Por JONATHAN LEMIRE y JOSH BOAK
WASHINGTON
Agencia AP
El presidente Joe Biden declaró que «Estados Unidos se está levantando de nuevo», al tiempo que pidió una expansión de los programas federales para impulsar la economía más allá de la pandemia de coronavirus y expandir a gran escala la red de seguridad social a una escala no vista en décadas.
El discurso de Biden ante una sesión conjunta del Congreso, televisado a nivel nacional, puso en juego su capacidad para vender sus planes a los votantes de ambos partidos, incluso si los legisladores republicanos se resisten. El presidente demócrata se apresta hoy a dar seguimiento a su discurso del miércoles por la noche, presentando sus planes en persona, comenzando en Georgia y luego en Pensilvania y Virginia en los próximos días.
En el discurso, Biden señaló con optimismo el resurgimiento de la nación tras el flagelo del coronavirus como un momento para que Estados Unidos demuestre que su democracia aún puede funcionar y mantener la primacía en el mundo.
Hablando en términos muy personales mientras exigía grandes cambios estructurales, el presidente marcó sus primeros cien días de gobierno haciendo un llamado a invertir 1,8 billones de dólares en niños, familias y educación para ayudar a reconstruir una economía devastada por el virus y que esté a la par del creciente número de competidores globales.
Su discurso representó tanto una visión audaz como una apuesta considerable. Biden gobierna con la mayoría más reducida del Congreso, e incluso algunos miembros de su propio partido han palidecido ante los costos de sus propuestas.
Al mismo tiempo, el discurso destacó la creencia fundamental de Biden en el poder del gobierno como una fuerza para el bien, incluso en un momento en el que con tanta frecuencia es objeto de desprecio.
«Puedo informar a la nación: Estados Unidos está de nuevo en movimiento», afirmó. «Está convirtiendo el peligro en una posibilidad. La crisis en una oportunidad. El revés en fortaleza».
Si bien el escenario ceremonial del Capitolio fue el mismo que de costumbre, las imágenes no fueron como alguno de los discursos presidenciales anteriores: los miembros del Congreso usaban mascarillas y estaban sentados separados debido a las restricciones pandémicas. Afuera, el Capitolio federal continúa rodeado con vallas después de que manifestantes invadieron el mismo recinto en protesta por su elección.
«Estados Unidos está listo para despegar. Estamos trabajando de nuevo. Soñando de nuevo. Descubriendo de nuevo. Liderando al mundo de nuevo. Nos hemos demostrado a nosotros mismos y al mundo: Estados Unidos no se rinde», declaró Biden.
La escena este año en la Cámara de Representantes tuvo un aspecto histórico: por primera vez una vicepresidenta, Kamala Harris, estuvo sentada detrás del mandatario. Al lado, estaba otra mujer, la presidenta de la cámara baja, Nancy Pelosi.
La primera ovación ocurrió cuando Biden saludó a Harris como «señora vicepresidenta». Agregó, «ningún presidente había dicho jamás estas palabras desde este podio, ya era hora».
Por momentos, el presidente claramente defendió la democracia en sí.
Biden exigió que el gobierno se ocupe de los suyos como un símbolo poderoso para el mundo de un Estados Unidos dispuesto a seguir con fuerza sus ideales y su gente. Habló de un problema que rara vez enfrenta un presidente estadounidense: que para competir con autocracias como China, la nación necesita «demostrar que la democracia todavía funciona» después de las infundadas afirmaciones de fraude electoral de su predecesor y el consiguiente ataque al Capitolio de Estados Unidos.
«¿Puede nuestra democracia superar las mentiras, la ira, el odio y los miedos que nos han separado?» preguntó. «Los adversarios de Estados Unidos, los autócratas del mundo, están apostando a que no puede. Creen que estamos demasiado llenos de ira, división y rabia. Miran las imágenes de la turba que asaltó este Capitolio como prueba de que el sol se está poniendo en la democracia estadounidense. Están equivocados y tenemos que demostrar que están equivocados», afirmó.