Trump enfrenta un solo cargo de incitar a la insurrección por el asalto al Capitolio el 6 de enero, un ataque que conmocionó al país y al mundo y que se desarrolló después de que él alentó a la multitud en un mitin a “luchar con todas sus fuerzas» por su presidencia. Una turba allanó el edificio para tratar de detener la certificación de la victoria del presidente electo Joe Biden.
No se prevé que se convoque a ningún testigo, en parte porque a los senadores juramentados como jurados se les presentarán videos explícitos de las escenas que atestiguaron ese día, obligados a huir por su propia seguridad. Desde su club Mar-a-Lago en Florida, Trump rechazó una solicitud para que testifique.
Trump, el primer presidente de Estados Unidos en enfrentar cargos tras dejar el puesto y el primero en ser sujeto a un juicio político en dos ocasiones, sigue desafiando las normas cívicas y tradiciones de la nación incluso estando derrotado. Aunque es probable que sea absuelto, el juicio pondrá a prueba la actitud del país hacia su estilo de poder presidencial, la determinación de los demócratas para enjuiciarlo y la lealtad de los aliados republicanos de Trump para defenderlo.
“Al intentar entender un segundo juicio a Trump, el público debe tener en mente que Donald Trump fue el primer presidente en la historia en negarse a aceptar su derrota», dijo Timothy Naftali, profesor de la Universidad de Nueva York y experto en la saga del juicio político a Richard Nixon.
“Este juicio es una forma de tener esa difícil conversación nacional acerca de la diferencia entre la disensión y la insurrección», señaló.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo el lunes que Biden estará ocupado con las tareas de su presidencia y no dedicará mucho tiempo a ver el proceso televisado. “Se lo dejará a sus excolegas en el Senado”, señaló.
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En documentos presentados el lunes, los abogados del expresidente lanzaron un amplio ataque contra el caso de la Cámara de Representantes, y describieron el juicio como un “teatro político” en el mismo piso del Senado que fue invadido por la turba.
Los defensores de Trump están preparándose para impugnar tanto la constitucionalidad del juicio como cualquier insinuación de que él es el culpable de la insurrección. Alegan que Trump simplemente estaba ejerciendo sus derechos garantizados por la Primera Enmienda constitucional cuando alentó a sus partidarios a protestar en el Capitolio, y afirman que el Senado no tiene derecho a enjuiciarlo ahora que ya dejó el cargo.
“Aunque nunca están dispuestos a permitir que una ‘buena crisis’ pase sin ser aprovechada, los líderes demócratas son incapaces de comprender que no todo puede siempre ser achacado a sus adversarios políticos», dicen los abogados de Trump.
Los fiscales del juicio político presentaron su propio documento el lunes, en el que afirmaron que Trump había “traicionado al pueblo estadounidense» y que no hay excusa válida ni defensa.
“Su incitación a la insurrección contra el gobierno de Estados Unidos —que trastocó la transferencia pacífica del poder— es el delito constitucional más grave jamás cometido por un presidente», manifestaron los demócratas.
El juicio comenzará el martes con un debate y una votación sobre si la Constitución permite enjuiciar al expresidente, un argumento que podría tener eco en los republicanos deseosos de votar para absolver a Trump sin dar la impresión de que están condonando su comportamiento.
Según un acuerdo entre el líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer, y el líder republicano Mitch McConnell, la presentación de los argumentos iniciales comenzará el miércoles al mediodía, con hasta 16 horas por bando para exponer sus alegatos.