por las incineradoras de residuos, también llamadas Unidades Incineradoras de Residuos Domiciliarios (UIOM), están asociados a la cantidad y calidad de los agentes químicos emitidos por las chimeneas a la salida del horno y antes de la purificación. Se trata de mezclas complejas que contienen, esencialmente, nitrógeno, oxígeno y dióxido de carbono y, en menor medida, dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno, ácido clorhídrico, metales pesados, dioxinas, partículas y aromáticos policíclicos. hidrocarburos (HAP). Todos ello en dosis tóxicas alteran la salud de los que se ven expuestos a esas partículas. En cuanto a los contaminantes seleccionados como factores de riesgo, algunos están clasificados por la IARC como carcinógenos para el ser humano: cadmio (carcinógeno seguro, grupo 1), plomo (carcinógeno probable, grupo 2A), dioxinas (carcinógeno posible, grupo 2B), mercurio para los contaminantes inorgánicos. forma (inclasificable, grupo 3). En cuanto a las dioxinas, pueden producirse cánceres, especialmente tras la exposición a través de alimentos (productos contaminados por la lluvia radiactiva de incineradores viejos) y no por inhalación de emisiones de las chimeneas de los incineradores.

Centros de almacenamiento (vertederos): El almacenamiento en vertedero es un tratamiento final donde se reciben los residuos finales. Generalmente se realiza en centros de almacenamiento los cuales deben cumplir normativa. Hay muchos sitios: ISD (Instalaciones de Almacenamiento de Residuos), ISDND (Instalaciones de Almacenamiento de Residuos No Peligrosos), CSD (Centros de Almacenamiento), CSDU (Centro de Almacenamiento de Residuos Últimos) y CETs (Centros de Vertederos Técnicos). Existen tres clases según el tipo de residuo y su peligrosidad: CET Clase I: reservado para el almacenamiento de DIS y residuos finales. CET Clase II: reservado al almacenamiento de DMA (residuos domésticos y similares). Clase III CET: reservada al almacenamiento de materiales inertes. En el caso de los centros de almacenamiento, si las condiciones de contención son insuficientes, los residuos pueden esparcir contaminantes químicos y microbiológicos al medio ambiente mediante la infiltración de lixiviados (por ejemplo, un líquido cargado bacteriológica y químicamente resultante de la circulación de agua en los residuos), o por la formación de biogás (por ejemplo, un gas resultante de la degradación microbiológica de los residuos). Este fenómeno puede provocar la contaminación de los recursos hídricos por escorrentía de aguas de lixiviación hacia cursos de agua vecinos, etc., la contaminación del aire (por desgasificación de compuestos orgánicos volátiles, por la fuga de escombros y polvo arrastrados por el viento o por animales, etc.). La exposición de las poblaciones locales es entonces directa, por inhalación, o indirecta, por ingestión de agua contaminada o de productos consumibles regados con agua contaminada. Sin embargo, hoy en día los CET, en particular los de clase I y II, están diseñados para limitar estos fenómenos (terrenos impermeables con control de las aguas superficiales y subterráneas).

Los trabajadores de residuos a menudo manipulan materiales que contienen sustancias químicas peligrosas, a veces sin siquiera saberlo. Si los residuos contienen sustancias peligrosas, es necesario adaptar el reciclaje para que las sustancias peligrosas no se propaguen sin control con los materiales reciclados. Pero no existe ninguna ley que obligue a los fabricantes a declarar el contenido químico de los productos y, sin conocer el contenido, es difícil reciclarlos adecuadamente y a eso se añade que al contaminar tierras y agua el problema químico del riesgo a la salud puede propagarse aún más.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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