Este 4 y 5 de febrero el secretario de Estado de Estados Unidos (EE. UU.), Marco Rubio, visita Guatemala, con la migración como tema de fondo y con la mente puesta en el ofrecimiento de campaña del presidente Donald Trump de deportar a miles de inmigrantes en situación irregular.
Una de las medidas impuestas durante su primer mandato (2017-2021) fue la de cerrar el país a peticionarios de asilo, los cuales fueron devueltos, principalmente a México donde esperaban meses para sus audiencias judiciales y estaban destinados a esperar años una probable aprobación.
Sin embargo, aparte de México, la administración Trump, en su primer mandato, también convino acuerdos de asilo con otros países, entre estos Guatemala. Fue así como el 26 de julio de 2019 el exministro de Gobernación, Enrique Degenhart, y el secretario de Seguridad Nacional de EE. UU., Kevin MacAleenan, firmaron el acuerdo.
Este contemplaba que Guatemala recibiría a solicitantes de asilo de Honduras y El Salvador luego de que fueran deportados desde EE. UU. En Guatemala podrían formalizar su petición de refugio si sentían que corrían peligro en su lugar de origen o bien sea, pedir ser llevados de vuelta a su país.
En tendencia:
Gas propano: estos son los nuevos precios para los consumidores
El IGSS gira hacia Huawei (China) con contrato de Q39.7 millones por equipo informático
Balaceras y cierre de aeropuerto tras la captura de capo de cártel en México
Sismos de magnitudes 5.5 y 4.5 sacuden a Guatemala en la madrugada del 5 de febrero
El MP no guarda formas y se lanza abiertamente por el CANG
El programa resultó poco funcional. En un año y medio que el Acuerdo estuvo vigente vinieron a Guatemala 939 personas, entre hombres mujeres y niños; 579 hondureños y 360 salvadoreños. De estos, apenas 57 expresaron su deseo de pedir asilo al aterrizar en la Fuerza Aérea y solo 20 formalizaron su petición en la Oficina de Relaciones Migratorias Internacionales.
Cabe mencionar que el programa comenzó a enviar deportados hacia Guatemala en noviembre de 2019 y en marzo de 2020 se suspendió el envío, debido a la pandemia del coronavirus. Con la llegada de Joe Biden, en enero de 2021, fue derogado.
FRACASO
Un análisis de la organización Refugiados Internacionales elaborado a mitad de 2020, calificó el ACA como un «fracaso» y cita información de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, según la cual, cerca de dos tercios de las personas que entrevistaron tenían problemas de protección internacional, pero solo una pequeña parte de quienes dijeron sentir temor a regresar a sus países de origen, pidieron asilo en Guatemala.
Además, en el análisis se revela que los peticionarios de asilo afirmaron que el registro de sus expedientes en Guatemala fue inadecuado y que no tuvieron una acogida humanitaria ni acceso a información de lo que sucedería en Guatemala, y que tuvieron que esperar horas en la calle, sin comida ni agua, ni atención médica, aunque el proceso en sí del registro de sus casos tardó apenas tres minutos.
Los deportados que fueron entrevistados en esa ocasión, precisaron de varios motivos por los cuales no pidieron asilo en Guatemala, entre estos, que no tenían familiares o alguien que los apoyara, pero también porque temían por su seguridad. Otros indicaron que regresarían a El Salvador y Honduras, pese a que seguían sintiendo temor de ser perseguidos.
Además, refería que los solicitantes de asilo no tenían tiempo y recursos para tomar decisiones informadas y que, incluso, tenían solo 72 horas para decidir si pedía refugio en Guatemala o regresaban al país del que habían huído.
¿REIMPLEMENTACIÓN?
Retomar este programa es una posibilidad que podría venir con la llegada de Rubio. El presidente Trump ya restableció los Protocolos de Protección al Migrante (MPP, en inglés), o Quédate en México, como es conocido este programa, a través del cual, cualquier solicitante de asilo puede ser deportado a las ciudades mexicanas fronterizas con EE. UU.
Además, hace unos días, se conoció que Washington también estaría negociando con El Salvador el restablecimiento de un acuerdo de «tercer país seguro» —como el que se acordó en el primer mandato de Trump y que nunca se implementó— para enviar a ese país a deportados no salvadoreños. El anuncio se dio tres días después de que presidente republicano y Nayib Bukele, mandatario del país centroamericano, conversaran por teléfono y acordaran luchar contra la «inmigración ilegal».
DABROY: POCO MARGEN DE NEGOCIACIÓN
El analista político Jahir Dabroy, de la Asociación de Investigaciones y Estudios Sociales (Asies), considera que es «muy probable» que Rubio traiga la propuesta de reactivar el Acuerdo de Cooperación de Asilo con Guatemala, como ya se hizo con El Salvador, así como pedir acciones relacionadas al control del paso de migrantes continentales.
En ese sentido, subrayó que Guatemala tiene poco margen de negociación con la administración Trump, ya que en política internacional se tienen la capacidad de negociar, si tiene poder económico o poder militar, y «Guatemala no tiene ninguno de los dos».
Guatemala «continúa siendo un gran aliado” de EE. UU., dice Mauricio Claver-Carone
«Al contrario, —el Gobierno de Arévalo— tendría que buscar congraciarse con el de Trump para que se pueda confiar en Guatemala como un país amigo en la región», añadió, a la vez de recordar que las condiciones sociales del país hoy en día comparadas con el 2019, son las mismas.
ROLDÁN: SÍ SE DEBE NEGOCIAR
No obstante, Úrsula Roldán, directora del Instituto de Ciencias Socio Humanistas de la Universidad Rafael Landívar, cree que el Gobierno de Guatemala debe entrar en una negociación que esté orientada a garantizar las condiciones mínimas del país, tanto sociales como políticas, para que potenciales deportados de otras nacionalidades no se sumen a la problemática social que vive el país.
La académica considera que Guatemala podría aceptar recibir a ciudadanos de otros países, por ejemplo de Nicaragua o El Salvador, a cambio de poner sobre la mesa la importancia de que existan la gobernabilidad que garantice que el Ejecutivo será capaz de implementar cualquier política que interese a EE. UU. incluyendo la migratoria.
«El Gobierno —de Guatemala— debe ampliar la interpretación de las necesidades y de los intereses que tiene EE. UU.» y explicar qué factores pueden evitar que se concreten dichas políticas, puntualiza Roldán.
Concretamente, recuerda que, cuando el país se enfrentaba a la amenaza de que no se respetaran los resultados electorales y que no asumiera Arévalo la Presidencia, ya Marco Rubio se pronunció en 2023 a favor de la transición democrática.
«Pero ¿qué significa ese reconocimiento a este Gobierno, cómo contrarrestar las medidas que tienen en su contra otros actores, como el Ministerio Público y otros del sector justicia», cuestiona Roldán.
¿Un día sin inmigrantes en EE.UU.? La campaña que desata opiniones en redes sociales
COMPLACENCIA
Ya el enviado de EE. UU. para Latinoamérica, Mauricio Claver-Carone, declaró la semana pasada que ven con buenos ojos la colaboración «extraordinaria» que han tenido con las autoridades guatemaltecas en los primeros días de la administración Trump.
“Estamos muy agradecidos con el gobierno actual —de Arévalo—”, remarcó el funcionario estadounidense, quien dijo que la intención de la gira es fortalecer y profundizar la alianza con países como El Salvador, Costa Rica, República Dominicana y “obviamente también con Guatemala”.
También resaltó que Guatemala “continúa siendo un gran aliado”, ya que, junto con Belice, es el único país de la región que reconoce a Taiwán con quien mantiene relaciones diplomáticas, lo que significa que “reconoce el peligro que China representa para la región”-