Hablar de obesidad mórbida es hablar de una obesidad que tiene consecuencias graves metabólicas y cardiovasculares entre otras. Foto La Hora: Cortesía.

 

Hablar de obesidad mórbida es hablar de una obesidad que tiene consecuencias graves metabólicas y cardiovasculares entre otras. La obesidad se basa en un balance energético positivo que se cree que es impulsado por la hiperfagia que surge como consecuencia del aumento del hambre, la disminución de la saciedad o ambos.

La obesidad es un problema de salud grave, que aumenta el riesgo de muchas otras condiciones de salud. Éstas incluyen:

⦁ Diabetes tipo 2
⦁ Síndrome metabólico
⦁ Enfermedad coronaria
⦁ Algunos tipos de cáncer, como el de mama y el cáncer de intestino
⦁ Accidente cerebrovascular
⦁ Hipertensión e hiperlipidemias

 

Vivir con sobrepeso y obesidad, también puede afectar su calidad de vida y contribuir a problemas de salud mental, como la depresión, y también puede afectar la autoestima.

Primero que nada, la obesidad como problema de salud nacional, no es un problema de gravedad que, así como viene se va, como sucede con las infecciones en general. Es un problema estructural, eso significa que existen razones de fondo, como la destrucción de equidad y justicia del sistema alimentario, educativo y ecológico, económico y financiero, como una de sus razones y esto tiene que ver con todo un problema estructural del país, que se relaciona no solo con consumo, sino con disponibilidad adecuada de alimentos, presupuestos nacionales, políticas y ejercicio del poder. Por lo tanto, no es un problema del presente siglo, es de hace varias décadas anteriores que se viene cargando este problema, que ha aumentado en cuanto a su peso como problema de salud pública. Todo ello, alimentado a la vez, por aspectos culturales, que cambian patrones de alimentación. Por ejemplo, muchas de las actividades diarias de las poblaciones, se relacionan con el sedentarismo y el comer social.

Hay algo que resulta fundamental sobre la obesidad que se debe entender: poco a poco, conforme se establece una ganancia de peso del cuerpo, se establecen en el organismo mecanismos biológicos, que se resisten a la pérdida del peso ganado. Por eso, la reducción del mismo, es un proceso lento que involucra modificación de los estilos de vida de parte del o la padeciente y la disciplina en actividades rutinarias. La buena noticia es que dentro de los mecanismos fisiológicos de equilibrio de energía, existen factores modificables a ese comportamiento, como la alimentación y la actividad física.

Otro aspecto importante a considerar, es que las mujeres están más afectadas por la obesidad mórbida. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, una persona presenta obesidad cuando su índice de Masa Muscular (IMC) es ≥ a 30 Kg/m2. A su vez es posible clasificar la obesidad en 3 categorías: grado I (30.0 a 34.9 Kg/m2), grado II (35.0-39.9 Kg/m2) y grado III u obesidad mórbida (≥40.0 Kg/m2). La puntuación del IMC, tiene algunas limitaciones porque mide si una persona tiene demasiado peso, pero no demasiada grasa. Por ejemplo, las personas muy musculosas, como los deportistas profesionales, pueden tener un IMC alto, sin mucha grasa. Es por esa razón, que la interpretación de esto debe ser realizada por un médico con experiencia en esto. Pero para la mayoría de las personas, el IMC es una indicación útil de si tienen un peso saludable.

 

Penetrando en las causas

Visto desde el aspecto clínico del médico, la obesidad es un problema complejo con muchas causas. Y la explicación más general sobre esto, es que la obesidad y el sobrepeso se producen, cuando las calorías adicionales, en particular las provenientes de alimentos con alto contenido de grasa y azúcar, se almacenan en el cuerpo en forma de grasa. La patología de las áreas subcorticales del cerebro que controlan el apetito, está influenciada por factores ambientales superpuestos a la susceptibilidad determinada genéticamente. Aunque la ‘gordura’ es hereditaria, ha sido difícil separar las influencias de la naturaleza frente a la crianza. Entonces, la genética también puede ser una causa de obesidad, los genes pueden afectar la forma en que su cuerpo usa los alimentos y almacena grasa. Pero no nos confundamos, no es la única causa. Y aun menos frecuente como causa, son las condiciones anormales de funcionamiento del cuerpo, como puede ser una glándula tiroides poco activa (hipotiroidismo), o desbalances hormonales.

Los factores ambientales que tiene que ver con la obesidad incluyen: el marketing, la publicidad, el aumento del tamaño de las porciones, la accesibilidad y disponibilidad de alimentos densos en calorías y una mayor automatización, todos los cuales han contribuido a aumentar la ingesta de energía y reducir el gasto de energía.

Finalmente, algunos medicamentos también pueden aumentar la probabilidad de que las personas aumenten de peso, incluidos los esteroides y algunos medicamentos para la presión arterial alta, la diabetes o problemas de salud mental.

Bien, siguiendo con la obesidad en mujeres, el porqué de su mayor incidencia, uno de los factores es el ambiente. La alteración que muchas de ellas han tenido en la dinámica familiar o del hogar. La mujer se empieza a insertar cada vez más en el mercado laboral y con ello juega otros patrones de estilo de vida y en este sentido, se empieza a volver más sedentaria y a eso se añade que por naturaleza cultural, es más sedentaria que el hombre. La ingesta y lo que se ingiere de alimento, es otro patrón que ha cambiado, y el otro mecanismo asociado con esto es su vida reproductiva. Por ejemplo, se ha establecido que el sobrepeso y la obesidad previo a los embarazos propicia un ambiente intrauterino obesigénico que se manifiesta más tarde en la cría por alteraciones metabólicas que propicia e influye en la composición corporal del bebé y en su vida futura. De importancia a la par de lo anterior resulta, el hecho de menor acceso a dietas sanas y naturales que se ha encontrado en la mujer; las mujeres tienden a consumir menos alimentos naturales y más alimentos industriales ricos en azucares añadidos y refrescos.

El hacer del sistema de salud

políticas nacionales al respecto, no han tenido el impacto esperado ante el problema tan grave y las consecuencias que plantea la obesidad. Por la complejidad de este problema, no puede haber una política pública única, pues la atención nacional del problema, reclama de una intervención multisectorial y multifactorial. Por ejemplo, la prohibición en escuelas y colegios de alimentos chatarra; pero la implementación de estos lineamientos no se ha cumplido y tampoco existe un seguimiento estricto a ello. Las tiendas de los colegios y las escuelas están atiborradas de comida chatarra.

El problema de las políticas públicas que tienen que ver con estilos de vida saludable que demandan de cambios en hábitos, costumbres y abandono de nuevos no saludables, solo puede ser posible si se trabaja con la población. Hablamos entonces que en este tema, el sistema de salud está lleno de estrategias fallidas pues dejan fuera una participación y un comportarse social. Finalmente, el objetivo de las políticas públicas de alimentos debe ser enfocada a lo que ha señalado FAO como seguridad alimentaria y de lo que hablaremos en el próximo artículo.

En resumen, no debemos olvidar que la obesidad y sus repercusiones, constituyen una importante fuente de morbilidad, el deterioro de la calidad de vida y sus complicaciones pueden tener una gran influencia en la esperanza de vida. La obesidad y el sobrepeso, se definen y consideran como una enfermedad sistémica, que muestra una acumulación excesiva y anormal de grasa corporal que conduce a efectos adversos para la salud. Finalmente, que la obesidad impone devastadores costos financieros y de salud a las personas y la sociedad.

Es claro que como programa nacional, existe importancia de medir la inseguridad alimentaria pues no cabe duda que estamos en este tema en una constante inseguridad alimentaria que afecta de distintos modos a la población y no tenemos ni siquiera datos correctos sobre el número que están afectados tanto por deficiencias como por excesos. La medición de la inseguridad alimentaria permite: Estimaciones de prevalencia de malnutriciones, identificación de grupos de riesgo, identificación de producción, consumo y necesidades alimentarias y nutricionales y nos permite finalmente obtención de datos para el seguimiento y evaluación de políticas, programas e intervenciones o identificar estas.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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