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Los países de Europa reanudaron el viernes la aplicación de la vacuna de AstraZeneca y sus mandatarios intentaban convencer a la población de que es segura, luego de una serie de suspensiones breves que generaron dudas sobre una inoculación crucial para poner fin a la pandemia de coronavirus.
El primer ministro británico Boris Johnson y el primer ministro francés Jean Castex se arremangaron para que se las aplicaran, al igual que otros altos funcionarios de todo el continente donde las campañas de inmunización han hallado tropiezos y varios países están nuevamente en cuarentena en medio de un aumento de las infecciones en muchos lugares.
Gran Bretaña es una excepción notable: el brote está retrocediendo allí y el país ha sido elogiado ampliamente por su campaña, aunque esta semana anunció que sufriría escasez de vacunas. El gobierno británico nunca ha dejado de utilizar la de AstraZeneca. Los países de la Unión Europea, en contraste, han tenido problemas para realizar sus campañas, y el problema se agravó con la suspensión de esa vacuna.
Las suspensiones fueron ordenadas después de que se reportara que algunas personas inyectadas con la inoculación de AstraZeneca sufrieron trombos, pero las agencias internacionales de salud exhortaron a los gobiernos a seguir aplicándola, diciendo que los beneficios superaban a los riesgos. El jueves, la Agencia Europea de Medicamentos dijo que la vacuna no incrementa la incidencia general de coágulos, aunque no podía descartar un vínculo con una pequeña cantidad de casos inusuales.
La decisión allanó el camino para que Italia, Francia, Alemania y otros países europeos reanudaran la aplicación de la vacuna.
“Está claro que la revocación de la suspensión es un gran alivio para nosotros porque debemos acelerar fuertemente la campaña”, dijo el doctor Giovanni Rezza, jefe de prevención del Ministerio de Salud italiano.
Rezza dijo a la prensa en Roma que Italia detuvo la campaña con renuencia, como medida de precaución, pero que ahora debe acelerarla para recuperar el tiempo perdido.
Señaló que el país necesita más que duplicar las 200.000 vacunas que aplicaba cada día antes de la suspensión a fin de lograr la meta de tener inoculada al 80% de la población para septiembre.
Expertos en salud han manifestado preocupación de que, aunque las suspensiones fueron breves, aún podían dañar la confianza en la vacuna en un momento en que muchas personas ya dudan de ponérsela debido a la rapidez con que fue desarrollada. Mientras muchos países de la UE han enfrentado esa renuencia, la preocupación es mayor en naciones en desarrollo que tal vez no tengan otra opción de vacuna. La de AstraZeneca, que es más barata y fácil de almacenar que muchas otras, es pieza esencial en las campañas de inmunización en muchos países pobres.