Por MARCELO SILVA DE SOUSA
RÍO DE JANEIRO
Agencia (AP)
Wagner Machado, un sacerdote de la fe afrobrasileña umbanda, ultimaba los detalles para una ceremonia religiosa en una plaza pública. Estaban listos los tambores, un florero con rosas sobre un mantel blanco y había un aroma a incienso en el aire. Hasta que alguien rompió el silencio.
«¡Jesús está por llegar! ¡Todos ustedes se irán al infierno!», gritó un hombre con una Biblia en una mano y que apuntaba al cielo con la otra.
Machado respondió: «¡Respete mi religión, delincuente intolerante!».
Episodios como este ocurrido el miércoles en Sao Goncalo, la segundan localidad más grande del área metropolitana de Río de Janeiro, son cada día más frecuentes y explican por qué Machado y otros religiosos como él se están postulando a cargos públicos en las elecciones municipales del 15 de noviembre y exigiendo protección para sus fieles en medio de una ola de hostigamiento.
«Postularse a un cargo público ya de por sí es duro, pero hacerlo en nombre de las religiones afrobrasileñas es más duro todavía», declaró Machado, más conocido como Waguinho Macumba. «Hay muchos prejuicios y discriminación».
Cuando los portugueses trajeron los esclavos de África a Brasil, estos incorporaron el catolicismo a sus creencias, que hoy incluyen el candomblé y la umbanda. Son practicados por minorías —con unos 600.000 devotos entre la población de Brasil de 200 millones de personas, según el censo del 2010— y en el estado de Río de Janeiro se encuentran una cuarta parte de ellos.
Estas religiones son a menudo demonizadas por las iglesias cristianas neopentecostales, que han proliferado en Brasil desde la década de 1970, de acuerdo con Márcio de Jagun, superintendente estatal a cargo de la promoción de la libertad religiosa.
Si bien el proselitismo neopentecostal es pacífico, ha venido acompañado de actos de intolerancia hacia las religiones afrobrasileñas, según de Jagun. Ha habido casos en los que los pastores alentaban a evangélicos radicalizados a usar la violencia. El año pasado la policía detuvo a un grupo de traficantes de drogas que aterrorizaba a agrupaciones religiosas afrobrasileñas y destruían sus templos en otro suburbio de Río. Seguían las órdenes de un pastor conocido como el «Pescado Grande».
«Destruyen los templos, no podemos usar ropas tradicionales en la calle», se quejó Claudia Lima, sacerdotisa umbanda postulada al concejo municipal de Río. Pertenece a PDT-Axé, nombre que combina el del Partido Democrático Laborista y la fuerza cósmica vital del candomblé y la umbanda.
«Tenemos que pelear para ser respetados», dijo Lima.
Los episodios de intolerancia religiosa en el estado de Río han aumentado constantemente desde el 2016, según la secretaría de desarrollo social y derechos humanos. En la primera mitad del 2020, 24 de 31 incidentes de ese tipo tuvieron como blanco las religiones afrobrasileñas. En el 2016, cuando se hicieron las últimas elecciones municipales, hubo 14 episodios de estos en 12 meses.
«Cuanta más violencia hay, más candidatos surgen», declaró de Jagun,
Esta no es la primera vez que miembros de las religiones afrobrasileñas se postulan a cargos públicos, pero en el 2020 se percibe un aumento de esa tendencia, de acuerdo con Mauricio Santoro, profesor de ciencias políticas de la Universidad Estatal de Río de Janeiro. Las autoridades electorales no llevan la cuenta de cuántos miembros de esas fes se postularon.
La fuerte presencia de los evangélicos en la política probablemente alentó a que miembros de otras minorías religiosas incursiones también en ese terreno, indicó Santoro. El bloque evangélico es una fuerza particularmente fuerte en el Congreso. Con 105 diputados y 15 senadores, representa un 20% del Congreso.
El apoyo de los evangélicos fue clave en la elección del presidente Jair Bolsonaro en el 2018 y este ha mostrado su gratitud. En las elecciones para alcalde de Río Bolsonaro apoya la reelección de Marcelo Crivella, obispo de una de las iglesias evangélicas más populares de Brasil.
En la ceremonia umbanda del miércoles, el individuo que le gritó al grupo de Machado declaró a la Associated Press que es miembro de una iglesia evangélica, aunque no quiso dar su nombre.
Machado dijo que necesita al menos 2.000 votos en Sao Goncalo para ser elegido el domingo. Señaló que si gana, promoverá una legislación que exija que la cultura influenciada por África sea enseñada en las escuelas públicas y combatirá la discriminación.
«Ningún concejal defiende nuestras causas», afirmó. «Si queremos que Axé esté representada, alguien de Axé tendrá que hablar por nosotros».