Para las enfermedades por hongos, los controles de son importante
Para las enfermedades por hongos, los controles de son importante. Foto La Hora: Cortesía.

 

El ambiente

Para las enfermedades por hongos, los controles de son importantes. Muchos hongos no pueden sobrevivir a 37 grados centígrados, una característica que contribuye al número relativamente bajo de patógenos fúngicos en mamíferos, hay que recordar que se ha estimado que las enfermedades fúngicas, son más frecuentes más cerca del Ecuador y, en consecuencia, la prevalencia disminuye más lejos de este. Hay hechos curiosos sobre la temperatura. Un estudio reciente analizó datos médicos que abarcan más de un siglo y descubrió que la temperatura corporal humana en los Estados Unidos está disminuyendo con el tiempo. Los termómetros de hace 150 años funcionaban tan bien como sus contrapartes modernas, por lo que la disminución no puede atribuirse a un problema de medición. Los autores postularon que la disminución de las enfermedades inflamatorias durante el último siglo, es una explicación plausible de la disminución de la temperatura corporal. Señalan que los desafíos médicos como la tuberculosis latente, los parásitos y la exposición a niveles de contaminación del aire que desencadenan la inflamación pulmonar eran mucho más comunes hace 100 años que en la actualidad. Además, la temperatura corporal varía entre los individuos, tanto por encima como por debajo de los 37 grados centígrados, por lo que los humanos con temperaturas corporales inferiores a la media, pueden no estar protegidos contra algunos organismos en algunos climas. De tal manera que la confluencia actual de dos tendencias negativas: la adaptación de los hongos a climas más cálidos y la disminución de la temperatura del cuerpo humano, podría presagiar problemas en el futuro.

Vale la pena señalar que el mundo de los hongos es hipotérmico porque los hongos tienden a ser más fríos que el medio ambiente y las colonias de hongos siempre son más frías que el medio ambiente, incluso a nivel microscópico. Se postula que esto puede estar relacionado con el aumento del daño oxidativo que ocurre en los reinos con temperaturas más altas. La espermatogénesis tiene lugar en áreas más frías debido a la menor probabilidad de daño en el ADN, lo que genera dudas sobre por qué algunos organismos parecen ser termorresistentes. Por ejemplo, Aspergillus parece funcionar bien a 45 grados centígrados y esto se ha supuesto que podría ser el resultado de una adaptación para un nicho, como las pilas de compost. La tierra ha pasado por períodos de enfriamiento y calentamiento, por lo que eventos selectivos en el pasado, pueden haber creado una capacidad residual para la tolerancia térmica a pesar de que la mayoría del reino de los hongos parece preferir regiones más frías.

El uso de fungicidas

No cabe duda que al igual que lo que sucede con los antibióticos y las bacterias, se vuelve necesario abordar el papel de los fungicidas en la resistencia a los antifúngicos. En nuestro medio y a nivel mundial, las actividades directamente relacionadas con la resistencia a los fungicidas prácticamente no existen. Se habla ya de que esto demandará de la vigilancia integrada entre lo humano, lo agrícola y el ambiente y bajo ese principio, la actividad conjunta en el desarrollo de una agenda de investigación prioritaria para la resistencia a los antimicrobianos, debería tocar el tema de los fungicidas, aunque eso no se haga en la actualidad.

¿Por qué es importante la agricultura en este tema? Se ha señalado que los hongos constituyen hasta el 80 por ciento de los patógenos problemáticos en el sector agrícola y existe un papel fundamental de los fungicidas en la agricultura vegetal y eso debe enfocarse a que ciertos grupos de cultivos esenciales por su valor ya sea en términos económicos o de nutrientes a nivel local, nacional o internacional, son susceptibles a enfermedades por hongos. Sin embargo, dado los altos costosos que han adquirido los fertilizantes para la industria agrícola, los costos actuales de insumos de fertilizantes y combustibles probablemente influyan en el uso de fungicidas, pues los agricultores deben considerar sus presupuestos y contener los gastos para generar ganancias. Es probable que los aumentos inesperadamente grandes en los costos de insumos de combustible y fertilizantes continúen afectando el uso de fungicidas.

Un ejemplo de amenaza real: el caso de la Candida auris

Cortesía

El patógeno emergente Candida auris se ha asociado con brotes nosocomiales en los cinco continentes. La hipótesis sobre la aparición de Candida auris parece ser simple, pero no ha sido probada y probablemente será difícil de probar. Candida auris era desconocida para la medicina hasta 2007, cuando se aisló en el oído de un individuo. Pronto comenzó a causar enfermedades en pacientes inmunocomprometidos en tres continentes: América del Sur, India y Sudáfrica, regiones que han experimentado aumentos recientes en las temperaturas medias. Este organismo tiene una cantidad significativa de resistencia a los medicamentos cuando emerge del suelo. Candida auris se ha encontrado en dos lugares de las Islas Andamán, en una playa y en un pantano salvaje. El organismo encontrado en la playa estaba adaptado a la temperatura y posiblemente los humanos lo arrojaron allí. El aislado de pantano no fue tan tolerante a la temperatura como los aislados clínicos, y ahora hay un acuerdo con la noción de que las cepas silvestres se están adaptando a la temperatura, lo que continúa a medida que se adaptan al hospedador humano. Aunque el cambio climático se puede enmarcar en términos de un aumento promedio de grados en la temperatura, la cantidad de días más calurosos que el promedio también es pertinente, porque cada día caluroso es un evento de selección, que puede estimular el cambio en los organismos. La hipótesis es que muchos organismos potencialmente amenazadores están actualmente controlados por temperaturas a las que no pueden sobrevivir; sin embargo, a medida que estos organismos se adapten, surgirán nuevas enfermedades fúngicas hasta ahora desconocidas para la medicina, como fue el caso de Candida auris.

Dado que Candida auris es altamente resistente a los azoles, los azoles son un grupo heterogéneo de antifúngicos, se ha elaborado una teoría al respecto: los hongos tienen una enorme variación bioquímica de cómo ensamblar una célula. La diversidad biológica de los organismos fúngicos, tanto en términos de cómo ensamblan la pared celular fúngica como de dónde se colocan la melanina y los lípidos dentro de la célula, contribuye a un rango de susceptibilidad. Agregó que la resistencia en Candida auris no es sorprendente, lo sorprendente es el hallazgo de que las anfotericinas, las equinocandinas y los azoles son de hecho activos contra muchas de las especies de hongos, eso consideran muchos microbiólogos es más inesperado.

Amenazas potenciales de enfermedades fúngicas y administración de fungicidas
No cabe duda que desde hace un par de décadas, las mayores preocupaciones con respecto a las enfermedades fúngicas son su incidencia y prevalencia y sobre cómo se puede aplicar la administración de antifúngicos o fungicidas en entornos humanos, animales y vegetales. La mayor preocupación para científicos y médicos en esto, es la escasa atención que se dedica a las enfermedades fúngicas, que representan amenazas relativamente desconocidas. Por ejemplo, los humanos se preparan constantemente para la guerra, pero prestan poca atención a lo que les sucede a las especies animales, en particular a las ranas, los murciélagos, las salamandras, las tortugas y las serpientes, y a otros reinos que tienen el potencial de causar grandes estragos en la vida humana. Aunque todavía no se han producido grandes epidemias de enfermedades fúngicas, siguen siendo una amenaza potencial. Ya tenemos ejemplos de tal descuido, la suposición errónea, antes del advenimiento del VIH, de que los retrovirus no causaban enfermedades humanas. De manera similar, anteriormente se creía que los coronavirus solo causaban resfriados leves, pero ya se han producido tres epidemias de coronavirus este siglo y la última no termina. Entonces, no se puede descartar la aparición de una enfermedad fúngica que se transmita por contacto de persona a persona y sea resistente a los medicamentos antimicóticos disponibles.

Con respecto a la administración de fungicidas en animales y plantas alimenticias el dilema es semejante al uso de antibacterianos en la cría de animales, en las vacas su no uso puede resultar en vacas más pequeñas, pero estas vacas más pequeñas continuarán produciendo alimentos. Por el contrario, los fungicidas se utilizan para evitar la pérdida de cultivos que se requieren para el suministro de alimentos y estos pueden alterar ritmos y hongos. Por lo tanto, la humanidad en este momento tiene un desafío en el uso de insecticidas y pesticidas: lograr el equilibrio adecuado entre suministro de alimentos y curar enfermedades. Debe prestarse tanta atención en cuestiones de pérdida de cultivos y efectos de los fungicidas en el ganado, como en los futuros impactos nocivos en la producción de cultivos que podrían ser causados por nuevas enfermedades fúngicas, así como se presta mucha atención y debate público, a los efectos del cambio climático en la agricultura.

Finalmente, en este tema, el temor va un poco más lejos; muchos temen que, junto con una gran carga de infecciones, que podría convertirse en una tormenta perfecta en la que las personas se enfermen con enfermedades intratables, eso se acompañe de suministros de alimentos agotados y que eso produzca un colapso socioeconómico. Por lo tanto, la comunidad internacional debe examinar con mayor profundidad la amenaza de la resistencia a los antimicóticos y antimicrobianos, las pautas y las necesidades de datos para entender lo que realmente está pasando.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
Artículo anteriorPGA Tour destaca a Toledo, primer guatemalteco en llegar a ese nivel
Artículo siguienteSuspenden suministro de energía eléctrica a la Municipalidad de Catarina; tienen deuda