Foto La Hora / praxys - Andrea Piacquadio

A propósito de la enfermedad neurológica aguada (ENA)

¿Cómo define la ENA el MSPAS?  como un trastorno poco frecuente, que afecta los nervios que controlan el movimiento de brazos y piernas. Los casos se presentan una o dos semanas después de tener fiebre, diarrea o síntomas respiratorios. Sus números: 67 casos reportados a la fecha 40 hombres y 21 mujeres, 10 pacientes hospitalizados, 4 muertos. Cuadro clínico registrado: diarrea y fiebre, problemas respiratorios y disminución de los reflejos de estiramiento. Ello va seguido aproximadamente dos semanas después, de debilidad muscular por las piernas y aumenta a todo el cuerpo”. Las autoridades afirman que estos síntomas son similares a los del Síndrome de Guillain Barré que, según la OMS, es una afección rara, en la que el sistema inmune del paciente ataca los nervios periféricos. La mayoría de los pacientes, pertenece al grupo comprendido entre 30 a 64 años. Hay un dato que se recalca: la transmisión de esta enfermedad no es de persona a persona, tomando en cuenta la investigación científica recabada al momento

De tal manera que estamos ante un problema agudo que, desde el aparecimiento de los primeros casos, ha propiciado de parte del MSPAS y a través de un equipo multidisciplinario, una labor continúa de vigilancia epidemiológica, consistente en la búsqueda, recolección, análisis y divulgación de información, ante este brote o incremento inusual de casos. Lamentablemente la divulgación de información al profesional de salud es no solo muy pobre sino casi nula, cosa que no debiera ser, así pues:

La vigilancia y solución de un brote nuevo de enfermedad, es tarea de todos

Efectivamente: Todo brote en una comunidad de una enfermedad nueva o presente, que aumenta sus casos en un territorio, como está sucediendo con la enfermedad neurológica aguda (ENA) en Guatemala, necesita de investigación epidemiológica

Básicamente, el principio rector de la investigación epidemiológica de campo, se ha establecido que debe ser principalmente ecológica y, por lo tanto, tiene facetas tanto sociales como biológicas que atender. El complejo ecológico a indagar, consiste en una población que se ve afectada por algo (microorganismos, químicos, metales pesados, desechos) que entran en interacción con su entorno particular de vida. Por supuesto que la resistencia y susceptibilidad a enfermedades y otros trastornos, se basan en las características genéticas y también en las adquiridas a través de la exposición ambiental en que se ha vivido, y entonces la interacción con el medio ambiente no es una simple cuestión del entorno físico del hombre, sino un complejo ambiental que incluye un ambiente físico, un ambiente biológico y un ambiente social. Por eso no puede ser tan precipitada ni rápida. En conjunto, la población de acogida a una enfermedad y el medio ambiente, constituyen un ecosistema que hay que descifrar.

De tal manera que el investigador epidemiológico trata al hombre, no como una serie de sistemas de órganos ni como una colección de individuos, sino como una unidad de población dentro de su entorno especial. Se convierte en ecologista. 

La población, los profesionales de salud, exigen conocer las características del medio ambiente que afectan el estado de salud, no solo de los que están enfermos del mal neurológico (atención al enfermo) sino también y, de manera similar, las características del que pude padecer la enfermedad: desarrollo de impedimentos y de los susceptibles. Pero si el problema se ve desde el punto de vista ecológico, resulta evidente que la salud y el estilo de vida (que puede asociarse con factores de riesgo a contraer la enfermedad) están influenciadas por todas las características del medio ambiente social, ambiental y político en que se vive. Asimismo, es imposible considerar la reacción física, mental y emocional del hombre como anfitrión a un mal, sin contemplar la constitución genética con la que ingresa a este mundo y distinguiendo su accionar, basado en las características adquiridas que desarrolla progresivamente.

Finalmente, debemos tener claro que la presencia de una enfermedad súbita y masiva en una población, puede ser la respuesta a una primera (como parece ser el presente caso). Por tanto, los trastornos neurológicos que en este momento están sucediendo, se están también estudiando no como elementos independientes, sino en el contexto de su interacción con muchos otros procesos patológicos infecciosos, químicos y enfermedades metabólicas. La evidencia de ese punto de vista, tiene varios ejemplos: la susceptibilidad a la infección frente a la diabetes; deficiencia de calcio y frecuencia de fracturas; y quizás lo más importante de todo en nuestro medio, las interacciones de la desnutrición y las enfermedades infecciosas. 

Veamos a continuación, algunos ejemplos de lo que está sucediendo con el estudio de la ENA en estos momentos.

Parálisis flácida y poliomielitis

En junio del 2022, la Organización Panamericana de la Salud / Organización Mundial de la Salud -OPS / OMS- había alertado sobre el riesgo de emergencia de un poliovirus derivado de la vacuna y se orientó a los Estados Miembros, a implementar medidas efectivas para disminuir el riesgo de ocurrencia de brotes, manteniendo coberturas altas y homogéneas de vacunación y una vigilancia epidemiológica sensible, que permitiera detectar e investigar de forma oportuna los casos de parálisis flácida Aguda. Y en esa misma fecha el MSPAS, para la semana epidemiológica 33 del año 2022, correspondiente del 14 al 20 de julio, informaba que se habían detectado 38 casos sospechoso a través de la vigilancia sindrómica de Parálisis Flácida Aguda; de los cuales 23 estaban descartados, lo que registra una tasa de 0.69 por cada 100,000 menores de 15 años; el resto de casos se encuentran en análisis y espera de resultados. En un artículo aparecido en agosto 2023 el MSPAS  textualmente señalaba: Guatemala implementó vigilancia de poliovirus en aguas residuales en 2018, y en 2019 se detectaron tres poliovirus derivados de vacunas (VDPV) genéticamente no relacionados. La respuesta del Ministerio de Salud incluyó la investigación de eventos a través de búsquedas retrospectivas institucionales y comunitarias de casos de parálisis fláccida aguda (PFA) durante 2018-2020 y una campaña de vacunación oral bivalente contra la polio, el sarampión, las paperas y la rubéola en septiembre de 2019. Esta respuesta fue revisada por un equipo internacional de expertos en julio de 2021. Durante la campaña, el 93% de los niños de 6 meses <7 años de edad recibieron una dosis de vacuna que contenía polio. En la búsqueda comunitaria no se detectaron casos de parálisis flácida (PFA); Las búsquedas retrospectivas institucionales, encontraron el 37% de los casos de PFA no reportados en 2018-2020. No se aisló ningún VDPV adicional de las aguas residuales. No se encontró evidencia de VDPV circulante; Los 3 VDPV aislados fueron clasificados como VDPV ambiguos por el equipo internacional de expertos. Estas detecciones resaltan el riesgo de reaparición de la poliomielitis en países con baja cobertura de vacuna contra la polio. 

En ese mismo artículo se nos aclara que, la administración de la vacuna inyectable contra la polio inactivada (IPV) o la vacuna oral viva atenuada contra la polio (OPV, tipos de virus de cepa Sabin) puede prevenir la poliomielitis. La IPV induce protección humoral, mientras que la OPV induce inmunidad humoral y mucosa y limita la diseminación viral, reduciendo la transmisión de persona a persona. Sin embargo, en áreas con baja cobertura de vacunación y saneamiento deficiente, el uso de la OPV puede resultar excepcionalmente en la aparición de poliovirus derivados de la vacuna (VDPV). 

Por esa misma época, apareció el protocolo sobre enfermedades prevenibles y en una de sus secciones habla claramente sobre la parálisis flácida y en este se dice claramente que “Todo caso de parálisis flácida aguda (PFA), incluyendo el Síndrome de Guillain Barré, en un niño menor de 15 años,  en el que ninguna otra causa puede ser identificada. Toda persona de cualquier edad, en la que sea altamente sospechoso poliomielitis es sinónimo de sospechoso. y recomienda diagnósticos diferenciales con otras enfermedades que puedan producir PFA.

COVID-19 y Síndrome de Guillain-Barre

En estos momentos 4 de febrero 2024 y según reporte internacional, en Guatemala desde el aparecimiento de la pandemia, se han producido la siguiente estadística de COVID-19: 2,155 Casos activos estimados en este momento; 1,285,017 casos acumulados registrados; 20,281 casos fallecidos registrados. 

La relación del virus SARS-COV-2, productor de la COVID-19 sus mutaciones. son y pueden ser tema de ATENCIÓN para EL PROBLEMA actual de ENA que nos aqueja. En efecto en diciembre recién pasado, el MSPAS informaba que la OMS catalogaba la variante JN.1 de COVID-19 como nueva variante de interés del virus SARS-CoV-2, y para entonces ya en México y probablemente en estos momentos ya en Guatemala, en que se reporta que solo 7,134,348 de personas han sido vacunadas con esquema completo y con dosis de refuerzo 3,729,709. En la zona de aparecimiento de casos de ENA, más de una tercera parte de la población afectada por ENA (mayores de 30 años) ni siquiera tiene la primera dosis. Por otro lado, y bajo el tema que nos interesa, se ha encontrado en todos los estudios mundiales, asociación entre COVID y SGB con un mayor riesgo después de la infección.

Otras infecciones

Posiblemente lo que estamos observando y llamamos ENA, está asociado con procesos inflamatorios e inmunes. De ahí que diversos agentes infecciosos (virus, bacterias entre las que está el Campilobacter, el Helicobacter pero también la Salmonella y Shigella) cuyas infecciones preceden a la sintomatología de la ENA y las reacciones autoinmunes, que parecen las responsables del cuadro neurológico que posiblemente se desarrollan en pocos individuos expuestos a los microorganismos, dependiendo eso de factores que desconocemos.  

No solamente infecciones, metales pesados también

Polineuropatías, lo que es la ENA, una neuropatía similar al SGB, están asociadas también con contactos con metales pesados, mercurio y plomo y metaloides como el arsénico, los pesticidas órganofosforados y el tatracloruro de carbono aun en uso dentro de la agricultura.

Resumen

La tendencia de las asociaciones entre enfermedades y sus determinantes y causales en estos momentos centran la atención pública e institucional, en aquellas infecciones y condiciones ambientales que actúan directamente sobre el sistema nervioso y que son o pueden ser motivo del aparecimiento de la ENA actual. Son una pequeña parte del todo. Las enfermedades diarreicas agudas, las afecciones de las vías respiratorias superiores y las infecciones de la piel, son en mucho gran causa de la morbi-mortalidad nacional. Los principales factores de riesgo para la transmisión de esas infecciones son, en algunos casos, la baja cobertura de vacunación para enfermedades que lo pueden ser, el saneamiento deficiente y la alta densidad de población. Muchas de esas infecciones, en algunos sujetos y posterior a la infección que causan, pueden producir tanto daño cerebral como de nervios periféricos. Los insecticidas y pesticidades, los metales pesados, de igual forma.

En estos momentos, en el territorio nacional, existen diferencias extremas en la frecuencia de casos con ENA entre las poblaciones, pero hasta ahora los casos progresan y se diseminan. La edad es una característica importante. Evidentemente, estas diferencias en estos momentos de la diseminación del ataque (por agua, alimentos u otras vías) descansa en la situación ecológica en que nos movemos en relación a las fuentes de contagio.  Múltiples factores pueden ser que estén ocupando un lugar destacado en cuanto a la producción de casos de ENA.

Al intentar establecer la validez de una hipótesis sobre origen y diseminación de la ENA (en realidad, en estos momentos existen varias), se trona esencial que los datos clínicos y epidemiológicos se registren meticulosamente y, aún más, asegurar que los métodos de medición, expresen de hecho de manera confiable la calidad o característica en cuestión y el análisis sea el adecuado. 

En estos momentos, la discusión lleva a la comprensión de que la ENA en sí no está impecablemente definida; esa distinción es necesaria entre la ENA como un proceso de enfermedad en la interpretación ordinaria de esa condición, y la ENA como indicativo de una secuela de algo que tiene y propicia un comportamiento fisiológico anormal.

Es indudable que la ENA está planteando algunas cuestiones que solo podrán ser resueltas mediante observación a largo plazo; pero otras son susceptibles de estudio transversal o al menos de investigación a corto plazo; los próximos días y meses nos lo dirán. Lo cierto es que las medidas recomendadas, deben ser seguidas por la ciudadanía con responsabilidad y respeto. La gran esperanza es que: casi sin excepción, en el curso de un estudio a largo plazo se desarrollan pistas muy dignas de exploración y que aportan soluciones que pueden implementarse con éxito. Lo cierto es que: el hombre ha aprendido a controlar y cambiar su entorno más rápida y completamente de lo que ha aprendido a controlarse a sí mismo.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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