BEIJING
Agencia AP
Millones de personas hacían fila hoy con temperaturas bajo cero para someterse a una segunda ronda de pruebas de detección del coronavirus en una ciudad al sur de Beijing que está en el centro del último y más grave brote de coronavirus en el país.
La Comisión Nacional de Salud confirmó hoy otros 90 casos en la provincia de Hebei, en cuya capital, Shijiazhuang, se han registrado la inmensa mayoría de los últimos contagios. En la región nororiental de Heilongjiang se reportaron 16 nuevas infecciones, y una más en la provincia de Shanxi, en el norte del país.
China, donde se detectó el coronavirus por primera vez a finales de 2019, había contenido en gran medida la propagación nacional del virus, pero los rebrotes se producen incluso durante la campaña para vacunar a 50 millones de personas hasta mediados de febrero.
El brote de Hebei preocupa especialmente por su proximidad con la capital, Beijing. Los viajes a y desde tres de sus ciudades — Shijiazhuang, Xingtai y Langfang — quedaron suspendidos y los residentes de algunas comunidades estarán confinados en sus casas la próxima semana.
Las autoridades han ordenado que los aproximadamente 10 millones de habitantes de Shijiazhuang se sometan a una segunda de ronda de pruebas de detección en un intento por aislar los focos del brote. Algunos de los contagios se han vinculado provisionalmente a bodas.
Este tipo de medidas se habían ordenado ya antes en el país, especialmente en Wuhan, donde 11 millones de personas guardaron cuarentena por 76 días el pasado invierno durante los primeros días de la pandemia.
El aumento de los casos se produce mientras expertos de la Organización Mundial de la Salud se preparan para volar el jueves a Wuhan para iniciar su pesquisa sobre los orígenes de la pandemia.
Beijing ha rechazado los pedidos para una investigación independiente mientras controla estrictamente todas las pesquisas sobre los orígenes del COVID-19 y promueve teorías marginales de que el virus podría haber entrado en China desde el extranjero.
Por otra parte, Japón amplió el miércoles el estado de emergencia por coronavirus a siete prefecturas más del oeste y el centro del país, cubriendo a más de la mitad de la población, ante el repunte de las infecciones.
El anuncio del primer ministro, Yoshide Suga, se produce menos de una semana después de decretar el mismo nivel de alerta para la capital, Tokio, y tres prefecturas cercanas.
El gobierno pide a los bares y restaurantes de las regiones de Osaka, Kyoto, Hyogo, Fukuoka, Aichi, Gifu y Tochigi que cierren a las 20:00 horas; a los empresarios que permitan teletrabajar al 70% de sus plantillas, y a los residentes de las zonas afectadas que no salgan de casa salvo por cuestiones vitales.
Suga ha sido criticado por actuar tarde mientras los contagios y decesos causados por el coronavirus casi se doblaron en el último mes a cerca de 300.000 y 4.100, respectivamente.
En Indonesia, su presidente, Joko Widodo, recibió el miércoles la primera dosis de una vacuna china contra el coronavirus que se administrará en el país luego de que se aprobó su uso de emergencia.
El cuarto país más poblado del mundo tiene previsto inmunizar a millones de trabajadores sanitarios y a otros grupos de alto riesgo en los próximos meses. Altos cargos militares, de la policía y médicos también se vacunarán, así como la secretaría del Consejo Ulema, el organismo religioso que la semana pasada determinó que la vacuna era halal y que los musulmanes podían recibirla.
En Corea del Sur, un tribunal absolvió al líder de una secta religiosa acusado de obstaculizar de forma deliberada la respuesta gubernamental a la pandemia luego de que miles de sus fieles contrajesen el COVID-19. La corte halló sin embargo a Lee Man-hee culpable de malversación de fondos de la institución y de organizar servicios de culto no autorizados. Recibió una pena de tres años de prisión suspendida por cuatro años.