Por GONZALO SOLANO
QUITO
Agencia AP

Con dolor en la garganta y malestar general, Luis Gualotuña esperaba desde las cuatro de la mañana del miércoles frente a uno de los puntos de atención instalados por el municipio de Quito a que le hagan un examen clínico y una prueba rápida que determine si se ha contagiado de coronavirus.

«Me da miedo por mi familia y no tengo más opciones que venir acá porque uno es pobre», dijo Gualotuña, un carpintero desempleado de 34 años.

El sistema hospitalario está saturado en la capital ecuatoriana debido al constante incremento en las últimas semanas de los contagiados de coronavirus. Por otra parte, el aumento de muertes por la enfermedad también ha generado que los crematorios de las funerarias no se den abasto.

Quito registra de momento 12.747 casos y 605 fallecidos por el virus, pero hace un mes había casi la mitad de contagiados y 464 fallecidos. La coordinadora de atención ambulatoria del municipio de Quito, Martha Gordón, dijo que desde lunes se han realizado unas 2.000 pruebas rápidas, de las cuales unas 1.600 han dado positivo.

Para hacer frente a la situación, el municipio capitalino ha instalado diez puntos de atención médica con 21 carpas en populosas barriadas del norte, sur y centro de la capital, donde se observa la presencia de centenares de ciudadanos haciendo fila.

El doctor Marco de la Torre, catedrático de posgrado de la universidad Central, aseguró a The Associated Press que «la ciudadanía tiene mucho temor ante el menor síntoma respiratorio, pero como ésta es época de la presencia de gripes estacionales (por la llegada del verano) se han disparado las consultas por temor al COVID-19, aunque muchas con gripes comunes».

Para atender la cantidad de enfermos se han instalado carpas militares fuera de algunos hospitales con conexiones a grandes tanques de oxígeno destinadas a los pacientes más graves.

En el recuerdo colectivo está lo sucedido entre marzo y abril en la ciudad portuaria de Guayaquil, donde se registraron escenas apocalípticas con cadáveres abandonados por días en medio de un agobiante calor en las calles o en las residencias donde los infectados morían. Ahora esa ciudad tiene muy poca demanda hospitalaria porque tiene pocos casos diarios y no tan graves.

Una situación similar a la de Quito se vive en ciudades como Ambato, Cuenca y Santo Domingo de los Colorados, entre otras.

No obstante, el ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos, ha insistido en que la situación está bajo control y que «estamos en condiciones que no se comparan de ninguna manera a lo que está sucediendo en el resto de Latinoamérica».

El incremento exponencial de casos se produjo luego de que las autoridades redujeron a inicios de junio las duras medidas de confinamiento y cuarentena, las cuales se redujeron aún más en julio.

En medio de la pandemia, las autoridades han pedido la colaboración de la ciudadanía, pero en barrios populares la gente ha salido masivamente a las calles con ventas ambulantes y de compras. Además han organizado fiestas, reuniones y encuentros deportivos.

La ministra de Gobierno, María Paula Romo, afirmó que la mayoría cumple las indicaciones de protección «lo que vale la pena agradecer», aunque señaló que hay «focos de desobediencia que pueden disparar los contagios en un momento en que necesitamos mayor control».

En las afueras de un hospital estatal al sur de Quito, Marcos De la Cruz espera alguna información de su cuñado, Eddy Rodríguez, de 37 años, cuya salud se ha deteriorado rápidamente en la última semana.

«Ya no puede caminar, debemos sostenerlo de ambos lados, y dio positivo al COVID; no sabemos qué va a pasar, ya no puede respirar porque le falta el oxígeno, lo están atendiendo adentro», añadió, mientras la voz se le quebraba.

Ecuador ha reportado hasta ahora 82.279 casos y 5.584 muertos por COVID-19, aunque hay otras 3.353 personas que fallecieron probablemente por la misma causa y a los que no se les logró hacer las pruebas, según las autoridades.

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