El Papa Francisco celebra una Misa en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Foto La Hora/AP/Andrew Medichini.

ROMA
Agencia DPA/Europa Press

El Papa ha denunciado un «aumento de legislaciones en el mundo» que no protegen el derecho a la vida «en todas sus etapas» en el tradicional discurso a los embajadores acreditados ante la Santa Sede con motivo del intercambio de felicitaciones por el nuevo año que comienza.

«Desafortunadamente, duele constatar que, con el pretexto de garantizar supuestos derechos subjetivos, un número cada vez mayor de legislaciones de todo el mundo parecen distanciarse del deber esencial de proteger la vida humana en todas sus etapas», ha señalado en el encuentro que debía celebrarse el 25 de enero, pero que tuvo que ser suspendido por un ataque de ciática que le obligó a cancelar parte de su agenda.

En su alocución, el Papa ha reflexionado sobre la actualidad mundial y en concreto sobre la crisis sanitaria, económica, política y social que se han derivado de la pandemia.

ACCESO UNIVERSAL A LAS VACUNAS

Así, ha reclamado un «acceso universal» a la salud, y también a las vacunas contra la Covid-19, al tiempo que ha criticado el modelo de economía basado «en la explotación y el descarte» y ha renovado su petición para que se condone la deuda externa de los países más pobres.

«La accesibilidad de las vacunas debe ir siempre acompañada de comportamientos personales responsables destinados a evitar la propagación de la enfermedad, mediante las medidas preventivas necesarias a las que nos hemos acostumbrado en estos meses. Sería fatal depositar nuestra confianza sólo en la vacuna, como si fuera una panacea que nos eximiera del constante compromiso personal por la propia salud y la de los demás», ha dicho el Papa.

Desde el aula de las Bendiciones del Vaticano, ha instado a los líderes políticos a favorecer «el acceso universal a la atención sanitaria básica, fomentando asimismo la creación de centros de salud locales e instalaciones de atención médica conformes a las necesidades reales de la población, así como la disponibilidad de tratamientos y medicamentos». Y en esa dirección, estima que «no puede ser la lógica del lucro la que guíe un sector tan delicado como el de la asistencia y los cuidados de Salud».

Además, ha denunciado que la sociedad actual se ha olvidado «de la solidaridad y los otros valores» que permiten que la economía esté al servicio del desarrollo humano integral, y «no de intereses particulares».

Por otro lado, ha criticado que la crisis de la política y de los valores democráticos tiene «repercusiones en todo el sistema multilateral» con una «evidente consecuencia de que organizaciones pensadas para favorecer la paz y el desarrollo, sobre la base del derecho y no de la ley del más fuerte, vean comprometida su eficacia».

Frente a esto, ha destacado el compromiso de la Unión Europea y de sus Estados miembros, que, «a pesar de las dificultades, han podido demostrar que es posible trabajar con decisión para alcanzar compromisos satisfactorios en beneficio de todos los ciudadanos». De hecho, para el Papa la asignación propuesta por el plan Next Generation EU «es un ejemplo significativo de cómo colaborar y compartir recursos en un espíritu de solidaridad no solo son objetivos deseables, sino verdaderamente accesibles».

ECONOMÍA SUMERGIDA

En este sentido, ha señalado que «la crisis actual» es una «ocasión propicia para replantear la relación entre la persona y la economía» para poner la «economía al servicio del hombre y no al revés». Así, también ha denunciado que en muchas partes del mundo, la crisis ha afectado particularmente a «quienes trabajan en los sectores informales, que fueron los primeros en ver desaparecer sus medios de subsistencia». Bajo esta perspectiva, el Papa ha lamentado que quienes trabajan en la economía sumergida no tienen acceso a los amortiguadores sociales, como el seguro de desempleo o la asistencia sanitaria.

«Empujados por la desesperación, muchos han buscado otras formas de ingresos, exponiéndose a la explotación mediante el trabajo ilegal o forzado, la prostitución y diversas actividades delictivas, incluida la trata de personas», ha lamentado.

Del mismo modo, ha instado a que se condone, o por lo menos se reduzca «la deuda que recae sobre los países más pobres y que de hecho impide la recuperación y el pleno desarrollo».

VIAJE A IRAK

Francisco ha reconocido delante de los diplomáticos su interés en retomar los viajes, «comenzando por Irak» que ha definido como «un aspecto importante de la solicitud del Sucesor de Pedro por el Pueblo de Dios extendido por todo el mundo, así como del diálogo de la Santa Sede con los Estados».

También ha hecho referencia al acuerdo firmado en 2018 entre la Santa Sede y la República Popular China para articular el nombramiento de obispos y ha invitado a que «el camino emprendido continúe, en un espíritu de respeto y de confianza recíproca, contribuyendo aún más a la resolución de cuestiones de interés común».

Respecto al continente africano, ha recordado «la inseguridad alimentaria que durante el último año ha afectado particularmente a Burkina Faso, Malí y Níger, con millones de personas que padecen hambre, así como a la situación en Sudán del Sur, donde existe el riesgo de carestía y donde, además, persiste una grave emergencia humanitaria».

Asimismo, también ha hecho hincapié en que el cierre de las fronteras a causa de la pandemia, junto con la crisis económica, también ha acentuado diversas emergencias humanitarias. Por ejemplo, en Sudán, «donde se han refugiado miles de personas que huyen de la región de Tigray, como también en otros países del África subsahariana, o en la región de Cabo Delgado en Mozambique, donde tantos han sido obligados a abandonar el propio territorio y se encuentran ahora en condiciones sumamente precarias».

El Papa ha recordado también «Yemen y Siria, donde, además de otras graves emergencias, la inseguridad alimentaria aflige a gran parte de la población y los niños están extenuados a causa de la malnutrición».

A este respecto, ha manifestado que la Santa Sede espera con interés la negociación del Nuevo Pacto de la Unión Europea sobre la migración y el asilo y valora «todos los esfuerzos realizados en favor de los migrantes y apoya el compromiso de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que este año celebra el 70.º aniversario de fundación, en el pleno respeto de los valores expresados en su constitución y de la cultura de los estados miembro en los que la organización trabaja».

Además, ha arremetido contra sanciones económicas a países porque terminan «en su mayor parte por repercutir principalmente en los sectores más débiles de la población, más que en los responsables políticos». «La Santa Sede no ve su eficacia y espera su relajación, también para favorecer el flujo de ayudas humanitarias, sobre todo de medicamentos e instrumentos sanitarios, sumamente necesarios en este tiempo de pandemia», ha señalado.

Francisco ha deseado también paz para Libia, «con la esperanza de que el reciente Foro de Diálogo Político Libio, que se realizó en Túnez el pasado mes de noviembre bajo la guía de las Naciones Unidas, permita efectivamente la puesta en marcha del esperado proceso de reconciliación del país».

Igualmente, ha señalado las áreas del mundo que le causan preocupación, como «las tensiones políticas y sociales en la República Centroafricana; además de las que afectan en general a América Latina, que tienen raíces profundas en la desigualdad, las injusticias y la pobreza, que ofenden la dignidad de las personas».

Del mismo modo, sigue con particular atención «el deterioro de las relaciones en la Península coreana, que terminó con la destrucción de la oficina de enlace intercoreana en Kaesong; así como la situación en el Cáucaso meridional, donde permanecen enquistados diversos conflictos, algunos de los cuales se han reanudado en el curso del año pasado, que amenazan la estabilidad y la seguridad de toda la región».

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