Lo emocional aún perdura con el COVID-19. Foto La Hora: Cortesía.

 

A como está nacional y mundialmente la evolución del virus y la enfermedad, nadie debería estar jugando rápido y suelto con el COVID en este momento. “El hecho de que sea joven y saludable no significa necesariamente que pueda esquivar complicaciones potenciales”. Esto significa que debe mantenerse al día con todas las vacunas recomendadas, ya que no existe la perfecta aún y todos tenemos un mayor riesgo de desarrollar COVID prolongado después de la reinfección, independientemente de cuántas vacunas hayamos recibido. Vacunarse y reforzarse puede reducir las posibilidades de infectarse. Por lo tanto, considere tomar esas precauciones de sentido común de las que siempre escucha.

Antes de pecar de ignorancia mejor enterarse

Ser responsable no es fácil ni acá ni en la china. Por ejemplo han pasado varios meses desde que la Administración de Drogas y Alimentos de los EE. UU. (FDA, por sus siglas en inglés) autorizó los refuerzos COVID actualizados, conocidos como refuerzos bivalentes, que brindan una mejor protección contra las variantes de omicron altamente infecciosas y, sin embargo, hasta hace unos meses, solo 14.8 millones de personas habían recibido una nueva vacuna contra ella y a pesar de que aproximadamente 330 estadounidenses meren diariamente en promedio. En nuestro medio, no hay ese refuerzo a pesar de que las vacunas son una de las herramientas más sólidas que tenemos para mantener bajos los casos graves de COVID.

Pecamos de ignorancia

La tarea de informar del sistema de salud es uno de los grandes fallos en todo el mundo. En USA que es el país donde más se ha estudiado este fenómeno, una encuesta publicada a fines de septiembre de 22, mostraba que la mitad del público norteamericano no había escuchado «nada en absoluto» o solo «un poco» sobre los nuevos refuerzos bivalentes. También encontraron que algunas personas que tuvieron últimamente COVID piensan que no necesitan el refuerzo porque asumen que su infección previa era suficiente para protegerlos y eso a pesar de que la investigación mundial en infectología, ha señalado que aunque cualquier inmunidad que se desarrolle post-enfermedad, a veces llamada inmunidad natural, eventualmente se desvanece.

Pero lo más alarmante es que muchos profesionales de la salud, están menos interesadas en las noticias de COVID. De tal manera que “La gente ahora está desconectada, tratando de olvidarlo y seguir con sus vidas” y ello en todas partes. “Ya no quieren oír hablar de COVID”.

Pero el virus sigue jugando dentro de la naturaleza por cambiar y propagarse y por lo tanto, no queda del todo despejado el panorama para no toparnos de nuevo en un momento dado con el hacinamiento en los hospitales, falta de atención y curación por una variedad de razones propias del virus y de la enfermedad. Un aumento en las infecciones y en nueva forma de atacar del virus y de defendernos mal de ese ataque, podría significar no solo una escasez de camas de hospital, demoras en las salas de emergencia y en las clínicas de otras enfermedades y de nuevo alzas en muerte y complicaciones.

Por consiguiente, en estos momentos con esta enfermedad, no solo está en juego el riesgo personal, hay más en juego aquí que la salud de cualquier individuo. Otra ola puede causar nuevamente interrupciones en las escuelas en todos los niveles, desde guarderías hasta universidades, y cierres comerciales temporales o incluso permanentes.

Problemas en salud mental

La historia de un paciente nos lo ejemplifica: Últimamente, cuando mi despertador suena por la mañana, no quiero levantarme de la cama. Estoy despierto, pero honestamente, no quiero estarlo. A veces me pregunto si esto es algo que sucede cuando tienes casi 35 años. Recuerdo que pude levantarme al momento en que mi alarma sonó a las 5 a.m. para practicar natación cuando era niño porque tenía la energía (no por el entusiasmo). También está el hecho obvio de que es invierno y hace frío fuera de mi cama. Pero también he notado que mi motivación parece fluctuar con las oleadas de COVID-19. Cuando los casos aumentan una vez más, se siente como en la película El día de la marmota, como si fuera a apagar mi alarma y es la misma canción (es decir, los mismos factores estresantes) de nuevo, lo que hace que levantarse de la cama sea mucho menos atractivo.

Sin embargo, no es solo despertarse, eso se ha convertido en un desafío mayor en los últimos dos años. Trabajar como psiquiatra también ha sido más agotador. Parte de eso se debe a que el sistema de salud mental no funciona y la pandemia solo lo ha hecho más evidente la necesidad de servicios de salud mental más alta y todos los que trabajamos en el campo no podemos hacer mucho. Pero también se debe a que muchos de mis pacientes están estresados ​​y se sienten agotados por las mismas cosas: fallecimientos o complicaciones en seres queridos, incertidumbre sobre los viajes y las reuniones sociales, problemas para concentrarse y completar tareas y agotamiento general, por nombrar algunos. Mientras me cuentan sus historias, asiento con ellos porque he estado experimentando muchos de los mismos sentimientos. Todos estamos cansados, y hablar una y otra vez del agotamiento es, TAMBIÉN agotador.

En otras palabras, a pesar de que las restricciones se han levantado, la fatiga pandémica es posiblemente lo más “normal” de nuestra existencia actual.

Lo que se necesita superar

Nos estamos acostumbrando a nuestra nueva realidad, y no en el buen sentido

La fatiga continúa en muchos, es una reacción típica al estrés prolongado (una etapa en un modelo psicológico para el estrés llamado Síndrome de Adaptación General). Dos años después de la pandemia, hemos superado con creces el modo de lucha o huida, que nos da energía. En cambio, nuestras reservas se agotan y nuestro cuerpo responde con agotamiento. A veces, como dijo un terapeuta, incluso podemos pensar que mejoramos en el manejo de gestos, pero en realidad nos acostumbramos física y emocionalmente. Como resultado, es posible que ni siquiera notemos o respondamos a cada factor estresante relativamente pequeño: una nueva guía actualizada de trabajo, a una reunión de Zoom, un correo electrónico, un evento cancelado. Eventualmente las cosas se nos acumulan, lo que hace que nos sintamos agobiados y cansados ​​todo el tiempo.

Hay otra razón por la que no conocer los desencadenantes de nuestros síntomas, puede hacernos sentir aún más agobiados: muchos de nosotros creemos, a menudo incorrectamente, que si supiéramos la causa de nuestro agotamiento, podríamos solucionarlo. Sin una fuente específica a la que señalar, a menudo añadimos una capa adicional de deber y culpa, juzgándonos a nosotros mismos por no sentirnos mejor, particularmente a medida que las restricciones continúan levantándose y las cosas comienzan a volver a la «normalidad». Al mirar a nuestro alrededor, la razón de nuestros sentimientos puede ser menos obvia en este momento que en marzo de 2020. Pero eso no hace que nuestra fatiga pandémica sea menos válida.

No hemos tenido la oportunidad de procesar lo que pasó

Es posible que nos sintamos muy cansados ​​porque, en primer lugar, nunca tuvimos la oportunidad de respirar o sanar adecuadamente. Todavía estamos en una pandemia global (con suerte) única en la vida y no hemos podido procesar completamente los eventos estresantes o traumáticos mientras todavía están sucediendo casos dramáticos a mi alrededor. Además, debido a que muchos de nosotros, especialmente los trabajadores de primera línea y los padres, estando aun enfocándonos en atender pacientes y satisfacer sus necesidades básicas como comer y dormir, no hemos podido abordar su bienestar emocional.

Entonces el problema no debe verse como una varita mágica que al agitar la disminución de los casos de COVID-19 y las pautas cambiantes y dictar un se acabó la pandemia, borra todo lo que nos sucedió. Una semana de vacaciones tampoco cura necesariamente nuestro agotamiento. La mayoría de nosotros llevamos dolor, estrés y trauma sin procesar. Es por eso que cualquier correo electrónico que recibimos sobre casos en aumento o restricciones de viaje o una alerta de noticias sobre COVID, puede desencadenar nuestras experiencias previas, lo que solo agrava nuestro estrés existente.

Todavía es difícil hacer planes para el futuro

Dos años del virus de COVID-19 en constante evolución, significa que muchos de nosotros permanecemos cautelosos sobre el cambio real y en alerta por más factores estresantes en el futuro. Este miedo a lo desconocido puede causar ansiedad adicional (agotadora), dado que no podemos decidir si la amenaza es menos grave, no podemos bajar nuestras defensas y finalmente aún nos falta recuperarnos. Tampoco podemos decidir qué podemos planear en el futuro. Como planificador –decía una persona, usualmente me siento mejor durante una semana de trabajo difícil, ahora cuando tengo algo, no sé si mis planes realmente se llevarán a cabo, me hace sentir ansioso e inseguro sobre si debo planificar algo. Un médico opinaba sobre la actual situación así: cuando miro hacia el futuro, incluso cuando sé que las personas corren menos riesgo físico de contraer o morir a causa de la enfermedad, sé que siguen experimentando tensión mental, yo también. Algunos incluso lo experimentarán por primera vez. Sé que mi trabajo seguirá siendo pesado y duro en los años venideros. No ver una luz al final del túnel para este momento desafiante como médico ciertamente no ayuda a mi agotamiento. Es necesario cierto grado de esperanza y optimismo para perseverar.

No habrá un retorno real a la «normalidad»

No es como si todos nuestros factores estresantes pandémicos diarios desaparecieran repentinamente solo porque se levantaron las restricciones. Algunos de nosotros seguiremos trabajando desde casa o en un modelo híbrido, por elección o por política de la empresa, eso significa nuevo estilo de vida. Es posible que sigamos luchando con nuestra estructura diaria y levantándonos y vistiéndonos para la jornada laboral. También es difícil sentirse conectado con las personas a través de una pantalla, por lo que trabajar de forma remota puede hacernos sentir solos. Hay algo desafiante y que genera cierta inquietud (y agotador) en tratar de empatizar con las personas de forma remota.

Otros han podido regresar a su lugar de trabajo en persona, esta ha cambiado. Es posible que tenga nuevos entornos y protocolos a los que ajustarse. Interactuar con otras personas, y todo ello requerir de más energía. Muchos perdieron la costumbre a charlas triviales o cenas regulares con amigos, por lo que les cuesta mucho volver a ser sociables. Esto puede ser cierto, incluso para una persona extrovertida que normalmente puede hacer varias cosas sociales en una semana sin sentirse agotada. En pocas palabras, para la mayoría de nosotros, ir a trabajar nuestra vida diaria, no es ya lo mismo que antes de 2020.

¿Cómo detenemos este ciclo interminable de estrés y fatiga?

Desafortunadamente, declarar nuestro amor por alguien al estilo del personaje de la película el día de la Marmota, no romperá el ciclo. Pero reconocer y validar nuestros sentimientos puede ayudar. Aunque suene cursi, intenta hacer una pausa y preguntarte cómo te sientes, y no juzgarte por tu respuesta. Por ejemplo, tal vez estés enojado y tu instinto sea decirte que no deberías estarlo. En su lugar, intenta decir: «Estoy enojado y está bien». Una psicóloga decía: Incluso siendo alguien que básicamente trabajo con los sentimientos, tuve que enseñarme a mí misma a dejar de reprimirlos. Pensar que si hacía una pausa para sentir, podría interrumpir mi jornada laboral (especialmente mi capacidad de estar ahí para los demás) me estresaba. Ahora me doy cuenta (con la ayuda de mi terapeuta) que a lo largo del día, tomarme el tiempo para preguntarme cómo estoy, en realidad disminuye el peso de todas esas experiencias y evita que se acumulen. Hacer una pausa para sentir, es un acto de autocuidado que puede aligerar nuestra carga emocional.
Y aunque a veces basta con sentir y validar nuestras experiencias, también podemos usar este tiempo de autorreflexión para preguntarnos qué podemos hacer para sobrellevar el momento, ya sea una caminata, una charla con un amigo, ver una serie o incluso unos minutos de respiración profunda.

Otra persona afirmaba: como extrovertido, he luchado durante la pandemia para sobrellevar la situación por mí mismo, pero estoy tratando de practicar actividades para calmarme, como llevar un diario y leer por diversión. También tengo una compañera una mascota mezcla de caniche maltés y ella es la mejor razón para tener que salir siempre.

Si bien es cierto que estamos crónicamente estresados ​​y demasiado cansados, también estamos haciendo lo mejor que podemos para sobrevivir en un momento tumultuoso e increíblemente abrumador. Creer eso y tomarnos el tiempo para priorizarnos cuando podamos no deshará la angustia de los últimos dos años, pero podría darnos un poco más de energía para continuar.

 

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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