Un manifestante grita "Fuera, Bolsonaro" durante una caravana en contra del manejo del gobierno de la pandemia de COVID-19 en Brasil. Foto La Hora/AP/Bruna Prado.

Por MARCELO SILVA DE SOUSA y MAURICIO SAVARESE
RÍO DE JANEIRO
Agencia AP

Miles de brasileños salieron a las calles ayer por segundo día consecutivo para pedir el juicio político del presidente Jair Bolsonaro, acusándole de ser débil ante la pandemia del COVID-19, que ha matado a más de 216,000 personas en el país.

Vehículos tocando el claxon desfilaron por las calles de Río de Janeiro, Sao Paulo y al menos una decena de ciudades más, mientras otros manifestantes marcharon a pie, algunos gritando, «¡Vete, Bolsonaro!».

Las protestas del domingo fueron convocadas por grupos conservadores que alguna vez apoyaron al presidente, mientras que las del sábado eran de la izquierda.

«Cuando Bolsonaro llegó, votamos por él porque nos parecieron interesantes sus propuestas, pero con la situación ahora con la pandemia es terrible», dijo Meg Fernandes, una ingeniera de 66 años que se unió el domingo a la protesta en Río.

Agregó que se sentía particularmente consternada por la situación en la ciudad norteña de Manaus, en donde hay una lista de espera para camas en cuidados intensivos y una escasez de oxígeno médico.

«Ya me había sentido frustrada el año pasado, pero ahora con la situación en Manaus, creo que tiene que parar» este gobierno», comentó. «Adiós, Bolsonaro».

Thomas Favaro, un analista político de la consultoría Control Risks, dijo que Bolsonaro corre poco riesgo de un juicio político, aunque eso podría cambiar si sus aliados pierden una elección el 2 de febrero para el liderazgo de la cámara baja.

«La base de Bolsonaro en el Congreso es inestable, pero es sólida», comentó, aunque podría verse afectada por la popularidad menguante del presidente.

Sin embargo, añadió que un juicio político sería «una opción nuclear que cambiaría la trayectoria política del país».

Bolsonaro, quien está a mitad de su periodo de cuatro años, se ha enfrentado a nuevas críticas en semanas recientes por la crisis en Manaus y por demorar en lanzar la campaña de vacunación contra el COVID-19 en Brasil. Desde hace mucho el presidente se rehúsa a las medidas de cuarentena, argumentando que el daño económico sería peor que la enfermedad.

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